Sergio González Levet
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El pasado viernes 4 de octubre fue un día de celebración para los colaboradores del Organismo de Fiscalización Superior del Estado de Veracruz (Orfis).
El motivo: los cinco años que cumplió la maestra Delia González Cobos al frente de la institución.
Con tal motivo, hay muchos para que los empleados orfisianos (imagino que ése sería el más probable gentilicio, si lo hubiera) estén contentos y satisfechos de trabajar en una de las oficinas públicas más eficientes de Veracruz. El arribo de la nativa de Lerdo de Tejada fue el detonante para que en el Orfis volvieran el orden, la responsabilidad, el profesionalismo y el respeto que había alcanzado con su fundador, el reconocido doctor Rene Mariani Ochoa.
Cierto, el Órgano tuvo, después de sus magníficos primeros años (2000-2006), una etapa de altas y bajas que llevaron arriba y abajo su credibilidad y en ciertos casos hasta su honorabilidad, en tres administraciones estatales diferentes. Pero en 2019 la maestra Delia González Cobos fue elegida después de un riguroso proceso de selección en la Legislatura veracruzana, y tomó en sus riendas con mano firme a la dependencia.
Ahora, los visitantes al Orfis pueden palpar de inmediato el orden que se vive en unas oficinas gubernamentales en las que todo sirve: los aires acondicionados, las lámparas, los sanitarios, y todo está limpio, con las cosas en su lugar. Pareciera un detalle pequeño, pero es la muestra palpable de que ahí se hacen las cosas bien, hasta las más mínimas.
El pasado 30 de septiembre, la titular del organismo entregó, en tiempo y forma, a la LXVI Legislatura de Veracruz el Informe General Ejecutivo de Fiscalización Superior de la Cuenta Pública 2023.
De las auditorías realizadas por los expertos desde el Orfis, se señalaron vestigios de daño patrimonial por casi 1,700 millones de pesos, repartidos en 280 millones para los tres poderes del estado y el restante para los 212 ayuntamientos, que deberán responder y resolver las observaciones.
Pero regresemos al viernes 4 de octubre: en las oficinas centrales, que están en la esquina de Lázaro Cárdenas y Arco Sur, había un ambiente festivo, de regocijo. El liderazgo de Delia González Cobos se hace notar por los resultados palpables (y fiscalizables, diría yo) que llenan de orgullo a todos los colaboradores. Es la satisfacción del deber cumplido, y cumplido bien; es el gusto de trabajar con una jefa capaz, conocedora y estricta, en el mejor sentido de la palabra.
Restan todavía dos años a la maestra Delia al frente del organismo fiscalizador, lo que habla de la gran oportunidad de que siga manteniendo el orden en esa área crucial para el buen desempeño del Gobierno.
Felicidades a doña Delia… y a sus colaboradores.
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