El gobierno federal se encuentra en un atolladero. Los hechos de violencia que se dieron el domingo 19 en Oaxaca que ya tuvieron su dosis de muertos (ocho) y decenas de heridos, provocaron que el hombre del poder en México sólo abajo del presidente, el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, se sentara a dialogar con líderes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), para tratar de apaciguar los ánimos. El problema aquí es que el gobierno le da beligerancia a delincuentes, y eso en vez de calmar la situación los va a envalentonar para seguir con sus infames bloqueos carreteros y urbanos, destrucción y vandalismo de oficinas públicas, vandalismo y saqueo de comercios, etcétera.
Atolladero porque el gobierno federal no se atreve a hacer lo correcto, es decir, utilizar la fuerza pública sin importar que caiga quien caiga para impedir los atentados contra la sociedad que cometen los militantes de la CNTE. Teme el régimen porque a nivel nacional e internacional los grupos y organizaciones llamados de “derechos humanos” tienden siempre a abogar por los criminales y a acusar a las fuerzas armadas y las policías de “represores”. A esas organizaciones, dominadas en su totalidad por militantes de izquierda, no les importan todas las tropelías que los disidentes cometen, y han de arremeter contra la autoridad, que ellos ven como adversario ideológico.
Hago un paréntesis para enfatizar los terribles estragos que causan los bloqueos carreteros, lejos de constituir tan solo una “molestia” para los automovilistas.
Los centros turísticos han sido seriamente afectados en Guerrero, Oaxaca y Chiapas principalmente. ¿Y qué implica esto? ¿Quiénes sufren ante el alejamiento de los turistas? ¿Los empresarios hoteleros y restauranteros nada más? Digo, porque para la postura ideológica tanto de la CNTE como de los normalistas rurales podría pensarse que consiguen su objetivo de perjudicar a los “malvados burgueses”. No. Esos “ricos” sufrirán pérdidas, pero en el peor de los casos, logran siempre rescatar un “colchoncito” y seguir viviendo en abundancia. No. Quienes sufren en todo el sentido de la palabra con esos bloqueos que los llevan al borde de la miseria y del hambre, son los meseros, camareras, personal de intendencia y en general los miembros de la clase trabajadora y media baja. Al tapar las vías de comunicación, esos adalides de la izquierda en México perjudican a los pobres, a los de condición humilde, a aquellos que paradójicamente dicen defender.
Al momento de escribir estas líneas ya se registra desabasto de alimentos y medicamentos en zonas marginadas principalmente de Oaxaca por los bloqueos. Ya hasta se está contemplando el cierre de la refinería de Salina Cruz, debido a que las pipas no pueden entrar ni salir de la zona por los manifestantes. Una vez más, los pobres son los más golpeados por esos disidentes de izquierda. No se ha podido distribuir la leche Diconsa que se reparte sin costo a los más necesitados. Eso es lo que logran los de la CNTE y quienes los apoyan con sus manifestaciones y bloqueos.
Y el gobierno federal, al sentarse a “negociar” con los líderes de la CNTE en la persona del mismísimo secretario de Gobernación, ya les dio la señal de que sí reditúa bloquear carreteras y calles y avenidas urbanas; de que sí funciona destruir oficinas de gobierno y vandalizar y saquear comercios; de que sí pueden obtener lo que quieren agrediendo con piedras, bombas molotov y hasta con disparos de armas de fuego a nuestros policías y soldados. Al reunirse con ellos, Osorio Chong ya les dio a entender que con un poquito más de presión van a lograr que se vuelva a reformar la Constitución y que se anulen los cambios que se hicieron a ésta conocidos como la reforma educativa.
Al salir de esta primera reunión con el titular de Gobernación, los líderes de la CNTE se jactaron de que al haberse reunido con ellos, el gobierno les dio autoridad, les concedió personalidad legítima para negociar cualquier cosa… Y tienen razón. El gobierno federal está demostrando debilidad ante los violadores de la ley, así que no es remota la posibilidad de que se dé la contrarreforma educativa en la Constitución por mucha firmeza que aparente el secretario Nuño Meyer. Al fin y al cabo eso es lo único que pretende la CNTE. No sé qué quiere negociar Osorio Chong con ellos si el motivo nuclear de los bloqueos, vandalización de oficinas, tomas y saqueos de supermercados, paros escolares, es revertir la reforma educativa del presidente Peña Nieto. La Coordinadora no va a aceptar nada más que eso.
Pero el gobierno ha sido corto de vista también al no saber percibir el aspecto psicológico del actuar político de ese sindicato, el aspecto ideológico.
Desde siempre, se ha visto en todas las manifestaciones de la CNTE, sea en simples desfiles, mítines y en los actuales bloqueos y hechos de violencia, el despliegue de sus símbolos: banderas de la extinta Unión Soviética; efigies del “Che” Guevara, de los también guerrilleros izquierdistas Lucio Cabañas y Genaro Vásquez y hasta del genocida Joseph Stalin. Eso debía darnos, tanto al gobierno como a la sociedad, un indicio de qué clase de personas son los líderes y miembros de la CNTE; de qué tipo de régimen quisieran para los mexicanos, y peor, qué tipo de educación (adoctrinamiento) imparten a los niños y a los jóvenes.
Aunque algunos se escandalicen, el gobierno debería utilizar sin que le tiemble la mano toda la fuerza del Estado, fuerzas armadas y policías, para poner orden en el país y evitar el caos, sin importar que caiga quien caiga. Aquí no caben medias tintas.
Si gobierno del presidente Peña no está dispuesto a actuar, entonces que les suelten todo el dinero del mundo a los líderes de la CNTE y que mantengan los privilegios de que han gozado durante tantos años; que se le permita heredar a sus hijos o a quien quieran su plaza de maestro a los miembros de ese sindicato, aunque los herederos no tengan ninguna preparación; que falten a clases cuando quieran y por ningún motivo se les vaya a descontar ni un centavo. Y por supuesto, que se mande cuanto antes la iniciativa para volver a reformar la Constitución y quitar de ésta los cambios conocidos como “reforma educativa”. A ver si así se calman las cosas.
Y hasta el próximo sábado, si Dios lo permite.

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