28 de Abril de 2024
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Veracruz, visto por la Sabiduría Popular
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2015-06-10 - 09:10
Como sin querer, burla burlando, el tiempo transcurre y se va; vieja frase de pueblo que sustituye las sofisticaciones del calendario y el reloj que mide las horas: “ya estamos en junio”; se fue medio año y nos deja la certidumbre de la vida que se desliza; en la reflexión el dolor del tiempo irreversible, “cómo se pasa la vida”; la resistencia frente al desenlace, “cómo se viene la muerte”, el propósito desesperado de asir los días para que no se escapen; a veces la fatiga que satura el quehacer cotidiano; otras el deslumbramiento de un instante trae a presencia ímpetu o desafío de juventud distante.
Siempre, ocasión para el balance sobre la vanidad de la cosecha, la pena de las omisiones; y la red, lo poco o lo mucho, en el residual de las tareas realizadas. Tiempo para la reflexión y para hacer cuentas; viento que fue huracán o brisa, adviento en la renovación del propósito o de la promesa, fiesta minúscula del medio año transcurrido y esperanza de llegar, en gozo y en salud, a las fiestas del año nuevo. Tiempo para la renovación o para la rutina, para la edificación o para el despilfarro, para el bien o para el mal, para el todo o para la nada; trilogía del misterio: vivir, sobrevivir, peregrinar…
En la vida colectiva, ocasión también, para la oscilación; de lo mucho o de lo poco; Veracruz escenario y destino; búsqueda de los grandes denominadores comunes para el balance, para la reflexión, para la proyección; medio año transcurrido en densidad de problemas y de retos, de posibilidades y de frustraciones. En este primer semestre, la economía, en su fracaso total, es centro de gravitación del decir y del acontecer; semestre que pudiera ser de reordenación económica en las definiciones procedentes del gobierno con claroscuro de los aciertos y de los errores; ni la búsqueda enfermiza de los agujeros sobre el queso en el afán polémico o en el regateo de méritos, ni el queso sin agujeros en el triunfalismo político reciente, irritante.
En el desenlace, la frialdad de los números, los objetivos sujetos a número o estadística, que miden el avance que determinan lo que falta por hacer, en lo que queda de gobierno, que nutren la esperanza del rescate o la frustración del retroceso.
Meternos de lleno en el costal para analizar el gobierno de Duarte, implica no encontrar el camino que nos conduzca a la claridad de los hechos. Habrá tiempo de seguirle reprochando y echarle en cara lo bueno y lo malo de su paso por la ruta que tomó, o le indicaron que tomara, para conducir los destinos sociales, políticos y económicos de un Estado noble, rico en recursos materiales y humanos y que no supo aprovecharlos. No lo dejaron. O no tuvo la capacidad, la imaginación o inteligencia suficientes para hacerlo. Se le escurrió Veracruz como el agua que se resbala entre los dedos de las manos.
Contraste de luz y sombra, equilibrios de balance, frente a la moderación y disciplina en el manejo de la economía reproche por los excesos en la palabra; el regaño, ha sido lección aprendida en los años iniciales de la educación primaria, o en el aula inolvidable del hogar. Para ser eficaz se debe ser discreto y personal; la ofensa pública no mueve a la rectificación; al contrario, provoca rencor y estimula revancha; las discrepancias se multiplican y agudizan en la crisis que vivimos; ya lo advierte la sabiduría popular: “donde no hay harina, todo es ruina”; no son tiempos para el público reproche o para el alarde soberbio; son tiempos para la comprensión y para el diálogo, para la búsqueda silenciosa y tranquila del consenso, para la convocatoria apasionada y terca al encuentro y a la solución, para la conversación coloquial que permite dirimir las diputas, vigorizar los lazos solidarios, transformar las discrepancias que separan en coincidencias que acercan.
En fin, otra vez la sabiduría popular, “no son tiempos para lanzar cohetes sino para recoger varas”; son tiempos propicios para la reconciliación y para el entendimiento.


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