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CRÓNICAS AUSENTES - Lenin Torres Antonio
La tercera cultura y los nuevos ateos científicos
2021-02-22 - 09:05

Lenin Torres Antonio


El afán del hombre por dar respuestas a los enigmas del mundo externo e interno, lo llevó a pasar de dejar el oráculo a hacerse cargo con el saber y la búsqueda de la verdad, a transitar de la oralidad a la letra, y de la letra al concepto.


Aunque esos mundos el externo, si bien se pensaba estaba bien definido como objeto de estudio, y las respuestas a las preguntas que resolver, y el interno, la naturaleza humana, tácitamente como physis, también habíamos pensando que estaba definida, no obstante, ésta última, no podemos dejar de pensar en una ciencia del hombre mucho más allá de esas coordenadas, pues demanda hacer una ciencia que también incluya el espíritu.


En la introducción a la tercera cultura (1) se dice que “los hombre de ciencia no supieron defender la trascendencia”, y esta quedó en manos de los letrados, los intelectuales, los filósofos, también podríamos decir que la ciencia se quedó en “el aquí”, pensando que no había más que el método científico, la causalidad, una apropiación de la universalidad para hacerse con el criterio de verdad, la verdad científica, dejando a los letrados (humanistas) el campo de la especulación, quienes a falta de esa criterio de verdad, asumieron el poder a través de aprovecharse de la naturaleza humana imaginativa más que racional.


Si bien esa tercera cultura tiene que ver con la emergencia un contexto más amplio de conceptos y métodos que se apartan del cientificismos clásico cartesiano, y asumen, a partir de los avances en la bilogía y la física elementos que sólo flotaban y atravesaban la filosofía, también la movilidad de un mundo global exige un saber más dinámico, y traducible no tan sólo a varios idiomas sino también a una nueva pedagogía y didáctica como el ABC de la relatividad, o marxismo para principiantes de Rius.


La ciencia fue secuestrada por el poder privado, y se volvió el único gran relato para responder o intentar responder a lo qué somos y hacia dónde vamos, del hombre físico-biológico, dejando el hombre espiritual en el terreno de la literatura y la especulación filosófica, hoy los grilletes de la ciencia se han roto por una sociedad movible y las lucha geopolíticas.


Es curioso, entre comillas, que todo ese movimiento que saca a los científicos a competir con los letrados por la atención de la gente, se haya dado principalmente en los Estados Unidos, e incluso es reconocido textualmente por John Brockman en su introducción, “Hoy día Norteamérica es el semillero intelectual de Europa”, aunque también reconoce que se da por la emigración voluntaria e involuntaria, aunque mantiene la hegemonía de Norteamérica, “la emergencia de la tercera cultura introduce nuevas formas de discurso intelectual y reafirma la preeminencia de Norteamérica en el terreno de las ideas importantes”, dejando de recordar la Viena de Freud, Wittgenstein, incluso de Marx, siendo Viena la isla en un continente, ahora Norteamérica el continente en una isla.


Al final de cuenta la emergencia de la tercera cultura tiene que ver con la importancia de la complejidad y la evolución (2) que tienen que ver con desvelar las grandes aporías.


No es gratuito que los letrados se hagan con términos científicos como “teoría”, si con ello lograr respeto y connotaciones concluyentes que sólo saben que la ciencia puede dar, puesto que todo hombre que intenta emerger un saber tiene la pretensión de ese “rigor científico” y aún más, cuando trata contextos del espíritu, y se induce a utilizar los términos como teoría, conectores necesario, la causalidad, en aras de la universalidad.


La tercera cultura creo que es la inauguración de la ciencia como filosofía práctica, es dejar de estar eclipsado por el brillo epistémico de la especulación de sistemas totalizadores, y transitar a la especialización cognitiva y epistémica que termina en una técnica para transformar la realidad, o cuando debiera así ser.


La dinámica de un mundo global que tiene como característica la movilidad y el cambio precipitado, incluso a pasos agigantados, los fenómenos van más adelante de las respuestas que puedan dar las ciencias, y lo vivimos hoy día con la pandemia del coronavirus, los cambios vertiginosos exigen a la tercera cultura afianzar la idea de una ciencia intelectual y fácil de comunicar.


Pese al intento en esa tercera cultura de comunicar, llevar de la mano la ciencia con la sociedad, incluso alimentarse con ella, sigue siendo la ciencia un lugar exclusivo, y se crean filtros para determinar si un conocimiento es científico o no, podríamos llamarla la burocracia de la verdad, la legitimidad de la verdad.


Creo que la tercera cultura es una respuesta al agotamiento del mundo griego como punto de referencia del conocimiento, verdad y certeza del hombre y del mundo, e incluso, podremos observar que las luces de la ilustración también se fueron apagando, y aunque la disposición de la posmodernidad de problematizar y evidenciar ese agotamiento, emerge la tercera cultura como una nueva revitalización de la ciencia, fuera del dogma y la especulación, sirviendo de puente entre ciencias del espíritu y ciencias naturales.


Es innegable que la aplicación de nuevos conceptos, que vienen como referencia de la ciencia, el concepto de caos, complejidad, incertidumbre, entropía, ha podido ser aplicados para esclarecer parcelas de la filosofía y la literatura, de las ciencias humanas(3).


Decía Ciorán que si le damos un fin específico a la vida ésta pierde sentido, en cierta forma, algo pasa con el debate en “letrados” y “científicos”, los letrados se sostienen por el misterio, por la especulación, la ignorancia, el prejuicio, la imaginación, esta tercera cultura que implica rigor en la ciencias del espíritu, que incluso podría decirse, producido por la urgencia y el cansancio de los seres humanos por ver los fines de la vida más oscuros e indescifrables, explicaba Paul Davies, recordando las resistencias a que los científicos puedan abordar temas que parecían exclusivos de los letrados (“intelectuales”), y que en esos terrenos nada tenía que opinar, principalmente porque la metodología tenía que ser la intuición, la imaginación, la estética, etc.


Un prestigiado periodista británico Brian Appleyard confiesa en su prefacio de su best-seller Understannding the present “que unos de los motivos por el que escribió su libro fue por “lo ofendido que se sintió tras entrevistar a Hawking: le soliviantó la arrogancia de los científicos que se atreven a pronunciarse sobre temas tan profundos como Dios, la existencia y la humanidad”, y creo que más, porque el hombre se sostiene en la vida (el sentido ante su terror a la infinitud), a través de sus mitos constitutivos, por lo que nadie debe tocarlos ni desvelarlos (Dios, la existencia, los fines de la vida, la razón, la civilidad) porque dejaría de tener interés la vida, hay algo que tiene que ver con su mundo imaginario que ha construido, por eso la tercera cultura arroja por doquier a los nuevos ateos y blasfemos como  Stephen Hawking.


Puede ser que la tercera cultura no sea más que una reedición de la filosofía natural(4), y que aun pensando que los científicos (letrados) aportan esa nueva visión, que tienen que ver con “el mundo no es estático ni eterno, sino que evoluciona en el tiempo”, la auto organización de la vida biológica humana, y quizás social, la complejidad relacionado a la relatividad, ya en la filosofía natural emergieron pilares que no situaban, cuando menos, en ese contexto de esa nueva visión del mundo y lo humano, como Parménides de Lea con su idea del ser como inmóvil y perfecto, y en contraparte, pensando en la complejidad, y la relatividad, Heráclito de Éfeso, con su devenir permanente, que muy bien se acercan a lo relativo contrario a lo absoluto.


1.- La tercera cultura de John Brockman.


2.- La tercera cultura de John Brockman, página 16.


3.- La tercera cultura de John Brockman, página 24 Martin Rees “Existe el convencimiento de que hay conceptos generales, como el de caos que se pueden cuantificar y aplicar en multitud de contextos independientes”.


4.- La tercera cultura de John Brockman, Lee Smolin: “percibo un renacimiento de la tradición de la filosofía natural, aunque basada en una nueva visión del mundo”.


Febrero de 2021  


 


 

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