CLAROSCUROS - José Luis Ortega Vidal
Javier Valdez y los partos producto de una sociedad violada…
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2017-05-17 - 23:39
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El asesinato de Javier Valdez Cárdenas ha sido un parto más.
Los partos de los periodistas violados generan hijos muertos.
Son, además, partos constantes, añejos e irrefrenables.
¿Quién nos viola?
El Estado, sí.
La mafia, sí.
Nosotros mismos, sí.
Las de la Mafia-Estado, Estado-Mafia-Nosotros, son violaciones producto de orgías históricas.
Decir que México vive una democracia en pañales es como declamar un verso de “Los tres cochinitos”, memorable canción infantil de Cri-Cri.
Mencionar que México está dividido en fracciones con realidades disímbolas, complejas, contradictorias, donde entidades como Querétaro y Aguascalientes mantienen altos índices de desarrollo económico y Mérida representa un lugar con un alto nivel de seguridad, mientras Sinaloa, Michoacán, Guerrero, Tamaulipas, Veracruz, son terminales de un viaje con destino hacia el infierno, no es equívoco.
Hay un Estado Fallido que convive con un Estado en Desarrollo.
Y ambos conforman el rostro multifacético mexicano.
Desde la macroeconomía y a partir de las variables que nos ofrecen las Reformas Estructurales se mezclan datos positivos con datos negativos.
En contraste, desde la microeconomía hay amplias zonas del país en Oaxaca, Chiapas, Tabasco –entre otros lugares- donde la gente literalmente muere de hambre o se suma a la violación de una Ley que no sirve porque requiere de elementos sociológicos y socioeconómicos para su aplicación, los cuales no existen.
El cantautor cubano Silvio Rodríguez se pregunta en alguna canción: ¿Si alguien roba comida y después da la vida qué hacer?
Ni siquiera podemos decir que vivimos con ese conflicto ético; hace mucho tiempo lo rebasamos.
Un caso como ejemplo: los niños halcones que trabajan para los cárteles en todo el país. Muchos de ellos aparecen involucrados en las muertes de periodistas y de mucha gente más; además de ser clave en problemáticas como el narcotráfico, el secuestro, el huachicoleo, el tráfico de seres humanos, entre otras.
¿Qué son esos niños: culpables o simplemente otras víctimas?
El modelo político partidista del país llegó a su fin hace décadas y los grupos de poder a quienes sirve se empeñan en mantenerlo vigente.
Negar el acceso a la sociedad civil para que tome parte directa e inmediata –en el día con día, en el proceso a proceso, en la coyuntura con coyuntura- es una suerte de violación de la historia.
Pobre historia, la violamos igual que a los periodistas que paren colegas asesinados sin que este horror tenga freno.
Las declaraciones de gobernadores, fiscales, el poder federal ante un asesinato más en el sentido de que lo lamentan y aplicarán todo el rigor de la ley contra los culpables son falsas.
Es preferible una mentada de madre.
Al menos serían un tanto sinceros con un pueblo al que la clase política trata, abyectamente, como pendejo.
Y ese pueblo, hay que reconocerlo, igual que muchos periodistas se viola a sí mismo y le falta un alto grado de conciencia…
Ciertamente le falta educación; ha sido condicionado –como lo demostró Pablov- a comportarse bajo el control de los estímulos…
Habitamos un círculo vicioso y termina manejando el control el amo de los estímulos…
Para los marxistas es un asunto de lucha de clases.
Para Federico Hegel sería un tema dialéctico.
Para la antropología de Claude Levis Strauss debemos hurgar en nuestro origen mítico.
En el aquí y ahora lo de Javier Valdez Cárdenas y la larga lista de colegas asesinados constituye un dolor indescriptible que llena al país de llanto, de gemidos y pujidos…
Esperando nomás la nueva violación que ya está ocurriendo y el próximo parto que vendrá tan sangriento como el de Sinaloa.
Ay Javier, ay MIroslava, ay Regina, ay Goyo, ay Cuco desaparecido y para muchos ya muerto, pero si los culpables somos todos: el Estado, el Crimen Organizado, a los infantes que somos, por llamarnos de algún modo…
Por recordar a Gabilondo Soler y nuestra sociedad que es como la patita que va al mercado a comprar todas las cosas del mandado…
O si lo prefieres, lector, recordar al inmortal Roque Dalton y su poema:
Te estoy haciendo un destino aquí mismo.
Lo estoy dibujando en las alas de un pájaro.
Lo estoy pintando en la pared de mi cuarto.
Ahora el pájaro vuela con furia,
ahora lanza su grito de guerra
y se dispara contra la pared.
Sus plumas están flotando en el espacio.
Sus plumas mojándose en su sangre.
Coge una y te escribe este poema.
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