Francisco Cabral Bravo
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A decir de analistas políticos, académicos, investigadores, universitarios y de organizaciones civiles, sólo como un ardid se puede entender la batería de reformas constitucionales de enorme calado que el presidente de la república sometió al Congreso. Una estratagema en busca de dividendos, aún cuando no sean los manifiestamente pretendidos.
Dado el desarrollo instinto político del mandatario es impensable que, hasta ahora, en el ocaso del sexenio y en medio de la contienda electoral, haya advertido una cuestión elemental: la necesidad de transformar o, de plano, desaparecer políticas, prácticas, instituciones y órganos sobre los cuales, según su parecer, se cimienta la estructura del régimen político, el sistema judicial y el modelo económico que se propuso remover, sin tener muy claro que construir en su lugar. No se le pudo pasar, así como así.
El punto delicado es que un resbalón en este nuevo acto de intrepidez político, por no decir, malabarismo o prestidigitación puede acarrear consecuencias nocivas al propio proyecto, así como a la oposición y desde luego a la estabilidad política y económica del país.
Ante el nuevo lance presidencial, la postura de opositores, intelectuales y opinadores contrarios al gobierno varía.
Algunos conciben el lance como una maniobra distractora a fin de dominar la agenda del debate, pero la perciben como una treta inofensiva.
Así mismo, están quienes ven en las iniciativas de reforma un disparate que, pese a su carácter, será menester resistir, aún con el costo político-electoral supuesto, pero cuidado, el Ejecutivo siempre juega a ganar, aún cuando la recompensa no sea la esperada. Algo es algo.
Pretender resolver en los tres meses de duración del período legislativo, encuadrado en la lucha por el poder, once proyectos de reformas constitucionales que tocan la nervadura del régimen político, el sistema judicial y el modelo económico es una osadía cuyo desenlace es de pronóstico reservado y pone en riesgo la estabilidad financiera y económica.
Algunos de los más fieles seguidores y exegetas del mandatario no niegan la posibilidad del rechazo total o parcial, de las reformas constitucionales, pero justifican el envío de ellas al Congreso en el afán de dejar constancia del ideario de la autollamada cuarta transformación.
Esos intérpretes del mandatario veneran la pose, el compromiso de la moratoria constitucional hasta el final. En el PRI sostienen que "no hay problema en votar varias iniciativas, pero son insuficientes y no cumplen con lo ofrecido por el Ejecutivo". Y en el PAN dicen algunos no saber "qué decisión se tomará en el partido". Pero lo de colmillo largo en el tricolor ya anticipan que "Morena nos puede arrinconar contra las cuerdas con sus reformas fantásticas en medio de las campañas que vienen". Habrá un buen embrollo, anticipan.
El coordinador del PAN, Julen Rentería, asegura que los panistas buscarán mover la agenda hacia el tema de seguridad, un asunto pendiente de este gobierno, "que no ha podido lograr siquiera mejorarlo, ya no digamos acabarlo". A ver si encuentran quórum entre el oficialismo para siquiera discutir esos proyectos.
En medio de la vorágine que implica el proceso electoral en nuestro país, hay situaciones que no pueden omitirse ni abandonarse en la estantería del olvido. Por doquier retumban los fuegos artificiales de las campañas políticas que, gracias a la proliferación de diferentes medios de comunicación, tradicionales o digitales, producen una estridencia que termina por ensordecer a quienes atestiguan la parafernalia mediática que se levanta en todos lados, enarbolando banderas políticas y esculpiendo figuras broncíneas que son tan prometedoras como la originalidad de sus propios discursos.
Dicho sea de paso, esta situación no es una simple coincidencia, ni sus efectos son resultado del bochornoso azar.
Desde hace mucho tiempo se ha dejado atrás aquella premisa que apuntaba a la poca información con la que se contaba, al silencio cómplice de los medios de comunicación o a la poca difusión que existía de cierto tipo de noticias, pues eran escasas las vías con las que se contaba. Hoy si bien la apuesta por conservar la opacidad, y la corrupción van unos pasos adelante de todo intento que invite a la crítica, a la reflexión y a revelar la verdad de lo que sucede en nuestra sociedad, las oportunidades por mantener una información son más amplias y enriquecen la posibilidad de analizar la realidad con datos más poderosos que los simplones discursos del poder, no se pierda de vista que el trabajo periodístico ha sido clave en este cambio de paradigma en la información.
Sin embargo, tampoco se puede omitir que, ante tal cantidad de posibilidades se debe realizar un trabajo aún más complejo y meticuloso para distinguir las mentiras y las falsedades que se calculan con la precisión de un taumaturgo del engaño. Así de manera paralela, se ha encontrado un mecanismo que funciona a la perfección para distraer la atención y desviar todo análisis que sea una amenaza para la imagen de quienes optan por el estruendo de la mentira y su sensacionalismo retórico que presume logros, que articula un mundo muy alejado del que se vive en lo cotidiano.
Por otro lado, no se puede omitir que ha sido muy complejo lidiar con tantas y tantas noticias que nos hablan de la violencia e inseguridad que tiene subyugado a nuestro país, aunque es doloroso y apabullante, a tal grado que hay quienes mejor prefieren hacer oídos sordos o elegir una ceguera perniciosa, es necesario que se conozca la realidad, las problemáticas y la violencia de cada región, de los estados, de cada calle de este país.
Quiero suponer que nadie, en su sano juicio, pueda concluir que la violencia, la inseguridad y la barbarie que se han desbordado en nuestra sociedad sean consideradas como una simpleza de poca relevancia si se les compara con la riqueza, la gravedad y la originalidad de los discursos e imágenes de la corte política que inunda a nuestros medios de comunicación.
Y mucho menos si se le enfrenta con el torbellino de la propaganda oficial que tiene el gran reto de convencer a la sociedad de su realidad alterna, de que el mundo gira en sentido contrario a lo que implica su fracaso en materia de seguridad.
Por ello se agradece el trabajo periodístico que es capaz de mostrarnos el entramado que existe en cada una de las noticias y que son el pulso de la realidad. Sí, a pesar de que son quienes se constituyen como las piezas más frágiles en esta búsqueda por desentrañar la realidad, las complicidades del engaño y la corrupción.
Si algo ha cambiado en nuestra percepción de la realidad del país, sus análisis y punto de vista crítico es, en gran medida, gracias al trabajo periodístico de quienes no le han puesto precio a la verdad y que, a consecuencia de ello, son un frágil objetivo de la tiranía del poder, de la demencia que implica el fanatismo y sus múltiples rostros que tienen, en los gobiernos, sus mejores máscaras y complicidades a la medida.
En otro orden de ideas, el Papa llamó a "desmaculinizar" la Iglesia católica tras constatar que, durante la preparación y la celebración del Sínodo que celebrará su segunda sesión en octubre, no se ha escuchado "suficientemente la voz de las mujeres".
El Pontífice que ha trabajado para dar mayor visibilidad a las mujeres en el Vaticano en el que ya hay varias secretarias (máximo rango) como la religiosa Stefania Smerilli en el Dicasterio para el Desarrollo Humano integral o la francesa Nathalie Becquart, subsecretaria del Sínodo de los obispos, ha asegurado que la Iglesia es una comunión de "hombres y mujeres que comparten la misma fe y la misma dignidad bautismal".
"Escuchando de verdad a las mujeres, los hombres escuchamos a alguien que ve la realidad desde una perspectiva diferente y así nos vemos llevados a revisar nuestros planes, nuestras prioridades". A veces nos sentimos desconcertados. Pero este desconcierto es saludable, nos hace crecer.
En las dos últimas sesiones del Consejo de Cardenales ya habían sido invitadas a participar mujeres teólogas para ofrecer su perspectiva sobre el papel de las mujeres en la Iglesia. Sin embargo, esta vez también invitó a la obispa de la Iglesia anglicana y vicesecretaria general de la Comunión Anglicana Jo Bailey Wells. Su participación fue coordinada por la teóloga Italiana Sor Linda Pocher que también estuvo presente en la reunión junto a la religiosa de la orden de María Auxiliadora y profesora de Cristología, Giuliva Di Berardino.
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