28 de Abril de 2024
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Dos Agustín Acosta Lagunes, un hombre inteligente y ordenado
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2016-09-19 - 09:27
Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres: El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso. Eclesiastés 6:1-2
No tengo la menor duda de que el éxito de don Agustín Acosta Lagunes, como gobernador de Veracruz y en todo lo que hizo a la largo de su vida, estuvo fundado en su destacada inteligencia, además del orden, seriedad y profesionalismo con el que emprendía sus quehaceres.
Lo conocí a mediados de los años ochenta en su despacho de Palacio Nacional, donde se desempeñaba como subsecretario de Hacienda de Investigación Fiscal, salió de su oficina y me dijo: ¿tú eres el “Negro” Cruz?, a lo que agregó sin dejarme responder: “no se te olvide, voy a ser gobernador de Veracruz”.
A partir de ese momento me volví asiduo visitante del instruido político, quien me facilitó las cosas al señalar a su entonces secretario particular, Alejandro Hernández Gallardo, que tenía derecho de “picaporte”.
Don Agustín fue un pionero de los funcionarios que estudiaron en los Estados Unidos, él lo hizo en la Universidad de Nueva York, su preparación y el auto descarte de Gustavo Carvajal (que soñaba con ser el abanderado para la presidencial), permitieron que el mencionado se alzara con la candidatura del PRI al gobierno de Veracruz en 1980, López Portillo creyó en su proyecto.
Una cuestión que distinguía a mi entrañable amigo Acosta Lagunes era, que a pesar de sus estudios, nunca perdió la sencillez, ni olvidó sus orígenes campiranos, siempre tuvo los pies bien asentados en la tierra.
Recuerdo cuando acudimos a su unción como candidato del tricolor con la tradicional parafernalia que rodea este tipo de eventos. Cuando salíamos de regreso a la CDMX de El Lencero, Don Agustín indicó a Demetrio Ruiz Maleva y a mí que bajáramos del jet de la CNC, vamos a comer espetó. Supusimos que lo haríamos en el puerto de Veracruz pero no fue así. El chofer nos condujo a Paso de Ovejas y en una humilde fonda (la predilecta del susodicho), nos refinamos los sagrados alimentos. Algo que el aludido no “perdonaba” en el postre eran los plátanos fritos, insustituibles. Después, retornamos los tres en avión de línea a la capital del país.
Como gobernador, Acosta emprendió la construcción de obra pública a lo largo y ancho del estado, de entrada mandó construir el puente que comunica Carlos A. Carrillo con el Ingenio San Cristóbal y resolvió el añejo problema de la falta de un puente entre Tamaulipas y Veracruz por la vía corta hacia Tampico. Los transportistas tardaban horas en cruzar por medio de la panga, sensible, el mandatario se aplicó para destrabar el entuerto. Comulgó como pocos con aquello que dice: “obras son amores y no buenas razones”.
Uno de los momentos en los que más me impresionó Don Agustín, fue en una comida que hicimos en noviembre de 1998 en el restaurante Guria ubicado en Colima # 152 de la colonia Roma, los asistentes: Pepe Murat, José Córdoba Montoya, Acosta y yo.
Durante la tertulia, Don Agustín dio a Pepe una auténtica cátedra de como ejercer el gobierno, a grado tal que “Monsieur” Córdoba observó asintiendo a todos los consejos emitidos, lamento no haber registrado con una grabación el hecho…¡cómo le harían falta esas recomendaciones a más de uno!
Dios me ha concedido el privilegio de continuar fomentando la amistad de la familia de Don Agustín, que se nos adelantó en el 2011.
Doña Esperanza Azcón viuda de Acosta Lagunes, es una mujer de gran sensatez que siempre coadyuvó en las obras de su esposo, Agustín hijo y el fallecido Ernesto, heredaron la gran inteligencia de su padre, también, desde luego, su don de gentes y compromiso social.
Don Agustín, donde se encuentre, seguro tendrá todo en orden.

*Vivencias de Rafael “El Negro” Cruz, editadas por Javier Roldán

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