Sergio González Levet
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La doctora Claudia Sheinbaum ha pedido que se le llame así, con terminación en “a”, “presidenta” y no “la presidente”. Antes que nada, hay que recordar que esa palabra es un participio activo. La definición gramatical es clara -espero-:
“Los participios activos son formas procedentes de verbos latinos que no pasaron al español como tales, sino sólo en su forma de participio, y que actualmente funcionan como adjetivos. Los participios activos que se forman a partir de verbos de la primera conjugación tienen su terminación en –ante: amante, y los de la segunda y tercera conjugación en –ente: absorbente. Todo participio activo equivale a una proposición de relativo: absorbente = que absorbe, conducente = que conduce.”
En su origen, el participio activo (también llamado “participio de presente”) no tiene género y por eso se mantiene igual en masculino y femenino “el estudiante”, “la estudiante”, o “la cantante”, “el cantante”. Sin embargo, el uso cotidiano del lenguaje ha hecho que algunos participios activos acepten el género, como “presidente”, “presidenta”; “sirviente”, sirvienta”.
Vámonos al Diccionario de la RAE, que define:
“presidente -ta
“1. 'Persona que preside algo' y, en una república, 'jefe del Estado'. Aunque su terminación corresponde, como norma general, a nombres comunes en cuanto al género, el uso mayoritario ha consolidado ya hoy el femenino específico presidenta, documentado en español desde finales del siglo xv y único que se recomienda usar en la actualidad: «La presidenta de la república, Mireya Moscoso, participó ayer en el acto de inauguración de la exposición».”
Aquí entra una condición específica del lenguaje humano que reveló magistralmente don Ferdinand de Saussure en su Curso de Lingüística General. Es la modificación de los idiomas que constantemente hacen los hablantes cuando los usan.
Él hacía la distinción entre “lengua” y “habla”. La primera se refiere a las reglas gramaticales que utilizamos para ejercer de manera correcta el idioma. Es el diccionario que todos llevamos en el cerebro para saber cómo se dice (y escribe) una palabra. Pero cuando usamos el idioma, lo vamos cambiando sin querer, y más si somos cientos de millones los usuarios permanentes. Ese uso es el “habla”.
Y decía Saussure que cuando una regla se rompe en el habla y se generaliza en el uso, termina por volverse una nueva regla.
Es el caso de “presidenta”, que ya es aceptado por la RAE e incluso recomendado como la forma correcta.
Así que: bienvenida, presidenta Claudia Sheinbaum.
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