27 de Abril de 2024
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DE OÍDAS
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2014-08-15 - 09:38
No quería yo tocar estos temas, simplemente por no darle gusto a alguien que me había pedido comentarios sobre el ayuntamiento de Córdoba, pero llega el momento en que la situación se hace intolerable, y o escribo o exploto, y como explotar no es muy decente entre nuestra pudorosa sociedad, no queda más remedio que escribir al respecto.
Cuatro temas más uno traen locos a los ciudadanos, tanto que luego ya no son cuatro. El primero es San Iracheta, cuya palabra es palabra de Dios en estos días por el ayuntamiento. Quiere remediar todos los problemas de la ciudad con 600 millones de pesos en vialidades y cambios a la ciudad. Y aquí comienzan los asuntos que dicen que dijo, pero que no me consta. (Dicen que dijo, no sólo Iracheta, sino también el presidente municipal)
Todo mundo (pensante) está de acuerdo en que deben instalarse los parquímetros en el centro de la ciudad, y también todo mundo coincide en que los debe administrar el ayuntamiento. Los chismes de palacio dicen que Tommy Rivers a chaleco los quiere concesionar (como parte de sus deudas de campaña y no como futuro negocio o negocio al futuro), y debido a que los Canacos y los Canacintros y las fuerzas vivas de Córdoba exigen que el dinero sea para el ayuntamiento, entonces el proyecto está parado. Espero que esta información, como todos los chismes, sea falsa.
Dicen por allí que un hombre de negocios de la ciudad se desespera por el tiempo que hace en cruzarla hasta llegar a la zona industrial. De allí que decidiera mandar hacer un estudio de vialidad. Ahora sabemos que con unos pasos a desnivel y una sincronización de semáforos, más la prohibición de estacionamiento en ciertas avenidas, este prohombre de negocios lograría llegar a su fábrica con cinco minutos de ahorro en el tráfico citadino. San Iracheta propone inversiones millonarias para ahorrar esos cinco minutos de traslado entre dos caminos y los arcos, como si Córdoba fuera una ciudad grande y no un pueblo aspirando a ser algo más.
A estas alturas te preguntarás quién es San Iracheta, pues se dice que es un arquitecto urbanista que mediante módico pago con cheque de más de seis cifras (es decir, de siete para arriba), está haciendo un estudio de cómo mejorar la ciudad. Y el presidente municipal le tiene mucha confianza aunque no vive aquí, ni conoce a fondo la problemática local. Resulta que este hombre sabio ha dado dos pláticas a los interesados, una en Puebla y otra en Córdoba, explicando miles de datos estadísticos que ha obtenido de la Conapo y del INEGI, y afirmando que o componemos Córdoba o se convierte en una ciudad fantasma para el año 3000, pues poco a poco reducirá su población. Afirma que mueren más personas que las que nacen (eso me dijeron), aunque el dato es incorrecto, más bien quiso decir que en Córdoba muere más gente que en el resto del estado y nacen menos niños que en el resto del estado. Pero eso no significa que la ciudad vaya a decrecer. Y en lugar de proponer desarrollo económico, instalación de empresas, vinculación empresas-universidades, bajar recursos de fondos federales para beneficio de la economía, propone modificar el trazo urbano de la ciudad como si eso fuera condición suficiente (que necesaria sí es), para resolver los problemas de la ciudad. Dicen los que a sus reuniones fueron, que son dos horas de estadísticas y cinco minutos de conclusiones muy generales. Se espera que el 31 de agosto ya nos tenga un plan municipal de desarrollo urbano para someterlo al análisis de la ciudadanía.
Cabe aclarar que a Tomás se le pueden criticar sus proyectos porque los da a conocer y trata de obtener la opinión de los ciudadanos, cosa que en administraciones anteriores ni por error sucedía, pues el alcalde en turno (salvo Rivas) se sentía propietario de la ciudad.
El asunto de las bicicletas estilo París o México DF preocupa por varias razones: La ciudad consta de subidas y bajadas, no es una ciudad plana. Llueve mucho, o el sol es abrazador. No hay cultura vial, los automovilistas y camioneros son muy silvestres en cuanto a su respeto al reglamento de tránsito. Al final esa propuesta tendrá muchos cadáveres colgando de la reputación del alcalde y su cabildo.
El caminatorio sigue siendo un motivo de preocupación, pues la calle 1 no se considera la mejor para el proyecto. Sigue sin estimularse la creación de estacionamientos privados que atiendan la demanda que se va a generar. Y la idea de elevar los impuestos a los terrenos improductivos de la ciudad parece muy autoritaria y posiblemente fuera del marco constitucional.
Mientras se afirma que hay hectáreas y hectáreas de terrenos baldíos en la zona urbana de la ciudad, las estadísticas indican que hay menos de dos metros de áreas verdes por habitante, cuando la ONU recomienda un mínimo de siete metros. Esto implica que si se pretende que todos esos terrenos tengan construcciones al terminar la presente administración municipal, el área verde por habitante se verá reducida. Se sugiere que en lugar de elevar impuestos, el propio ayuntamiento compre esos terrenos baldíos y se hagan parques y espacios verdes para la población, sin olvidar que el tamaño mínimo de cada uno debe ser de 5 mil metros cuadrados, y no tener superficies encementadas, es decir, hay que olvidarse de los parques de bolsillo, y buscar tierrita y pastito para los habitantes de la ciudad.
La buena nueva es que se sigue negociando con distintos grupos, entre ellos Carso, la posibilidad de construir una plaza comercial en la ciudad, para atraer turismo comercial y robarle algo a Plaza Valle. (Curioso, en Orizaba se obstaculiza la plaza comercial de los Zairick, mientras en Córdoba ruegan por una)
El comentario principal es que Tomás no toma todas las decisiones, pero tampoco las consulta con el cabildo. Que hay un grupo que decide, y entonces hay que platicar con Tomás y con ese grupo para convencerlos de modificar los proyectos en beneficio de la ciudad, lo cual se torna más complicado.
Todo lo comentado es de “oídas”, pues no he asistido a las reuniones, y mucho menos platicado con los directamente involucrados. Son simples opiniones de cordobeses preocupados por su ciudad, y orgullosos de ser tomados en cuenta para expresar sus ideas.
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