Amadeo Palliser Cifuentes / Barcelona
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Desde el minuto 1, Salvador Illa (155) incluye su lema ‘el gobierno de todos’, y lo inserta en todo tipo de momentos y actos, incluso en artículos ‘culturales’ en el Ara; haciendo bueno el refrán que dice ‘dime de qué presumes y te diré de qué careces’, como intento explicar a continuación.
Y al que presume de lo que no es, popularmente se le considera vano, jactancioso, pues, con esa estrategia, intenta compensar sus carencias; y, en este caso concreto, el PSC/PSOE, en las elecciones de la Generalitat 2024, obtuvo un 28 % de los votos (872.959) y 42 diputados; muchos menos que Junts (21,6%, 674.896 y 35 diputados) + ERC (13,7%, 427.135 y 20 diputados), pero, como sabemos y sufrimos, ERC, herido de muerte y rencoroso, hizo la pinza con los Comunes (5,8%, 181.795 y 6 diputados) y concedió la presidencia al represor Salvador Illa. Error que espero que nadie olvide y les marque por los siglos de los siglos.
En este contexto, cogido por pinzas, ya que se basa en promesas que el propio Illa (155) sabe que no cumplirá, pues no habrá un financiamiento singular para Catalunya (condición de ERC), Illa debería ser mínimamente prudente, y ser consciente de que su figura, su ideología, oficialmente ostentan la representación de la Generalitat, pero no la representación del sentir popular, ya que, ni con PP (11%) y Vox (8%) alcanzaron la mayoría.
Y aún así, y gracias al apoyo incondicional de Pedro Sánchez (el primo de Zumosol), Illa se siente el ‘milhombres’, considerando que, precisamente, con esa arrogancia intenta eclipsar su pequeñez e insignificancia. Sánches señala el camino a su pupilo: prometer e incumplir, engañar y, en definitiva, considerarse el centro del mundo mundial, de la galaxia.
Esta actitud, hasta cierto punto es comprensible en el marco político, ya que en ese entorno predominan siempre la fanfarria y la falsedad, en detrimento de le ética y la razón. Ahora bien, pasarse al extremo de arrogarse la representación mayoritaria de la ciudadanía catalana, y llegar a considerar muerto el procés y que nos hemos ‘redimido / corregido’ es cualquier cosa, menos ética, moral y … real.
Pero, aún así, Illa aprovecha todo momento para humillarnos, no solo a los independentistas, si no a todos los catalanistas, pues nunca piensa en nosotros, siempre nos ningunea.
Y con esa humillación, el tándem Sánchez / Illa pretenden denigrar nuestro pensamiento y, lo que es más grave, nuestra cultura nacional; pues, todas las actuaciones de Illa (como las de Sánchez), tienen un común denominador, que es desnacionalizar todas las instituciones catalanas, españolizarlas, y así, como la gota malaya, ir potenciando su perfil sibilino y manipulador, para avergonzarnos públicamente; el colmo de Sánchez es presentar a ERC como el partido independentista sensato, y eso es ‘para mear y no echar gota’.
Así, me parece que el represor Illa, tiene tres libros que marcan y determinan su pensamiento: la constitución española, el ‘Camino’ (de Escrivá de Balaguer) y el ‘Código de las Costumbres de Tortosa’, que, en la Edad Media, era un compendio de las torturas en la aplicación de la pena denominada ‘vergüenza pública’, es decir, el escarnio.
Illa cree que convirtiéndose en la sombra del mezquino Felipe VI y rindiendo todas las instituciones catalanas, ganará puntos en el imaginario de los españoles; pero se equivoca, pues éstos siempre le verán como un pelele sometido a ERC, como a Sánchez, sometido a Puigdemont. Y este es el relato que imponen los medios de comunicación nacionalistas españoles.
Ot Bou, en su artículo titulado ‘Un madrileño militante’ (Vilaweb, 21 de marzo), indica que ‘No hay ni una sola frase en los discursos de Illa, que haga pensar en Catalunya ya no como una nación, ni siquiera como un país con una historia y una cultura propia. Y Ot apunta que en la conferencia que efectuó en Madrid el pasado viernes (que ya traé ampliamente), Illa dijo: ‘Solo bajar del tren en la estación Puerta de Atocha – Almudena Grandes, Madrid te hace sentir uno más’.
Es vergonzosa esta pleitesía españolista, máxime cuando, al volver a bajar del tren, en Barcelona, no siente ese mismo sentimiento, aquí se siente el brazo represor que ha de humillar a los vencidos; como hizo su director de la Casa de la Generalitat en Perpinyà, Christopher Daniel Person, negándose a utilizar el término ‘Catalunya Nord’, por ‘neutralidad institucional’ (Illa había hecho lo mismo, semanas antes), obviando, expresamente, claro, que la denominación Catalunya Nord es la oficial en catalán.
La historia nos demuestra que la humillación es una sacudida sentimental intensa, que puede convertirse en un revulsivo; John Maynard Keynes (1883 – 1946) consideró que humillar al vencido (Alemania), en el Tratado de Versalles (28 de junio de 1919), teas la Primera Guerra Mundial, fue un tremendo error que costó la Segunda Guerra Mundial, pues les empujaron a una nueva guerra.
Pero, claro, la ‘cultura española’ sigue impregnada y determinada por su ADN castellano conquistador de imperios, y siempre ha humillado y avergonzado a los conquistados / sometidos; y ya no digamos tras la asesina guerra incivil del 1936 – 39, pues vimos al asesino dictador firmando miles de sentencias de muerte, durante sus ‘40 años de paz’, y en sus celebraciones de su 18 de julio (su victoria) y su 1 de abril (su pronunciamiento), pues nunca celebraron la paz, celebraron, y siguen celebrando su victoria, represiva, vengativa y humillante.
Y sabemos que la historia la escriben los vencedores, y aquí, en su reino español no es diferente, más bien, se acentúa la tergiversación. En el Ara de hoy (23/03), Ignasi Aragay entrevista a Borja de Riquer i Permanyer, historiador y director de la obra colectiva ‘La Memòria dels Catalans’, y esa entrevista se titula de forma muy clara y precisa: ‘El término ‘Corona de Aragón’ es una invención de los historiadores’, pues Riquer informa que ‘en la época medieval, no se llamaba así. Cuando Jaume I iba a Aragón, era rey de Aragón. Cuando entraba en Catalunya, era el conde de Barcelona, y cuando iba a Valencia, era el rey de Valencia. Es a partir de los siglos XVI y XVII que fue introduciéndose el término ‘Corona de Aragón’ en el ámbito historiográfico. Es una invención de los historiadores, en el siglo XIX, para evitar que la documentación marchara a Madrid’.
Y esa es una de las mayores y más perniciosas tergiversaciones para desvirtuar la influencia de Catalunya; y es triste y penoso, ver que incluso en la actualidad se sigue imponiendo, con idénticos fines y, claro, en beneficio de Aragón.
Riquer también nos recuerda que ‘en Catalunya siempre ha habido dos bandos: austriacistas vs botiflers (felipistas borbónicos), carlistas vs liberales, republicanos vs monárquicos, franquistas vs antifranquistas, por lo que hay dualidad de memorias, pues, a parte de los conflictos venidos de fuera, ha sido y es un país internamente conflictivo y plural. Esto ha creado fracturas, cada uno con su imaginario. Amos y payeses, burgueses y obreros… Es una sociedad muy diversa y, aunque tenemos referentes muy mayoritariamente aceptados, también hay divisiones, cosa muy normal. Pasa en todos lados.’
Y lo que es penoso, es que Salvador Illa siempre se postule a favor de los represores, de los poderosos españolistas; desde los botiflers felipistas hasta los neofranquistas-constitucionalistas del ‘todo atado y bien atado’.
Illa desconoce que ‘humillar es humillarse’ y que el término humillar proviene del latín ‘humiliatio’ (acción y efecto de ofender en público) y, a su vez, de ‘humus’ (tierra), es decir, ‘humiliare’ es querernos arrastrados por el suelo, cuando, lo que hace es arrastrarse él, ya que la persona que humilla es degradante, denigrante, ultrajante, deshonrosa, vergonzante, vejatoria, ofensiva, indigna, servil, abyecta, ruin, y un sinfín de adjetivos que muestra el diccionario de la RAE.
Lluis Amiguet, en su artículo de ‘La contra’ (La Vanguardia de hoy), titulado ‘el enemigo es la pobreza y no los ricos’, citando a Bryan Caplan, ‘otro heterodoxo que cuestiona el fundamento de nuestra democracia: muchos votantes también pueden equivocarse o, si lo prefieres, el hecho de que muchos le voten no hace mejor a quien no lo es. Digamos que mil millones de moscas no pueden equivocarse: la basura es deliciosa. Caplan demuestra que somos mucho más racionales y calculadores invirtiendo nuestro dinero que nuestro voto’.
En definitiva, que por más moscas (españolistas y catalano-españolistas) que apoyen las tesis de Illa, la realidad es la que es, el españolismo siempre será represor y vengativo, y siguiendo ese patrón, nunca, nunca, sintonizará con nosotros; y, a mayor humillación, más rencor, así funcionan los vasos comunicantes, por lo que confío que, más pronto que tarde, los independentistas enderezaremos el rumbo y, esa vez, sí, consigamos la República Catalana, tan deseada.
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