Amadeo Palliser Cifuentes / Barcelona
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Cada época, momento y lugar, tienen sus características propias, que son vividas subjetivamente, por lo que no es fácil intentar expresar visiones generales, sin caer en trivialidades. Obviamente, es más sencillo limitarse a aspectos puntuales, concretos y específicos, ya que son más abarcables. A pesar de eso, en el presente escrito, al tratar sobre la comunicación, me refiero a un tema del primer grupo mencionado, por lo que mis elucubraciones deben ser relativizadas.
Todos los poderes aplican un gran esfuerzo para vencer las resistencias de los potenciales opositores, votantes, clientes, etc.; y les importa poco si les llegan a convencer, ya que lo que cuenta es el éxito puntual, instantáneo.
Y esa importancia a la rápida victoria, prescindiendo del interés de convencer, me recuerda la siguiente situación:
El filósofo Miguel de Unamuno Yugo (1864 – 1936), el 12 de octubre de 1936, la fiesta de la ‘Raza’, en el paraninfo de la universidad de Salamanca, de la que era rector, contestó a José Millán-Astray Terreros (1879 – 1954), general del bando rebelde y fundador de la legión, ‘Venceréis, pero no convenceréis’. La respuesta a gritos de Millán-Astray fue la de ‘muera la inteligencia, viva la muerte’. Después de ese discurso, Unamuno fue arrestado en su domicilio, y falleció un par de meses después.
Por eso, no es de extrañar que la actual sociedad sea un tanto Frankenstein, es decir, artificial, incoherente, inconsciente, superficial, irresponsable y amoral.
Mary Wollstonecraft Shelley (1797 – 1851) en su novela ‘Frankenstein o el Prometeo moderno’ (1858), describe que el verdadero responsable es su creador, el prepotente doctor Frankenstein, el verdadero monstruo.
Y, siguiendo con esa metáfora, los verdaderos monstruos, por su falta de responsabilidad y de ética, son los grandes medios de comunicación, los grandes consorcios económicos y financieros, que, en última instancia, son los verdaderos poderes. Pero, claro, a niveles inferiores, los gobiernos, los partidos políticos, etc., amoralmente, no se replantean ni cuestionan ese fenómeno, si no que juegan con esa misma dinámica, para sacar el mayor beneficio propio. Tenemos muchos ejemplos de esa gestión de la comunicación, y de la defectuosa utilización de los diferentes poderes, de ese gólem, pues Frankenstein es una perfecta muestra de ese gólem al que me referí en mi escrito de ayer.
Así, vemos que todos los políticos buscan sus momentos de gloria mediáticos, hablando de forma cantinflanesca (sin pretender ofender la memoria del gran actor Fortino Mario Alfonso Moreno Reyes, Cantinflas, 1911 – 1993), como puede verse en las siguientes frases magistrales:
Y me parece que ese tipo de lenguaje, de la generalidad de los políticos, nos muestra su inconsistencia intelectual, pero, a la vez, que son meros peleles, monosabios, de los verdaderos poderes, que ya les va bien personajes de ese calibre, para distraer al personal, claro; no para informarnos de sus verdaderos objetivos e intereses.
Por eso, vemos que esos personajes (y, por extensión, gran parte de la sociedad) usamos y abusamos de eufemismos (*), para no hablar, ni mencionar, los conceptos considerados tabú.
(*) que, etimológicamente tiene su origen en el término griego ‘eufemia’ (palabras de buen augurio). Eufeme o Euphene era el espíritu femenino de las palabras de elogio, de la positividad.
Así, utilizamos expresiones como ‘traspaso’ (para indicar la muerte); descansar en paz o pasar a mejor vida (haber muerto); invidente (ciego); dar a luz (parir); hacer el amor (practicar el sexo); miembro viril (pene); centro penitenciario (cárcel); tercera edad (vejez); discapacidad o minusválido (atrofiado); mal feo (cáncer); no estar todo o faltar un hervor (bordeline); mujer de la vida (puta); subsahariano (negro); daño colateral (muertos civiles); países en vía de desarrollo (pobres); países desarrollados (ricos); flexibilización laboral (despidos); residuos sólidos urbanos (basura); estado de embriaguez (borracho); quitarse la vida (suicidarse); interrupción del embarazo (abortar); restos mortales (cadáver); ejecución (asesinato); detención ilegal (secuestro); confrontación (pelea); interno (preso); impuesto revolucionario (extorsión).; banco malo; crecimiento negativo; economía al rescate; debilidad de la demanda, reformas estructurales, estabilización de la moneda; etc.
La expresión contraria a eufemismo, es disfemismo (*), formado por palabras deliberadamente incorrectas; así, el contrario del eufemismo ‘traspasar’ (morir), es ‘estirar la pata, palmarla’; para referirse a un médico, el disfemismo es ‘matasanos’; ‘sacamuelas’ a un odontólogo; ‘picapleitos’ a un abogado; ‘caja tonta’ (al televisor); ‘chupatintas’ (burócrata)
(*) también denominados cacofemismo o antieufemismo.
Tienen una connotación diferente los disfemismos formados por un ‘error’ disimulado, como, por ejemplo:
Pues bien, siguiendo con esa práctica de utilizar eufemismos, en estos momentos de guerra en Oriente Medio, Ucrania, etc., oímos, de forma abusiva, expresiones como: intervención, actividad armada, acción militar, operación de castigo, solución quirúrgica, ataque selectivo, daños colaterales, neutralizar, circunstancias violentas, dialéctica militar, entrega de suministros; actividades de inteligencia; reagrupaciones tácticas, rehenes, etc.
Y lo que me parece más chocante todavía, es que, mientras se abusa de esos eufemismos para ‘dulcificar’ el concepto (la realidad), tratándonos como criaturas, en paralelo, las televisiones muestran las duras imágenes, si bien con el previo aviso de que ‘pueden herir la sensibilidad’. Y es así, ya que esos medios buscan la audiencia, y saben que el morbo es un gran estímulo.
Y, en concreto en Catalunya, oímos hasta la saciedad expresiones como ‘financiación singular’, ‘gobernar para todos’, ‘mejorar España’, ‘respetar la justicia’; cuando todos entendemos que se refieren a continuar con la infrafinanciación, para mayor beneficio del resto de las comunidades autonómicas; y, claro, en el campo de la justicia, siempre se dice que se respeta, salvo cuando va contra de uno o de su familia, como vemos con Pedro Sánchez.
Es evidente que la utilización de los eufemismos intenta, como he dicho, suavizar las noticias, quitar la crueldad, para evitar la responsabilidad de los que deciden.
‘Mark Twain (*), en la guerra de EEUU contra Filipinas, escribió un artículo titulado ‘la oración de la guerra’. Buscaba que sus conciudadanos aborrecieran la guerra, mostrándoles su crudeza cuando rogaban a Dios que EEUU ganase aquel enfrentamiento.
(*) Samuel Langhorne Clemens, 1835 – 1910.
Lo hizo sin eufemismos, haciéndoles ver a sus contemporáneos, que lo que pedían a Dios era esto:
‘¡Oh, Señor, Nuestro Dios, ayúdanos a destrozar a sus soldados y convertirlos en despojos sangrientos con nuestros disparos; ayúdanos a cubrir sus campos resplandecientes con la palidez de sus patriotas muertos; ayúdanos a ahogar el trueno de sus cañones con los quejidos de sus heridos que se retuercen de dolor, ayúdanos a destruir sus humildes viviendas con un huracán de fuego; ayúdanos a acongojar los corazones de sus viudas inofensivas con aflicción inconsolable; ayúdanos a echarlas de sus casas con sus niñitos para que deambulen desvalidos por la devastación de su tierra desolada, vestidos con harapos, hambrientos y sedientos, a merced de las llamas del sol de verano y los vientos helados del invierno, quebrados en su espíritu, agotados por las penurias, te imploramos que tengan por refugio la tumba que se les niega – por el bien de nosotros que te adoramos. Señor, acaba con sus esperanzas, arruina sus vidas, prolonga su amargo peregrinaje, haz que su andar sea una carga, inunda su camino con sus lágrimas, tiñe la nieve blanca con la sangre de las heridas de sus pies’.
(https://search.app/2UmKy5RWWad79ode6)
Debemos mostrar que queremos que se nos trate como adultos, que los poderosos e interesados no nos escondan ni suavicen las noticias, para, así, evitar sus responsabilidades. Debemos exigir que llamen ‘pan al pan’, y nos dejen de tonterías de ‘financiación singular’, de intervenciones militares’, de ‘personas en situación de vulnerabilidad’ y de ‘coyunturas’.
Pues estamos hasta el moño de la mayor parte de los personajes, (Mariano Rajoy creía que, no hablando del rescate, éste no existía; o Soraya Sáenz de Santamaría, para evitar anunciar la subida de impuestos a finales del 2011, dijo ‘recargo complementario temporal de solidaridad’), y así seguimos, con actuaciones como la de Pedro Sánchez, retirándose unos días para hacer unos ejercicios ‘espirituales’ y pensar en su posible dimisión, pero, todo ello montado como una pura y mera campaña de marketing.
Es cierto, también, que los argumentos para convencer, no solo deben ser lógicos y racionales, si no que deben ser empáticos con las emociones del otro.
Para finalizar, seguidamente reproduzco unos chistes que corren por las redes, y que me parece que son ilustrativos de lo tratado:
‘Me gustan las gorditas.
Pero, Newton, no podemos poner eso.
Entonces ponga: a mayor masa, mayor fuerza de atracción’
‘Manipula, coacciona, engaña, roba o mata para conseguir lo que anhelas.
Pero Maquiavelo, no podemos poner eso.
Entonces, pon que el fin justifica los medios’
‘El que se enamora hace locuras.
Pero Pascal, no podemos poner eso.
Entonces pon que el corazón tiene razones que la razón no entiende’.
En definitiva, y volviendo a Cantinflas: ‘O actuamos como caballeros o como lo que somos’.
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