Javier Roldán Dávila
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No han entendido, que los de enfrente también pueden soltar ‘el tigre’
De acuerdo a la RAE, supremacismo significa: “Ideología que defiende la preeminencia de un sector social sobre el resto, generalmente por razones de raza, sexo, origen o nacionalidad”.
Justamente, el supremacismo blanco, ha dado pie a fenómenos de odio como el apartheid en Sudáfrica, el Ku Kux Klan en EU o el nacionalsocialismo alemán, movimientos que, pretenden anular al otro, en estos casos, mediante la violencia física y/o represión legaloide.
En este contexto, aunque la supremacía constitucional impulsada por la 4T, no contempla el uso de la fuerza para invalidar al adversario, el espíritu que la anima, es el de nulificar, con dicha artimaña, la posibilidad de pensar diferente, busca instaurar el pensamiento único eliminando, insistimos, los recursos para impedir el oprobioso imperio del Ejecutivo.
En el fondo, ambos principios, surgen para conseguir el mismo objetivo: ‘uniformar’ a la sociedad. De nada sirven los alegatos, en el sentido de que la supremacía es un principio teórico del derecho constitucional, su inspiración, es dejar sin efecto lo contrario a su doctrina, no hay que enredarse.
Más en esta circunstancia, ya que, la jugarreta se instrumenta como respuesta a los amparos otorgados contra la reforma al Poder Judicial, en términos prácticos, es una vendetta y no nos cansaremos de decirlo: el deseo, primario, de eliminar de la faz electoral a la oposición.
Morena ‘defiende su preeminencia ideológica’ sobre cualquier asomo de disidencia.
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