Javier Roldán Dávila
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Lo que le den, equivale a entregar un karaoke a un borracho terco
Lo dijimos hace unos días, Cuitláhuac García es un tipo afortunado, ha sido diputado y gobernador de Veracruz (en el papel, obvio), sin habérselo propuesto, sólo por cumplir un requisito único: hacer, sin repelar, lo que le ordene YSQ.
Esta circunstancia, propicia que el manto protector del tabasqueño busque extender su cobertura al Cui, en el siguiente sexenio, sin embargo, a pesar de los múltiples cargos existentes, el asunto es un dilema para la doctora Sheinbaum.
Investida de un aura de científica, es francamente contradictorio que, la futura presidenta, designe como su colaborador a un personaje que ha demostrado, con creces, su ineficacia, estulticia y, además, su imposibilidad estructural para entender el quehacer político.
No lo decimos aquí, lo comentan los integrantes de la 4T, lo mismo en Veracruz que en la CDMX, por lo tanto, el autodenominado académico, es un lastre proverbial, porque más allá de lo señalado, su administración se caracterizó por la represión política y policial.
Los damnificados de los ‘ultrajes a la autoridad’, los ‘infartados’ en el cuartel de San José y los muertos de Totalco, son testimonio fehaciente, del funesto legado de García.
Algo tendrán que idear doña Claudia y sus asesores, el susodicho es tóxico, con su presencia disminuye la idea de un gabinete de profesionales, así de claro.
Quizá, si le dicen que se tiene que chutar el pequeño Larousse Ilustrado, o, al menos, la obra de Rius, el Cui se sienta ofendido y motu proprio, decida irse a disfrutar el sabadaba.
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