Salvador Muñoz
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Lo que Xalapa quita, ¿Xalapa devuelve…? eso sí, han pasado casi 200 años y en breve podría “pagar” lo que Zacatecas se lo ha de agradecer, claro, siempre y cuando los veracruzanos estén dispuestos a cubrir esa deuda moral que sin deberla ni temerla, arrastran… si nos quejábamos de ese débito que venimos pagando desde Miguel Alemán Velasco, imagínense éste, que tiene casi 200 años y tal parece que los zacatecanos no olvidan…
Y si esto no fuera suficiente, ¡qué creen! quien nos embarcó en esta deuda con los zacatecanos allá por el año 1835, ¡fue un xalapeño! ¿la historia tiende a repetirse? Pareciera que sí, porque ahora, ¡otro xalapeño parece que es el que pretende embarcar a los atenienses!: Cuitláhuac
Pero para platicarles de este enredo entre Veracruz y Zacatecas, permítanme convocar a Aguascalientes…
Se las cuento como la leí en “México Desconocido”, revista de carácter turístico y cultural que plasma una leyenda:
“El 1º de mayo de 1835 el presidente Antonio López de Santa Anna viajó rumbo a Zacatecas junto con tres mil hombres, con el afán de sofocar una rebelión en contra de su gobierno por parte del gobernador zacatecano Francisco García Salinas”.
López de Santa Anna pernoctaría en Aguascalientes en casa de doña Luisa Fernández Villa de García Rojas y su esposo don Pedro García Rojas, un distinguido e influyente habitante de esa ciudad.
Aguascalientes era un territorio agregado a la ciudad de Zacatecas y sus habitantes deseaban la independencia del yugo zacatecano.
Durante la cena, los anfitriones explicaron a López de Santa Anna la demanda de su ciudad y en un momento, don Pedro García Rojas tuvo que atender el llamado de un peón y dejar la mesa. Doña Luisa continuó platicando con el Presidente diciendo: “Aguascalientes busca ser independiente, basta que usted lo quiera general; que en este pueblo todos lo anhelamos, llegaríamos hasta el sacrificio para obtenerlo”.
–¿De veras hasta el sacrificio?–, le contestó López de Santa Anna, tomando la mano de Doña Luisa.
–¡Hasta el sacrificio, general!– le recalcó Doña Luisa.
Entonces López de Santa Anna robó un largo e impetuoso beso a Doña Luisa que sólo fue interrumpido por los pasos de Don Pedro García Rojas, quien al entrar al comedor, fue recibido por su esposa con la buena nueva: ¡Aguascalientes sería independiente!
Y así fue: El 23 de mayo de 1835, se expidió un decreto confirmando la independencia de Aguascalientes. Don Pedro García Rojas fue nombrado su primer gobernador.
Ahora, Zacatecas reclama y con creces lo que un xalapeño les vino a quitar ¡y por un beso! Claro que las cosas ya no son tan fáciles como hace unos cuantos siglos… y para tranquilidad de los veracruzanos, pagarle a Zacatecas con Veracruz por haberle quitado Aguascalientes, ya no es así como por decreto y lo mejor es que Cuitláhuac no es López de Santa Anna… hoy, se requiere de votos y de que los veracruzanos estuvieran dispuestos a ceder su terruño, si no a Zacatecas, al menos sí a una zacatecana…
Lo malo para los veracruzanos es que si por un beso, un López fue capaz de arrebatarle a un estado un pedazo de territorio… imaginen de lo que es capaz otro López que cambia nuestra seguridad con sus “Abrazos, ¡no balazos!”
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