—¿Cómo ves la sucesión, loca? —en el apresuramiento del jarocho parlar, el joven se ha comido la coma entre “sucesión” y “loca”, al grado que la aludida entiende mal la pregunta.
—Pues loca, como tú dices… —la mujer vuelve a ganar este punto, como casi siempre lo hace cuando platican, sobre todo de cosas de la grilla.
—Nooo, yo lo que te digo es que cómo ves la sucesión… a secas. La loca eres tú.
—Mira —la mujer se ha puesto seria, hasta donde puede conservarse su cara sin sonrisa, con el lujo y la vitalidad de sus veintitantos años— yo veo que Héctor Yunes se está adelantando innecesariamente y lo único que ha conseguido es alborotar el avispero, cuando falta mucho para que empiece la verdadera batalla por la candidatura.
—Pero Yunes Landa está arrimando a muchos simpatizantes…
—¿Crees? ¿Y qué tan seguras serán esas simpatías cuando empiece a surgir la línea desde arriba en lo estatal o desde muuuy arriba en lo nacional? Recuerda que los priistas somos, ante todo, institucionales, como tú dices a cada rato.
—Bueno, es que hay que mantener la disciplina y obedecer al “primer priista del estado”, que es el bastión de la unidad.
—De la unión, dirás, porque “unidad” se refiere a uno y “unión” a todos, y aquí de lo que se trata es que las bases del partido le entren a apoyar a quien finalmente sea designado, impuesto, elegido o insaculado, o lo que quieras, como candidato para la grande de 2016.
—Pues por si las dudas yo ya le mandé a decir por lo bajito al senador Yunes que estoy con él.
—¿A cuál? Porque hay tres.
—¡Pues a los tres, qué te crees! No vaya a ser que en una de ésas vaya ganando el más chamaco, el azul, y ni modo que nos quedemos seis años sin disfrutar las glorias del presupuesto. Y ahí sí que soy “institucional”, porque siempre estaré con quien esté al frente de las instituciones, y que por ello pueda disponer de los dineros públicos –casi sin querer, el muchacho (moreno, enguayaberado, astuto) se resguarda el bolsillo derecho con la mano; el gesto le recuerda que su cartera está casi vacía y tiene que ir a visitar ciertas oficinas para recargarla.
—Mira qué interesado te ves… pero interesado en lo personal, en lo particular. Ahí es donde fallas, porque tienes que tratar de ver por el bien de todos, de tu estado, de tu gente. Ésa es la verdadera política.
—¿Y de qué quieres que coma? Para hacer de esa política verdadera que tú dices, primero hay que tener un patrimonio, la bolsa llena y el futuro resuelto.
—Vaya que nunca entenderás –se enoja una vez más la muchacha con ese tema–. La única solución real es que todos estemos bien, no solamente unos cuantos, y si tú solamente ves por ti, y si todos tus iguales solamente quieren enriquecerse, pues nunca avanzaremos ni como sociedad ni como estado. Hay que trabajar por todos.
—¡Uuuta!

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