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Inteligencia, prudencia y sabiduría
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2016-10-10 - 14:01
Mas ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Dónde está el lugar de la inteligencia? (…) Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, Y el apartarse del mal, la inteligencia. Job 28: 12 y 28
A menudo escuchamos que cuando alguien se refiere a un político dice: es súper inteligente, tiene dos licenciaturas y posgrados en los Estados Unidos, ha sido secretario de Estado y un variopinto más de elogios que describen al sujeto en cuestión.
Sin embargo, la inteligencia no basta para conducirse en la función pública, ni tampoco en cualquier otro tipo de tarea, por más modesta que sea.
En los últimos tiempos hemos sido testigos de cómo gobernantes con talento intelectual sobresaliente, han cometido errores fatales a la hora de tomar las decisiones más trascendentes, ellos se equivocan y las consecuencias las pagamos todos.
Queda claro que un hombre inteligente puede estar dominado por la ambición y por lo tanto, cometer actos imprudentes y estar alejado, necesariamente, de la sabiduría.
Un caso significativo de lo que menciono, es el del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, un hombre destacado por su preparación principesca y por sus amplia cultura.
Hijo de Raúl Salinas Lozano y de Margarita de Gortari Carvajal (perteneciente a una familia de gran prominencia intelectual), Carlos, al igual que su hermano Raúl, fueron educados para ser presidentes. Don Raúl fue un hombre del poder que llegó a ser secretario de Estado, doña Margarita era una mujer disciplinada y educadora de formación.
Carlos Salinas tuvo la oportunidad de rosarse con la crema y nata de la política mexicana, muy joven viajó al extranjero y, además, fue enviado al ejido de Batopilas, en Coahuila, para que conociera de cerca la realidad campesina.
Cuando el susodicho culminó su licenciatura en Economía en la UNAM, ingresó a la universidad de Harvard, quizá las más prestigiada del mundo, donde realizó dos maestrías y un doctorado.
Ocupó altos cargos en la burocracia financiera antes de llegar a ser presidente de México en 1988, con el bagaje que traía, se esperaba que hiciera un papel trascendente conduciendo los destinos de la nación.
En efecto, al inicio así fue, Salinas impulsó una serie de reformas económicas, políticas y sociales, que llevaron a varios analistas del extranjero a compararlo con Gorbachov, sus planteamientos para transformar a México fueron definidos como la “salinostroika”.
No abundaré en un recorrido de toda su administración, solo quiero recalcar que en el momento de tomar las decisiones nodales, la gran inteligencia de Salinas no lo ayudó en nada. El clima político se enrareció en su último año de gobierno, el equipo compacto se fracturó, la economía entró en una crisis que reventó en diciembre de ese mismo año y padecimos dos homicidios que laceraron nuestros corazones, el de Luis Donaldo Colosio Murrieta y el de José Francisco Ruiz Massieu, antes, habíamos atestiguado el del cardenal Jesús Posadas Ocampo, a lo que tenemos que agregar el levantamiento armado del subcomandante Marcos, peor, imposible.
El ex presidente en cuestión no hizo caso de lo dicho por el rey David: “Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; Si inclinares tu corazón a la prudencia (Proverbios 2:2)”, dejó todo a su inteligencia superior, pero nunca hizo alarde de prudencia y sabiduría, los resultados los conocemos todos.
Caramba, cuantas equivocaciones por la soberbia de no aceptar la enseñanza de los textos bíblicos, por ello, ocurre lo que nos dice Proverbios 3:35: “Los sabios heredarán honra,
Mas los necios llevarán ignominia”.
Insisto señores políticos, no basta ser muy inteligente, hábil y pragmático, es indispensable ser prudente y sabio, claro, depende de cómo quieran pasar a la historia.

*Vivencias de Rafael “El Negro” Cruz, editadas por Javier Roldán

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