21 de Noviembre de 2024
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AMAYAGUAN - José Luis Amaya Huerta
Borges, el poeta de los dones
2024-06-22 - 16:47

 


 


José Luis Amaya Huerta


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A propósito de la muerte del poeta y escritor argentino Jorge Luis Borges, en junio de 1986, su pareja María Kodama, redactó y difundió una breve reflexión sobre el autor. Entre otras cosas, decía:
“Ahora estoy aquí, forjando un tiempo más allá del tiempo, donde usted recorre las constelaciones y aprende el lenguaje del universo, donde usted sabe ya que la poesía, la belleza y el amor, son allí por su intensidad, incandescentes”.
Borges fue uno de los poetas más cultos de habla hispana. Su narrativa fantástica y su poesía se encuentran llenas de alusiones a los grandes autores de la literatura universal.
Su prolífica escritura giraba en torno a temas perennes como el tiempo, la inmortalidad, la divinidad, la literatura o el universo. Sobre los múltiples universos posibles que pueden ser concebidos por el hombre, en el tiempo y en el espacio.
En su alocución, una especie de carta dirigida al poeta, Kodama prosiguió: “Mientras, yo recorro aplicadamente los días, los países, las personas, hasta que llegue el tiempo en que otra vez se junten nuestras manos. Querido Borges, que la paz y mi amor sean con usted, hasta entonces”.
Si bien el amor fue un concepto que estuvo presente en la literatura del poeta, más que un amor romántico discurría sobre el amor al prójimo, el amor platónico o el amor trágico presente en las obras de los grandes clásicos.
En el Otro poema de los dones, Borges escribe, en cierto modo, una oda y una carta de gratitud por el amor de la divinidad, donde es posible apreciar su visión del mundo y de la vida.
El autor comienza su poema con estos versos:
“Gracias quiero dar al divino/ laberinto de los efectos y de las causas/ por la diversidad de las criaturas/ Que forman este singular universo, / por la razón, que no cesará de soñar/ con un plano del laberinto,/ por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,/ por el amor, que nos deja ver a los otros/ como los ve la divinidad…/”.
En su poema, Borges no solo enumera los dones otorgados por la divinidad, sino también aquellos recibidos a través de la cultura y especialmente, de sus autores predilectos:
“… Por Schopenhauer, que acaso descifró el universo/ por el fulgor del fuego/ que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo/ por la caoba, el cedro y el sándalo/ por el pan y la sal/ por el misterio de la rosa, que prodiga color y que no lo ve…”.
A lo largo de su obra literaria, son recurrentes sus alusiones a pasajes bucólicos y épicos de su patria, a los clásicos griegos y a la tradición católica y cristiana, como se aprecia en los dones que enumera:
“…por los duros troperos que en la llanura/ arrean los animales y el alba,/ por la mañana en Montevideo,/ por el arte de la amistad,/
por el último día de Sócrates,/ por las palabras que en un crepúsculo se dijeron/ de una cruz a otra cruz,../”.
En su recuento, Borges también se refiere a aquellos bienes otorgados por la cultura y por su particular visión de la realidad:


“…por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,/ por el olvido, que anula o modifica el pasado,/ por la costumbre, que nos repite y nos confirma como un espejo/, por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,/ por la noche, su tiniebla y su astronomía, /por el valor y la felicidad de los otros,…/”.
El poeta concluye el Otro poema de los dones con cuatro versos que revelan su visión de la vida y del tiempo:
“…por los minutos que preceden al sueño,/ por el sueño y la muerte,
esos dos tesoros ocultos,/ por los íntimos dones que no enumero,/
por la música, misteriosa forma del tiempo.”
Entre los dones de la literatura, Borges ha sido, a no dudarlo, uno de los grandes poetas latinoamericanos.


 


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