Javier Roldán Dávila
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Las ‘fake news’ se incuban cuando la propaganda sustituye a la comunicación social
Al menos, desde la administración de Felipe Calderón, a la fecha, los tres niveles de gobierno, acusan a los medios de comunicación y a los usuarios de las redes sociales, de magnificar la violencia. Ponen mucho énfasis en tales noticias, afirman.
Es justo admitir, la existencia de ‘granjas de bots’ que lo mismo obedecen a intereses oficiales o de la oposición, las cuales tienen como propósito central, difundir información falsa para socavar la fuerza política del adversario (la vieja máxima de que la calumnia sino mancha, tizna), sin embargo, hay otra vertiente de la falacia noticiosa, que tiene su origen en la tergiversación que los mandatarios hacen de la realidad.
En efecto, al descalificar el reporte de los hechos de violencia, las mujeres y los hombres del poder, se autoengañan y crean escenarios idílicos: el país está en paz, no existe la polarización social, son eventos aislados, la gente está feliz, feliz, feliz o, de plano, acusan que se trata de mentiras propaladas para afectar su proyecto.
En este contexto, ayer jueves, en Tuxpan, Veracruz, hubo enfrentamientos armados que mantuvieron en ascuas a la ciudadanía, a la seis de la tarde, las calles estaban desiertas.
Salvo dos escuetos comunicados de Seguridad Pública estatal y algunas declaraciones de Cui, insistimos, bajo la premisa de que ‘las malas noticias no existen’, la desinformación se convirtió en terreno fértil para las especulaciones, mismas que, por las circunstancias en las que surgen, toman carta de naturalización. Preguntamos: ¿de quién es la responsabilidad?
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