28 de Abril de 2024
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El milagro de Patricia
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2015-10-31 - 11:52
“Él extiende el norte sobre vacío, cuelga la
tierra sobre nada. Ata las aguas en sus nubes,
y las nubes no se rompen debajo de ellas.”
Job 26: 7-8
Corría la información por todos los medios de comunicación: radio, televisión, prensa escrita, y por supuesto, las hoy imprescindibles redes sociales: Patricia pasó de tormenta tropical a huracán y se dirigía a la costa del Pacífico mexicano; de categoría uno pasó a dos y ya se empezó a temer por los habitantes de los estados de Colima, Nayarit y Jalisco hacia donde se dirigía el fenómeno hidrometeorológico; tres y sin desviarse de rumbo. La inquietud por la suerte de nuestros compatriotas de esa zona del país se acrecentó aún en los que vivimos en el otro lado de México; ¡cuatro!, no hay huracán de tal magnitud que haya impactado en algún país que no haya causado un considerable número de muertos. Los que físicamente no podíamos hacer nada en ese momento empezamos a pedirle a Dios en oración que protegiese la vida de la gente de donde tocaría tierra la ya terrorífica Patricia; ¡cinco!, el grado mayor en la escala hizo al gobierno incrementar grandemente las medidas de prevención ante un casi inminente desastre, movilizando no sólo a los organismos de Protección Civil y las policías, sino hasta nuestro Ejército; la gente también se movilizó: empezó a dejar bien protegidas sus casas y a desplazarse a los refugios convenientemente instalados por las autoridades y a llevar a resguardo a los turistas nacionales y extranjeros que en ese momento se hallaban hospedados en hoteles del lugar. Mientras, los del resto del país nos sumergíamos en una tensa calma y aumentábamos nuestras plegarias, a pesar de lo cual esperábamos lo peor.
Pero sorprendentemente, la naturaleza no se quedaría ahí. Ya que ella no sabe de escalas inventadas por el hombre, siguió alimentando y fortaleciendo la furia destructiva del ciclón. Los que saben, los científicos, nos explicaban que el aumento de fuerza del huracán se debía a que coincidió con el fenómeno del “niño”, que incrementó considerablemente la temperatura del agua del océano, catapultando la intensidad del demoniaco y gigante torbellino.
Ahora ya no era sólo México, sino todo el mundo, el que estaba al pendiente de la titánica y feroz Patricia pues ya era “el más fuerte huracán de todo el mundo y toda la historia de que se tenga registro”. El negro presagio hizo que personalidades como el presidente de Estados Unidos Barack Obama y el papa Francisco, entre otros, ofreciesen su apoyo moral y material a nuestro país de antemano por lo que se pensaba iba a acontecer. Ahora las oraciones eran mundiales; así privadas como organizadas por las iglesias, tanto católicas romanas como cristianas evangélicas por igual. El mundo estaba a la expectativa y en espera del momento en que el ojo del huracán tocase tierra. Principalmente se temía porque en este tipo de fenómenos suele suceder que un buen número de personas, por necedad e ignorancia, se niegan a dejar sus casas. Otros aprovecharon en su agenda política y empezaron a culpar del siniestro al supuesto cambio climático. El presidente Enrique Peña Nieto exhortaba a los ciudadanos a que hicieran caso de las autoridades y, los que vivieran en zonas seguras permaneciesen en sus casas, y los otros se desplazaran a los refugios instalados por los gobiernos de todos los niveles. Asimismo, el primer mandatario movilizó a nuestras fuerzas armadas, de las cuales él es el Comandante en Jefe, para colaborar en el apoyo a la población antes, durante y después del fenómeno.
Llegó el momento. Pero… La explicación científica es que la rapidez con que se desplazaba el ciclón era mayor a la normal. La “normal” es de 22 kilómetros por hora, y éste iba a 30 y no disminuyó al tocar tierra, lo que provocó que se deshiciera rápidamente, y en menos de lo que canta un gallo, el huracán más potente del mundo y de la historia se había convertido otra vez en tormenta tropical, que lleva su nivel de destrucción, pero nada comparado con lo que se esperaba.
Hizo bien el presidente Peña Nieto al atribuirle primeramente a la Fe del pueblo mexicano el que el fenómeno se haya disipado sin causar la pérdida de una sola vida humana. La historia bíblica y secular está llena de ejemplos de cómo líderes de naciones han sido bendecidos por el simple hecho de reconocer a Dios en todos sus caminos.
Pero el milagro no consistió solamente en la disipación increíblemente rápida de Patricia. Porque aunque ese milagro fue que no se perdieran vidas humanas, lo cierto es que el fenómeno sí causó una severa destrucción material que dejó muchos damnificados en determinados municipios, personas que requieren de nuestra solidaridad moral y material.
Decía que el milagro también consistió en la coordinación, en la excelente armonía que se dio entre gobierno y ciudadanos. La gente obedeció sin chistar esta vez a las autoridades y para el momento de más riesgo las calles estaban desiertas; todos se hallaban bajo buen resguardo en sus casas seguras o en refugios. Nuestro gobierno federal, y los gobiernos estatales y municipales actuaron como se debe para proteger a la población, y en estos casos siempre será preferible que sobre a que falte. Preferible “espantar” de más a la gente para que tome las medidas de precaución que se requieran. Hasta a nivel internacional el prestigiado periódico New York Times que ha sido crítico de Enrique Peña Nieto, felicitó al gobierno de México por las medidas de prevención implementadas.
“Debemos actuar como si todo dependiera de nosotros, y debemos orar como si todo dependiera de Dios” dice San Agustín, que es lo mismo que “a Dios rogando y con el mazo dando”.
También suceden cosas buenas como podemos darnos cuenta. Es una muy buena señal y motivo de esperanza la manera efectiva en que se complementaron gobierno y pueblo de México durante esta contingencia llamada Patricia. Ojalá y así pudiese ser en todos los ámbitos que atañen a nuestra nación.
Enhorabuena gobierno y pueblo de México.
“Porque has puesto al Señor, que es mi esperanza,
al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal,
ni plaga tocará tu morada.”
Salmos 91: 9-10
Y hasta el próximo sábado, si Dios lo permite.
raulgm42@hotmail.com

Los contenidos, estructura y redacción de las columnas se publican tal cual no las hacen llegar sus autores.

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