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Fox entra al quite; ¿por qué será?
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2011-12-15 - 15:01
La fuerte crítica que hizo esta semana el escritor Carlos Fuentes al precandidato del Partido Revolucionario Institucional a la presidencia de la república, Enrique Peña Nieto, volvió a avivar las llamas que desató este affaire, que tanto ha dado de qué hablar y a lo que en mucho contribuyó su hija.
Y es que tras el lapsus linguae y mental en que incurrió el ex gobernador del Estado de México en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde dijo que el autor de “La Silla del Águila”, uno de los libros que más lo han marcado --según sus propias palabras--, era Enrique Krauze, el escritor Carlos Fuentes, autor de dicha obra, lanzó severa catilinaria contra el aspirante priista presidencial.
Esto fue lo menos que dijo, y vaya el tono en que lo dijo:
“Este señor (Peña Nieto) tiene derecho a no leerme… lo que no tiene derecho es a ser presidente a partir de la ignorancia, eso es lo grave”.
Y abundó:
“Los problemas (de México) exigen un hombre que pueda conversar como par con (Barack) Obama, Angela Merkel o (Nicolás) Sarkozy, y no es éste (Peña Nieto) el hombre capaz de hacerlo”.
Es por demás decir que la crítica y el tono empleados por el afamado escritor fueron muy fuertes y la respuesta del mexiquense muy moderada, por obvias razones.
“Las opiniones de todos los ciudadanos son muy respetables, incluyendo la de un escritor e intelectual tan destacado como don Carlos Fuentes”, dijo el aspirante presidencial.
Viendo las cosas desde otro ángulo, cualquiera puede tener una equivocación, como se ha visto que ha sucedido con periodistas, locutores o demás personajes como incluso otro aspirante presidencial, Ernesto Cordero, quien al tratar de llevar agua a su molino en plática con Sergio Sarmiento sobre el mismo tema, también cayó en el mismo error.
Todo ser humano, por esa misma condición, está expuesto a errar, pero también va de errores a errores, y la historia no miente, pues ha sido testigo y narrado las atrocidades que han tenido que vivir pueblos y generaciones enteras por causa de grandes y costosos errores.
El de Peña Nieto fue un lapsus linguae y mental, como muchos otros que se han oído, pero tuvo resonancia porque se trata de la persona que está encaminada a dirigir los destinos de este país, y se agravó el hecho con la equivocada y ofensiva defensa que de él hizo su hija.
De estos errores se debe aprender, para actuar con mesura e inteligencia, y más cuando se trata de un personaje público que tiene sobre él los ojos y los oídos de todos.
Pero como se dice líneas arriba, no es el único que se ha equivocado, y el ejemplo más claro lo es precisamente quien ayer salió en su defensa, el ex presidente Vicente Fox, quien dijo que lo importante no es leer ni estar o ser leído, sino las ideas que se traen para gobernar.
Sin embargo, qué podría esperarse que dijera Fox después de sus confusiones con Mario Vargas Llosa y José Luis Borges y los muchos gazapos con que se adornó.
Sí, un error lo puede tener cualquiera, pero también es cierto que dirigir a una nación demanda y exige mucha preparación, y el conocimiento se adquiere a través de la lectura, de los libros.

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