En Veracruz surge un nuevo cartel: la banda de los huachi-CU-LE-ROS
De acuerdo al secretario de Hacienda, José Antonio Meade, el robo de combustible en los ductos de PEMEX, es un fenómeno que cuesta al erario público entre 15 y 20 mil millones de pesos anuales, a lo que debemos agregar que en el llamado triángulo rojo (ubicado en los municipios poblanos de Tepeaca, Palmar de Bravo, Acajete, Quecholac, Acatzingo y Tecamachalco), las bandas de huachicoleros están fuera de control.
Como suele ocurrir en este país cuando se agravan los delitos, el presidente Peña Nieto ya dio instrucciones precisas a los titulares de Hacienda, PEMEX, la PGR, bla, bla, bla, para que combatan a los criminales, eso sí, Fuerzas Armadas por delante.
Ojalá puedan erradicar o al menos disminuir a este cartel criminal llamado Nueva Sangre Zeta, sobre todo al constatar la crueldad en su actuar, además del gran costo presupuestal.
Sin embargo, existen otras mafias de ‘ordeñadores’ con especialidad en los erarios públicos y a dichas pandillas, el gobierno federal las deja proceder con total impunidad.
Veracruz es un caso extremo (un triángulo rojo digamos), en el que la Auditoría Superior de la Federación había detectado irregularidades, hasta 2016, en alrededor de 35 mil millones de pesos de las participaciones federales, a lo largo del sexenio de Javier Duarte.
Por el momento, Duarte se encuentra detenido en un penal militar guatemalteco, pero buena parte de sus capos despachan desde la comodidad de sus curules en San Lázaro y la presunta autora intelectual del saqueo, disfruta su english breakfast en Piccadilly Circus.
Contra estos delincuentes el Tlatoani no actúa, no instruye a su gabinete para atraparlos, vamos, no se les incomoda ni con una multa por estacionarse en lugar prohibido.
¿Cuál es la diferencia entra ambos tipos de delito para darles trato tan dispar?
Obvio, no hay respuesta lógica.

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