21 de Noviembre de 2024
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ES CUÁNTO - Héctor Raúl Rodríguez
Entretelones y otros males de la historia política de Veracruz
2022-04-08 - 11:07

Héctor Raúl Rodríguez


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Una mirada al proceso histórico-político de Veracruz de los últimos 50 años, desde el llamado Carbonelazo a la fecha, revela una especie de dialéctica en el desarrollo, ascenso y caída de personajes y grupos políticos a lo largo de 8 sexenios y un bienio, que parece demostrar que en la política a la veracruzana no hay muertos-muertos, ni tampoco mal que dure cien años.


Desde el gobierno del orizabeño Rafael Murillo Vidal (1968-1974) han sido gobernadores de Veracruz Rafael Hernández Ochoa (1974-1980); Agustín Acosta Lagunes (1980-1986); Fernando Gutiérrez Barrios-Dante Delgado Rannauro (1986-1992); Patricio Chirinos Calero (1992-1998); Miguel Alemán Velasco (1998-2004); Fidel Herrera Beltrán (2004-2010); Javier Duarte de Ochoa-Flavino Ríos Alvarado (2010-2016); Miguel Ángel Yunes Linares (2016-2018) y Cuitláhuac García Jiménez (2018-2024).


En muchos casos, las circunstancias han sido determinantes para el ascenso de un mandatario estatal y su grupo político, aunque en otros, quien llegó a la titularidad del Poder Ejecutivo trabajó fuerte para construirlas, apoyado en la lucha dialéctica de las fuerzas políticas y sociales, tanto a nivel local como nacional.


El suceso que pasó a la historia política local conocido como El Carbonelazo ocurrió al final del sexenio de Rafael Murillo Vidal, a quien le tocó vivir la resaca del Movimiento Estudiantil del 68 y replicar la política del entonces presidente Luis Echeverría de incorporar cada vez a más jóvenes en los puestos de gobierno.


Como subsecretario de Gobierno de ese entonces, Manuel Carbonel de la Hoz había trabajado con los grupos políticos locales de Veracruz. Lo conocían y tenía su respaldo. Actores de esa época afirman que su proyecto era impulsado desde la Ciudad de México por el entonces subsecretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, muy ligado a la corriente política del ex presidente y ex gobernador Miguel Alemán Valdez, con fuerte presencia en Veracruz. En ese sentido, la postulación de Carbonel al gobierno del Estado representaba la fuerza de los grupos locales, una posición federalista, frente al centralismo de las decisiones del sistema político, aunque a nivel nacional era famosa la frase del ya para entonces presidente José López Portillo sobre “el localismo empobrecedor”.  


A la decisión de postular a Carbonel como candidato a la gubernatura se opuso el entonces dirigente nacional del PRI, el ideólogo tuxpeño, Jesús Reyes Heroles, cuando declaró al diario Excélsior, el más influyente de aquella época: “Yo, como veracruzano, no he votado por él”, lo que dio paso al llamado Carbonelazo y su sustitución como candidato por el entonces diputado federal por el distrito de Misantla y ex secretario del Trabajo, Rafael Hernández Ochoa.


Desde los sexenios de Murillo Vidal y Hernández Ochoa varios jóvenes universitarios o recién egresados de las aulas se incorporaron a las filas del gobierno y del entonces partido oficial, el PRI, tanto a nivel local como federal. Entre estos destacaban Fidel Herrera Beltrán, Dante Delgado Rannauro, Guillermo Zúñiga Martínez, Miguel Ángel Yunes Linares y Flavino Ríos Alvarado, entre otros.


En el gobierno de Hernández Ochoa, Dante Delgado, entonces dirigente juvenil aspiró a ser alcalde de Córdoba y los grupos priistas vinculados al gobernador no le permitieron llegar. El dirigente del PRI estatal era el entonces joven martinense Gonzalo Morgado Huesca. Fidel Herrera fue diputado federal y Miguel Ángel Yunes fue funcionario de Patrimonio del Estado, dirigente de la CNOP y diputado local. 


En la sucesión de 1980 el candidato a la gubernatura del estado fue el economista que ocupaba un puesto en la Secretaría de Hacienda, Agustín Acosta Lagunes, originario de Paso de Ovejas, quien designó al pozarricense Ignacio Morales Lechuga como secretario de Gobierno, y a Dante Delgado como subsecretario. En esa época Fidel Herrera fue diputado federal y Miguel Ángel Yunes tuvo que exiliarse en la ciudad de México al enfrentarse con el veleidoso mandatario, quien encarceló al ex director del IPE José Luis Lobato Campos, compadre de Yunes, y presionó hasta la renuncia a otro de sus amigos cercanos, el entonces alcalde de Xalapa, Carlos Padilla Becerra.


Dos sexenios después del Carbonelazo, en 1986, Fernando Gutiérrez Barrios – cuya incorporación al servicio del gobierno data de la época del ex presidente Miguel Alemán Valdez - es postulado a la gubernatura y Dante Delgado, entonces diputado federal, asume la dirigencia estatal del PRI, y una vez ganada la elección, se hace cargo de la Secretaría de Gobierno.


Gutiérrez Barrios ejerce un papel central en la sucesión presidencial de 1988, dado su conocimiento del sistema político y de las áreas de inteligencia del gobierno federal, en una elección clave por el surgimiento del Frente Democrático Nacional y la ruptura  con el PRI de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. Tras la polémica elección de julio de ese año y la entronización de Carlos Salinas de Gortari en la presidencia, el gobernador de Veracruz es llamado a ocupar la Secretaría de Gobernación ante un escenario político convulso.


En Veracruz, Dante Delgado Rannauro – quien dos sexenios antes no pudo ser alcalde de Córdoba - asume la principal oficina del Palacio de Gobierno, en calidad de gobernador sustituto. De 1988 a 1992 fueron cuatro años de política intensa en Veracruz con el Programa Nacional de Solidaridad, el favorito de Salinas, que el gobernador supo capitalizar “a tambor batiente”, definió el propio Presidente, para llevar obra a cientos de municipios.


Fue en la sucesión estatal de 1992, una vez que Gutiérrez Barrios había dejado la Secretaría de Gobernación y su grupo político con el gobernador Dante Delgado había impulsado la candidatura del senador Miguel Alemán Velazco,  que el Presidente Salinas impuso a Patricio Chirinos como candidato a la gubernatura y Yunes regresó a Veracruz como diputado federal y presidente estatal del PRI, de tal modo que una vez ganada la elección asumió la Secretaría de Gobierno.


Miguel Ángel Yunes fue un secretario de Gobierno fuerte pues dada la cercanía del gobernador Chirinos con el presidente, se convirtió en el operador de la agenda política y en el funcionario que llevaba el control de la política interna del estado, a tal grado que, con el objetivo de construir su propia circunstancia, trató de contener a muchos políticos vinculados con la corriente alemanista, como al propio senador Miguel Alemán Velazco y al ex gobernador Dante Delgado; a opositores del régimen salinista – principalmente militantes del PRD - y a quienes eran sus adversarios personales, como Fidel Herrera Beltrán o el también ex secretario de Gobierno, Ignacio Morales Lechuga, además de mantener a raya a la prensa crítica.


Las circunstancias cambiaron, sin embargo, con el ascenso de Ernesto Zedillo a la presidencia, en diciembre de 1994, y la caída del salinismo; la reforma electoral ciudadanizó a los órganos electorales y permitió mayor competencia política, de tal forma que en 1997 el PRI perdió la mayoría de la Cámara de Diputados y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. En este contexto Chirinos y Yunes perdieron la cercanía de la que gozaban con Salinas – a pesar de que operaron el encarcelamiento del ex gobernador Dante Delgado -, y se posicionó la figura del senador Miguel Alemán para la sucesión estatal de 1998.


Una vez postulado candidato a la gubernatura – lo que no pudo lograr en 1992 cuando se le atravesó Patricio Chirinos - Miguel Alemán trajo consigo a Fidel Herrera Beltrán como dirigente estatal del PRI, aunque al ganar la elección a la Secretaría de Gobierno llegó la abogada Nohemí Quirasco, presuntamente recomendada por Fidel, quien aguardó para postularse al Senado en el año 2000, donde contendió por la segunda fórmula priista, acompañando al ex gobernador Fernando Gutiérrez Barrios, quien iba en la primera. En los hechos, seis años después, era el reposicionamiento del grupo gutiérrezbarrista-alemanista y de los adversarios de Chirinos y Yunes.


La popularidad del gobernador Alemán y su vinculación con la clase política y empresarial de la Ciudad de México y de Estados Unidos, le permitió encartarse en la sucesión presidencial del año 2000, aunque el zedillismo se inclinó por el entonces secretario de Gobernación, el sinaloense Francisco Labastida, quien perdió la elección ante el panista Vicente Fox, dando paso a la primera alternancia en la presidencia de la república.   


Alemán Velazco gobernó Veracruz apoyándose en el capitán Alejandro Montano Guzmán, al que hizo secretario de Seguridad Pública, pero en la operación política repartió las funciones entre su secretario particular, Roberto López Delfín, y el subsecretario de Gobierno, Jorge Uscanga Escobar. Creó la subsecretaría de Asuntos Jurídicos desde la cual coordinó los trabajos con el Congreso del Estado para promulgar una nueva Constitución Política del Estado. Para la segunda mitad del sexenio, Uscanga Escobar fue postulado a una diputación federal y en su lugar llegó, con el apoyo de Montano, el minatitleco Flavino Ríos Alvarado, quien ya había ocupado ese puesto en el cuatrienio de Dante Delgado, y en 2003 ascendió a la Secretaría de Gobierno en sustitución de Nohemí Quirasco.


En la sucesión de 2004, ya sin un presidente de la república priista que fuera el gran elector, el senador Fidel Herrera tenía mucho camino andado para ser el candidato a gobernador, pues tenía el apoyo del líder del Senado, el priista Enrique Jackson, era conocido en todo el estado y era cercano al gobernador, aunque a nivel local el nombre del secretario de Gobierno, Flavino Ríos, llegó casi a la recta final, y se le veía como el plan b de Miguel Alemán.


Fidel Herrera fue candidato y ganó la gubernatura, pero a la Secretaría de Gobierno no llevó al dirigente estatal del PRI, sino al alcalde de Xalapa, Reynaldo Escobar Pérez, quien había llegado a ese puesto apoyado por el grupo del ex alcalde Rafael Hernández Villalpando, vinculado al ex gobernador Dante Delgado, aunque una vez en la alcaldía marcó su distancia y se proclamó el alcalde más alemanista de Veracruz.


De 2004 a 2010, el control político del estado siempre estuvo en manos del gobernador Herrera Beltrán y fue él quien decidió a quién le abría los espacios para el crecimiento político. De este modo, mientras promovía al subsecretario de Finanzas, Javier Duarte de Ochoa, a una diputación federal, contuvo a varios actores dentro del gabinete, como al propio secretario de Gobierno y al subsecretario Héctor Yunes Landa, y al ex dirigente estatal del PRI y ex diputado federal, José Yunes Zorrilla, quien perdió su primera elección para la senaduría en 2006.


Aún sin un presidente priista, Fidel Herrera fue el gran elector en la sucesión estatal de 2010 y postuló al candidato que había preparado para el cargo, quien contendió contra uno de sus viejos adversarios: Miguel Ángel Yunes Linares, postulado por el PAN.


Javier Duarte ganó la elección y asumió la gubernatura manteniendo -al principio-, la alianza con los grupos políticos que había sumado a su causa y cohesionado el Fidelato: el ex candidato panista en 2004, Gerardo Buganza Salmerón, al que Yunes Linares había desplazado para  quedarse con la candidatura, asumió la Secretaría de Gobierno. El ex alcalde y ex secretario de Gobierno, Reynaldo Escobar, la Procuraduría General de Justicia; el ex Director de Banobras, Tomás Ruiz González, la Secretaría de Finanzas, entre otros.


En la sucesión presidencial de 2012, luego de dos sexenios panistas, y una vez descartada la posibilidad de que Fidel Herrera pudiera buscar la presidencia de la República, el gobernador de Veracruz apoyó al ex gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, quien ganó la Presidencia y ya en el poder presumió a un grupo de jóvenes gobernadores que desde su perspectiva, representaban al nuevo PRI con los que había logrado sacar al PAN de los Pinos y regresar a la Presidencia: Javier Duarte, de Veracruz; Roberto Borge, de Quintana Roo, y César Duarte, de Chihuahua. Vueltas de la fortuna y de la política, hoy los tres están detenidos por delitos relacionados con el desvío de recursos públicos y lavado de dinero.


Acaso sabiendo que contaba con el apoyo del presidente Peña Nieto, Duarte ejerció el gobierno con una visión patrimonialista; echó mano de la cuenta concentradora de recursos – la famosa licuadora – y manejó el presupuesto de manera discrecional. Al igual que su antecesor trató de contener a sus adversarios al interior del PRI, particularmente a Héctor y Pepe Yunes, quienes en 2012 se postularon como candidatos a senadores en la primera y segunda fórmula y ganaron la elección.


En 2016, tras la debacle económica del estado y una vez sin el apoyo de Peña Nieto, la decisión de postular candidato a la gubernatura recayó en el presidente y los grupos políticos nacionales. En esa coyuntura, el dirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, hizo valer su antigua relación con el entonces senador Héctor Yunes Landa, quien resultó postulado candidato, pero perdió la elección ante Miguel Ángel Yunes Linares, candidato de la coalición PAN-PRD y quien supo capitalizar el descontento social provocado por la debacle económica y política del estado tras la gestión de Duarte, a pesar de que hubo un tercer participante, el candidato de Morena, Cuitláhuac García Jiménez, quien se fue a un lejano tercer lugar en los comicios.


Duarte se vio obligado a pedir licencia y se dio a la fuga ante las órdenes de aprehensión en su contra, de tal modo que el sexenio fue concluido por quien ocupaba el puesto de Secretario de Gobierno por segunda ocasión. El mismo que no pudo llegar a la gubernatura en 2004: el doctor en derecho Flavino Ríos Alvarado.


El mandatario defenestrado había reformado la Constitución Política local para sincronizar las elecciones para gobernador con las presidenciales a partir de 2018, razón por la cual Miguel Ángel Yunes fue gobernador solo durante un bienio, de 2016 a 2018.


En su breve período de gobierno, Yunes ejerció el mando – una vez más- con toda la fuerza del estado. Se hizo del control de la Fiscalía General donde impuso a un incondicional para perseguir, amedrentar y someter a sus adversarios.


Más que generar consensos en torno a su proyecto político y conservar el impulso de la elección que había ganado por amplio margen, Yunes recurrió a su conocida posición política de mano dura y en lugar de buscar el diálogo para convencer, se enfrentó con los medios de comunicación a los que acusó de corruptos y pro-duartistas y colonizó al gobierno despidiendo a diestra y siniestra a trabajadores con el pretexto de que eran duartistas o fidelistas.


En este clima de persecución y cerrazón política, grupos y actores políticos, y cientos de trabajadores agraviados aprovecharon las elecciones de 2018 para cobrarle la factura política al gobernador, quien impuso como candidato a su hijo, el ex alcalde de Boca del Río, por lo que se sumaron al único que podía ganar la elección, el candidato de Morena, Cuitláhuac García Jiménez, remolcado por la popularidad del candidato a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador.


El objetivo en 2018 fue sacar del Palacio de Gobierno a los Yunes, acaso pensando que la falta de experiencia política del morenista sería un mal menor. Hoy Veracruz lleva tres años padeciendo la resaca.


Lo bueno del proceso histórico-político del estado es que el ascenso y caída de actores y grupos políticos pareciera ser dialéctico, y que en política no hay muertos-muertos ni mal que dure cien años. Al respecto, el ex gobernador Fernando Gutiérrez Barrios decía que la política es una rueda de la fortuna, en la que a veces estás arriba y otras abajo.


Parafraseando a Yunes, la historia de Veracruz sigue y continúa escribiéndose.


 


 


 

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