La competitividad es la capacidad que se tiene para competir, es decir, para contender o pelear por ganar un escalafón, un premio, un espacio, un trabajo o un mercado, visualizando siempre una mayor retribución o remuneración.
En casi todas las actividades que el hombre desarrolla, pero sobre todo en estos tiempos tan difíciles, en los que hay que hacer más con menos, esto es, optimizar los recursos, aprovechar de la mejor manera las capacidades y potencializarlas, es muy común que se hable de la competitividad, porque es un parámetro que determina el éxito, el crecimiento y el desarrollo de un pueblo.
Esto redunda, al final de cuentas, en mejores condiciones y, por ende, en una mayor calidad de vida, en una mayor competitividad económica.
¿Y cómo se mide el nivel de competitividad de un país?
Se mide con base en la calidad de sus instituciones públicas y privadas, infraestructura, estabilidad macroeconómica, salud y educación básica, formación profesional y capacitación, eficiencia del mercado de bienes, EFICIENCIA DEL MERCADO LABORAL, sofisticación del mercado laboral, sofisticación del mercado financiero, preparación tecnológica, tamaño del mercado, sofisticación empresarial e innovación.
Y en todos estos parámetros, ¿cómo anda México con relación a otras naciones del viejo y el nuevo mundo?
De acuerdo con el último reporte del Foro Económico Mundial, de los 142 países analizados, Suiza resultó ser la economía más competitiva, con 5.74 puntos, debido a su gran capacidad innovadora, preparación tecnológica, cultura empresarial y su eficiente mercado.
México ocupó el lugar 58, y fue el que más avanzó en la región de América Latina y el Caribe, con un incremento de 8 lugares, con lo cual revirtió la tendencia a la baja que tuvo en los últimos tres años.
El rubro mejor calificado para México fue el tamaño de su mercado, en el que ocupó la posición 12, seguido por su ambiente macroeconómico, y las calificaciones más bajas las tuvo en instituciones, con el lugar 103, y en mercado laboral, con la posición 113.
En dicho reporte se destacó los esfuerzos que se hacen para impulsar la COMPETENCIA, aunque sigue siendo una debilidad del país, al ubicarse en la posición 103.
Tal vez por ello es que ayer en la Cámara de Senadores, después de cinco años, por fin le hicieron caso al senador priista Eloy Cantú Segovia e incluyeron en los artículos 25 y 26 de la Constitución general la palabra COMPETITIVIDAD.
Con ello obliga al presidente a iniciar las leyes reglamentarias para alentar y proteger la actividad económica que realice el sector privado, en un plazo perentorio de 16 meses.
Ello quiere decir que, por ley, tendremos que ser más competitivos, y mejor pagados.
Suena muy bien, pero hay que tener en cuenta que lo que ha impedido a México crecer como debiera, de acuerdo con su gran potencial, son precisamente las reformas estructurales que se encuentran pendientes, atoradas en la Cámara de Diputados, entre las que destaca la reforma laboral.
Es oportuno puntualizar que una mayor competitividad aumenta la productividad y permite a los países generar más riqueza, más empleos y un mejor nivel de vida para su gente, pero esto es lo que menos importa a los legisladores, porque sus intereses, está más que visto, son muy otros.