22 de Noviembre de 2024
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MOMENTO DE ACOTAR - Francisco Cabral Bravo
El poder no se entrega, se defiende
2024-01-22 - 18:52

 


Francisco Cabral Bravo


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Siembra vientos y cosecharás tempestades. El tablero político se reacomoda conforme finaliza el sexenio, y los actores arman su propio juego. Heridas de guerra, lecciones de batalla, en este combate, hay que decirlo, los golpes más dolorosos han sido tanto de la torpeza propia como de las traiciones al interior de cada equipo. Como lo he repetido incansablemente el proceso electoral no debería convertirse en la lucha irredenta entre dos sistemas contrapuestos, sino en el debate de ideas para lograr una sociedad más justa e integrada en cualquier caso, el país seguirá estando aquí después de la elección, y muy pronto toda esta política dejará de tener importancia.


Lo importante, al final de cuentas, es el país que estamos construyendo a futuro: un país, en el que necesariamente, hemos de caber todos.


Como lo he comentado en otras ocasiones leer es permitirnos comprender que nuestra historia hay quienes nos han dejado testimonio de lo que hoy nos genera preguntas de las que, a veces, no alcanzamos a vislumbrar su respuesta. Es una obviedad señalar que, al parecer, los conflictos y las crisis sociales ocupan muchas páginas de los libros e, inclusive, de la literatura que suele acompañarnos todos los días. No es casualidad que uno de los primeros textos que se consideran como parte de la historia de la literatura y de la propia escritura, el poema babilónico de Gilgamesh, del cual, por cierto, se puede encontrar una extraordinaria edición publicada por el Colegio México que estuvo a cargo de uno de sus profesores más ilustres, el maestro Jorge Silva Castillo, narra el enfrentamiento de este Rey en contra de Enkidú e inclusive con las deidades más importantes del panteón mesopotámico.


Quizá lleguen a nuestra memoria numerosas narraciones de pueblos que nos hablan acerca de la importancia de sus personajes al resolver, con la astucia y fuerza bélica, los conflictos que le dieron sentido a su identidad.


Cavafis, poeta griego cuya lectura nos coloca al mundo heleno bajo la mirada de una compleja actualidad, planteaba en su poema Esperando a los bárbaros algo que no deja de resultar inquietante: ¿Qué esperamos reunidos en el ágora? Los bárbaros llegarán hoy. ¿Por qué la intranquilidad en el senado? Porque los bárbaros llegarán hoy. ¿Por qué los senadores no legislan? ¿Qué nuevas leyes van a dictar? Cuándo los bárbaros lleguen / harán sus propias. ¿Por qué se levantó tan temprano el emperador? Porque los bárbaros llegarán hoy, y el emperador espera recibir a su jefe.


Vivimos bajo la amenaza constante de un conflicto armado de dimensiones mundiales, de guerras civiles, invasiones, persecuciones sin sentido y un fanatismo que crece cada día. Pero, nosotros y nosotras, también respiramos bajo la amenaza de la violencia y del crimen organizado que ha sido recibido con los privilegios destinados a los bárbaros de Cavalis. Y, sin embargo, lo cotidiano se impone la grandeza de quienes con su trabajo, creatividad y tenacidad le brindan esperanza a quienes saben que la dignidad del humano no depende de quienes la pisotean con sus discursos de politiquería populista o los que pretenden imponer la barbarie de la muerte. Eso también se encuentra en la historia, son los destellos que arrebatan la mirada y nos permite saber que no podemos acostumbrarnos a la violencia, ni a la injusticia, ni al fanatismo de múltiples rostros. No podemos claudicar ni ser indiferentes a la barbarie que impera.


La política se define como el arte de eludir la ley, las elecciones se convierten en un pretexto para la violencia física o verbal; y la democracia se transforma en un campo de batalla donde se vota, pero no siempre de manera libre o justa.


En esta columna analizamos el Punto Ciego de la arena pública, hoy observamos que para entender a los políticos y las campañas electorales hay que comprender la lógica de los criminales.


El crimen organizado y la política desdibujan la delgada línea que un día los separó. Como diría Yuri, todos son iguales. Ahí está el verdadero futuro de México.


En este espacio semanal analizamos los hechos más allá de los rumores, las noticias más allá de los titulares y las historias que son fácilmente ignoradas por "lo común". Eliminamos el punto ciego de tu espectro de análisis con contenido inusual que suma a la prospectiva de lo que verdaderamente influye las decisiones.


Por fortuna, la falta tesis del arroz cocido, tan justamente detestada por Aguilar Camín, vuelve a ser desmentida, quizás de manera un poco precipitada por el evento de la oposición en la Arena de la Ciudad de México. La organización, la logística, el lleno, el entusiasmo, el discurso de Xóchitl y la "buena vibra", colocan de nuevo la contienda presidencial donde siempre debió estar: competitiva, polarizada, desigual pero imprevisible.


Pedro Sáez Williams sostiene una idea perspicaz e inteligente, que sin duda no solo se le ha ocurrido a él, Joaquín López Dóriga la insinúa en su pasada columna, pero que yo no había considerado. Me refiero a una de sus paradojas del pejismo: la primera víctima de una posible mayoría calificada o constitucional de Morena en junio bien puede ser su candidata, Claudia Sheinbaum.


Si Morena logra dos tercios de las diputaciones y cenadurías en el Congreso, será una rehén más apresada que la de Gaza en manos de Hamás, por las huestes pejistas.


Como dice la canción del hijo de Ángeles y de Joseph, "sería fantástico que todos fuéramos hijos de Dios" y no los hijos de Porfirio Díaz o de Santa Anna o del adversario.


En otro orden de ideas, durante décadas se discutió si México debía o no mantener un bajo déficit fiscal, por las consecuencias que tiene.


Ante la falta de una recaudación suficiente para que el Estado logre mantener el gasto público en infraestructura, educación, salud, seguridad nacional, seguridad pública, los gobiernos, entonces priístas, tenía la disyuntiva de aumentar el circulante, la deuda pública o bajar el gasto.


Ninguna era popular. Por eso se sobre endeudó al país, con los resultados inflacionarios, de desempleo y de falta de inversión. Componer el desastre llevó al presidente Miguel de la Madrid a bajar el gasto público, vender empresas públicas no prioritarias (más de 250) ordenar las finanzas públicas y hacer frente a una renegociación de la deuda que se debatió mucho, pues algunos economistas, pensaban que la moratoria sería la forma de doblar a nuestros deudores, pero el costo sería acabar con el sistema financiero nacional.


Ante los efectos que el quiebre tendría se optó por renegociar la deuda y se lograron resultados exitosos, pues acabamos pagando menos de la mitad de lo mismo y se liberaron recursos públicos para inversión y fomento al empleo. Superamos así una crisis que fue de mucho sufrimiento para todos. Después vino el renacimiento con el TLCAN, de un México próspero, que recibía dólares a un ritmo que la economía no podía absorber, 3 a 1 era la relación. Pasar por la puerta de un banco implicaba salir con una tarjeta de crédito. Se compraron casas, autos, se envió a los hijos a escuelas privadas, la economía crecía. Vino el asesinato de Luis Donaldo Colosio y el fin de una época.


Los capitales huyeron y el dinero se encareció.


No se podían pagar las deudas que eran mayores que los bienes adquiridos. Los bancos embargaron, algunos deudores pudieron renegociar, pero en general, el golpe fue durísimo.


Todos se empobrecieron y además se subieron los impuestos como el IVA para garantizar el pago de TESOBONOS y evitar una crisis del sistema financiero internacional. Se logró evitar el veto del Congreso norteamericano, se nos otorgaron créditos y le salvó la emergencia.


A partir de entonces, el presidente Ernesto Zedillo se dedicó a fortalecer la economía para evitar crisis sexeniales recurrentes. Fortaleció al sistema financiero, impuso medidas a los bancos para proteger el ahorro, legisló en materia de seguros, otorgó al Banco de México autonomía, en fin logró su propósito. Perdió las elecciones, pero se pensó y se discutió si en la Constitución debía o no incluirse el mandato de que el gobierno Federal no debía incurrir en déficit fiscal mayor al 2% del PIB. Esto con el fin de mantener una economía sana, con gobiernos responsables que no emitiesen dinero, contratarán deuda o gastaran desproporcionalmente el erario público porque los costos son siempre mayores y muy duros para quienes menos tienen. Se decidió no legislar el asunto y así quedó bajo la responsabilidad de la SHCP cuidar las finanzas.


Incluso se creó un fondo de estabilización, con más de 300 mil millones de pesos, para enfrentar posibles crisis internacionales y evitar el daño al país. El fondo se mantuvo por dos sexenios y se incrementó, era un blindaje contra adversidades.


Muchos legisladores y economistas intentaban convencer al gobierno de gastar un poco más en aspectos sociales, aún cuando creciera el déficit fiscal, pues riqueza y pobreza, tras la globalización, se han ido separando cada vez más. Pero se optó por crear el fideicomiso para atender necesidades sociales y mantener finanzas sanas.


Recuerde por su naturaleza, las elecciones extreman posturas y diferencias, Pero el único sentido de ello es llegar a una certeza. Sería absurdo ir de la incertidumbre electoral el desasosiego político. Más de una vez, la nación ha sufrido esa experiencia y le ha sido difícil de superar.


Cuando los objetos lejanos se ven borrosos se sufre de miopía y, al parecer los actores involucrados en las elecciones padecen de este defecto. Ven bien de cerca, y, entonces, ni miran al horizonte.


 


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