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MOMENTO DE ACOTAR - Francisco Cabral Bravo
Dividir para reinar
2023-07-31 - 09:44

Francisco Cabral Bravo


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Pausanias, el viajero que visitó Grecia en el siglo segundo de nuestra era, refiere una historia singular: "Telesila, reuniendo todas las armas que habían sido dejadas en las casas y las de los santuarios, armó a las mujeres que estaban en la flor de la edad, y después de armarlas las apostó en el lugar por donde sabía que los enemigos atacarían.


Cuando los lacedemonios estuvieron cerca, las mujeres no se asustaron de los gritos de guerra, sino que, recibiéndolos a pie firme, lucharon valientemente. Entonces, los lacedemonios, pensando que, si mataban a las mujeres, tendrían una derrota vergonzosa, se retiraron ante las mujeres". (Descripción de Grecia, Gredos, libro II, 20,9).


En la estrategia militar se habla que la mejor defensa es el ataque. Esa es la regla general: por serlo, reconoce excepciones. El inquilino de palacio, que se jacta de saberlo todo, incluso de lo que traman sus adversarios, es dado a atacar, no lo sabía. Supuso que la regla era de validez universal. Ahora, en su intimidad, con dolor, con toda seguridad se ha dado cuenta de su error. Con terror debe de estar reconociendo su precipitación irrreflexiva y doliéndose de ella.


Demasiado tarde.


Todo ha cambiado, después de subirse tantas veces al ring, ya no tiene los reflejos de hace cinco años, cuando paró en seco los golpes de Diego Fernández e ignoró la apuesta que le lanzó Ricardo Anaya.  Si bien pudiera estar en aptitud de quitarse los golpes, ya no está en posibilidad de darlos y, mucho menos, de noquear. Lo más grave: no sabe cómo enfrentar a las mujeres.


En el caso de la señora Xóchitl Gálvez se equivocó doblemente; creyó que era una tullida, y, en tiempos de un feminismo generalizado, la atacó como si fuera hombre. Ahí están las consecuencias: destapó a quien la señora Gálvez, ella lo ha manejado como un ataque por ser mujer. No le falta razón. Él no entiende de cualquier cosa que diga o que haga relacionado con ella, será considerado como proveniente de un machista prepotente y antifeminista. "Los mirones son de palo".


Marcelo, más que atacar a la señora Gálvez, debe dedicarse a señalar problemas y a formular propuestas, vías de solución y nuevas alternativas.


Olvidó la frase atribuida a Napoleón: "Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo de ellas". La elección se judicializará. Una generación de líderes políticos de altura desaparece sin que aparezca la generación que los reemplace.


Como se sabe desde que Plutarco escribió Vidas paralelas, dándonos retratos detallados de Alejandro y Julio César, los estadistas tienen caracteres únicos, pero son creaturas de su tiempo. Destacan por reaccionar sabia y decididamente ante la contingencia inesperada o a los retos inusitados.


Lo que los hace diferentes es que no se acomodan a la situación o rehúyen los desafíos.


Los enfrentan con inteligencia y perseverancia, aun si eso les produce costos políticos o personales. Es Charles de Gaulle organizando ese rescate militar de su patria o Konrad Adenauer reconstruyendo Alemania. Eso supone grandeza de alma, valores morales e integridad. Es Václav Havel haciendo lo correcto, como disidente o gobernante.


Por eso no se le reconoce esa calidad a Richard Nixon, por más que Henry Kissinger a su exjefe en su último libro (Líderes). Son hombres o mujeres de pensamiento y acción, como describía Cicerón. Pragmáticos, defienden una filosofía clara. Es Lincoln debatiendo con Stephen Douglas.


Son los que tienen visión de Estado, los que (según James Freeman Clarke) no piensan en la siguiente elección sino en la siguiente generación.


No son los demagogos, los que hablan bonito, los que halagan al pueblo. Ya Aristóteles (Ética nicomáquea) rechazaba a los sofistas que manipulaban las emociones de la chusma. Sí son los que dicen la verdad sin adornos. Es Winston Churchill aceptando su fracaso en Gallipoli y ofreciendo sólo "sangre, sudor y lágrimas".


No son los centristas que quieren quedar bien con todos o los radicales que manipulan la historia, llegan arrasando y venden utopías.


Son, en cambio, los que conocen sus limitaciones y lo que es posible en las circunstancias presentes. Son los que, con imaginación y haciendo humilde diferencia a la realidad, ofrecen respuestas tangibles y van avanzando hasta donde se puede.


No son los que se preocupan por engrandecerse y cultivar su popularidad, los que se rodean de incondicionales que los halagan. Son los que llaman a los que saben, los que escuchan, los que unen. Son los que construyen y transforman instituciones. Es Lee Kuan Yew, convirtiendo un país rural (Singapur) en una potencia económica. Los americanos y todos los demás estamos cansados de la mediocridad. Anhelamos que nos dirijan auténticos estadistas.


Recordemos Tomás Jefferson, el redactor de la Declaración de Independencia, que defendió la libertad religiosa y creó instituciones "para comenzar un mundo nuevo", fundado en la libertad.


Andrew Jackson, el primer presidente norteamericano de origen humilde y el primero que tomó posesión en las escaleras del Capitolio, rodeado por el pueblo.  Escogió a su gabinete por idoneidad, incluyendo a opositores.


Abraham Lincoln, que acabó con la secesión y la esclavitud, haciendo evidente que sólo habría paz con un gobierno democrático (de, por y para el pueblo).


Franklin Delano Roosevelt, quién superó la crisis económica con el New Dealy y condujo a la nación a la victoria en la Segunda Guerra Mundial, extendiendo los ideales americanos al mundo (discurso de "las cuatro libertades").


 Ronald Reagan, que sacó al país de la estanflación y frenó el expansionismo soviético.


En medio de las giras por el país de las "corcholatas" de Morena y la recolección de firmas de los aspirantes del Frente Amplio  por México, los primeros resultados de la encuesta Latinobarómetro  2023 revelan la desaprobación hacia los partidos políticos en México y América Latina.


De 17 naciones encuestadas, 77% de la población latinoamericana está en desacuerdo con que los partidos políticos funcionan bien en su país, y sólo 21% aprobó su función. En el caso particular de México, se registró 62% de desaprobación. La lista la encabeza Perú, con 90; Panamá, con 87 y Ecuador, con 85%. El estudio de Latinobarómetro también resalta que, en promedio, la democracia puede funcionar sin los partidos políticos. El informe muestra que América Latina sufre de esa enfermedad llamada recesión democrática: "El declive y vulnerabilidad a la que han llegado los países de la región después de una década de deterioro, continuo y sistemático, de la democracia". La recesión se expresa en el "bajo apoyo que tiene la democracia, el aumento de la indiferencia al tipo de régimen, preferencia y actitudes a favor del autoritarismo, el desplome del desempeño de los gobiernos, y el desplome de la imagen de los partidos políticos". Entre otras cosas, Latinobarómetro identifica cuatro características que debilitan o transgreden las democracias: presidencias interrumpidas, mandatarios interinos, personalismo y corrupción. Para finalizar y como dice el refrán: "en la victoria, humildad; en la derrota, dignidad; y en lo esencial, unidad". Sabemos que divide y vencerás (o dividir para reinar), es recurso de los dueños de la riqueza para someter a los débiles, dispersar sus fuerzas y entramparlos en reclamos desarticulados, particulares y localistas. Por ejemplo, la lucha contra una ley de pensiones en Francia, que une y moviliza a mucha gente; o las que estallan en Estados Unidos cada vez que la policía asesina a alguna persona de raza negra; o los movimientos que se constriñen a defender a indígenas, a víctimas de algún siniestro o alguna minoría. Pareciera a veces, ciertamente, cataclismos que acabarán, ahora sí, de cuajo con la injusticia; pero después de la tempestad viene la calma, y todo vuelve a la "normalidad".


Ciertamente, son indispensables las luchas de resistencia social de sectores oprimidos por reparar injusticias o por mejoras inmediatas; es el caso de las organizaciones campesinas, de estudiantes, de mujeres, profesores, trabajadores de la salud, precaristas, gremiales, etc. Su problema es que adolecen de una estructura integradora que conjunte sus esfuerzos y les dé continuidad.


El problema, ciertamente, no es nuevo. Tiene raíces históricas. Esto se compaginó con el hecho de que la izquierda mundial, habiendo renunciado al socialismo, necesitaba banderas atractivas, carnada electoral, y optó por demandas parciales o sectoriales aisladas, que a la postre fueron fragmentando ideológica y orgánicamente la lucha popular.


En su célebre obra Postguerra:  una historia de Europa desde 1945, el historiador británico Tony Judt dice: "Puede ser que la "nueva izquierda" careciera de programa, pero no le faltaban temas de discusión. Introdujo, sobre todo nuevos sectores. Expone Judt, en los setenta. Surgieron partidos y movimientos "monotemáticos", cuyo electorado estaba determinado por una geometría variable de intereses, con frecuencia cortos de miras". Sobre el movimiento ecologista dice Judt: "Los ecologistas tuvieron mucho más éxito al transmitir sus sentimientos a la política, el ecologismo. Y agrega el autor Judt: "Como hemos visto, los partidos monotemáticos surgían con frecuencia después de una crisis, un escándalo o una propuesta impopular. Así lo señala el propio Judt; atrás del auge de estos movimientos parciales opera una política de Estado orientada a fraccionar las fuerzas del pueblo y reducir sus luchas a estallidos que pasan sin dejar huella, como estelas en el mar.


Así que tenía razón Nicolás Guillén cuando dijo: alcemos una muralla juntando todas las manos, los negros, sus manos negras, los blancos, sus manos blancas.


 


 

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