Como ya lo dijo un prestigiado columnista días atrás, si hoy fueran las elecciones a gobernador, el triunfador sin lugar a dudas sería Miguel Ángel Yunes Linares, no por ser el mejor candidato, sino por las expectativas que despierta al ser el archienemigo de la fidelidad.
Vaya pues, por los odios y rencores que se traen desde hace años él y Fidel Herrera y que involucran en estos momentos al actual gobernador, emanado indiscutiblemente de la fidelidad.
Su triunfo estaría girando en la aplicación de la justicia contra los saqueadores de Veracruz y por su promesa de meter a la cárcel a Fidel y a Duarte, según lo ha declarado en diferentes medios y hasta en las redes sociales.
En cada oportunidad que tiene lo sentencia, con cada error del gobierno lo repite y esa es la consigna que lo tiene como favorito para ganar la elección primero como candidato de la alianza y luego como candidato a gobernador.
Muchos veracruzanos tienen hambre y sed de justicia, de que se castigue a los responsables de la quiebra financiera y de la enorme e impagable deuda que se ha contraído y que ha beneficiado a unos cuantos.
Están cansados de ver tanta corrupción y a tantos políticos jóvenes-los llamados chamacos de la fidelidad- con aires de grandeza y enriquecidos de la noche a la mañana.
Y esa es la bandera que eleva por los cielos a Miguel Ángel Yunes Linares y que lo coloca, ahora si, en una posición ventajosa frente a los que pudieran ser sus contrincantes tanto en el PRI como en los demás partidos de oposición.
Miguel Ángel lo sabe y no desaprovecha cualquier oportunidad para amenazar a los funcionarios del actual gobierno. Ya sea en internet, en los actos a los que asiste, en el café o en la calle.
Seguro tiene los pelos en la mano-como vulgarmente se dice- para, de llegar a la gubernatura, realizar las denuncias penales contra los saqueadores de las finanzas.
Y si no las tiene, las inventa-total que en política todo se vale -, pero no va a dejar escapar su oportunidad para encarcelar a sus archienemigos de siempre, máxime cuando está en proceso el desafuero de su vástago, el alcalde de Boca del Río.
Eso también lo saben los funcionarios duartistas y el propio Fidel Herrera.
Y esa también es su preocupación y su empeño por que el PRI no pierda estas elecciones.
Está en juego su propia carrera política, su prestigio pero sobre todo su libertad.
Yunes Linares ha estado quietecito, solo mirando cómo se despedazan dentro del PRI y como el mismo gobierno divide a sus posibles candidatos.
Observa también como las pifias del gobierno ponen más leña a la hoguera donde arderá la fidelidad. Espera con calma. No se impacienta. Sabe que todo le ayuda a sus propósitos.
Porque efectivamente, muchos coinciden en que si hoy fueran las elecciones, el ganador sería él y no por sus méritos, si es que los tiene, si no por sus simples promesas de castigo.
Nadie se fija ahora en su pasado represor durante el gobierno de Patricio Chirinos, no se habla de las denuncias que una periodista hizo en un libro sobre pederastia ni de si su riqueza es inexplicable o no.
Tampoco se menciona su cercana relación con la maestra Elba Esther Gordillo, la líder magisterial presa por su traición al PRI al aliarse con Felipe Calderón ni su paso por el ISSSTE y las investigaciones pendientes sobre desvío de recursos.
Su pasado ahorita no importa para muchos veracruzanos enojados por la quiebra financiera, la corrupción y el enriquecimiento de los fidelistas.
Lo que importa ahora es su promesa: encarcelar a los responsables del saqueo a Veracruz y ahí está su bandera que lo podría llevar a ganar las elecciones este 2016.
Falta ver si las autoridades gubernamentales actuales se quedan con los brazos cruzados y lo dejan llegar. Que no es creíble.
Van hacer hasta lo imposible primero, para que sea el candidato y si llega, para frenarlo cueste lo que cueste y al precio que sea.
A Miguel Ángel Yunes le espera la guerra, la última batalla y la definitiva si quiere ser gobernador de Veracruz.