Javier Roldán Dávila
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Lo providencial encuentra terreno fértil en el Pan y Circo
El elegir ediles de los ayuntamientos, toda clase de legisladores y presidente de la República, nunca ha sido conducto, per se, para evitar la corrupción y que, además, los gobiernos sean eficientes en su funcionamiento, es decir, el voto universal y secreto, no es garantía de la conducta posterior de los seleccionados.
En este contexto ¿por qué el elegir, por voto popular, a ministros, magistrados y jueces, implicaría que la corrupción en el Poder Judicial llegará a su fin? Veamos.
Acaso, como mucho lo dijo YSQ, el hecho de que el presidente no robe ¿evitó que el resto del gabinete no lo hiciera?
Los integrantes de la Guardia Nacional ¿se condujeron alejados de los cochupos por estar bajo el control del Ejército?
¿Se acabaron las transas en las Aduanas, puertos marítimos y aeropuertos por estar a cargo de la Marina y el Ejército?
Así pues, ni los presidentes, ni las Fuerzas Armadas, ni tampoco el sufragio, son hombres, instituciones y herramientas democráticas providenciales, las sociedades abiertas no funcionan así, lo que se requiere, son instituciones, sobre todo de procuración y administración de Justicia, que sean independientes y combatan la impunidad, mientras esta exista, los abusos continuarán, como ya se demostró en el actual sexenio.
Las reformas a contentillo, sólo atrasan la solución del problema. Transformar no significa destruir, sino, evolucionar y si gustan le agregamos: en forma dialéctica, es decir, a partir de la confrontación entre lo nuevo y lo viejo.
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