Alberto Calderón P.
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El sol se encontraba con toda su intensidad ese medio día en Dzibilchaltún que significa “lugar donde hay escritura en las piedras”, cerca de la ciudad de Mérida, caminamos para conocer toda la majestuosidad de esta interesantísima zona arqueológica. Es habitada según los datos que recabamos desde los 500 años a. C. y fue habitada hasta el año de 1540 d. C., el recorrido fue exhausto, admiramos un cristalino cenote de nombre Xlakáh que significa “pueblo viejo”, pirámides, unas gradas de enorme longitud, creo que en sus mejores momentos se llenaban pues se dice que este asentamiento pudo haber contado con unos 40 mil habitantes lo que la haría una de las más pobladas de Mesoamérica.
De lo que más me llamó la atención fue El Templo de las siete muñecas, es conocido con ese nombre por haber encontrado como ofrenda en su interior siete muñecas de barro o también llamado Templo del sol, en ese sitio se da un fenómeno astronómico cada 21 de marzo con el llamado equinoccio de primavera, lo mismo sucede el 21 de septiembre, cuando el resplandor del sol aparece en el horizonte y en un momento dado el disco del sol queda en el centro de la puerta creando un espectáculo de luz y sombra estupendo.
Imagino la información recabada en esas noches estrelladas, también los descubrimientos registrando periodos del movimiento de los cuerpos celestes en el día y la noche. El conocimiento de esa parte de la cosmovisión resultó ser con cálculos científicos hasta hoy dignos de admiración, los sacerdotes eran los que resguardaban ese saber que pasaba por generaciones, enriqueciéndose a medida que el tiempo transcurría, los pobladores se conducían guiados por las predicciones, pero no eran producto de la casualidad o extravagancia, los sacerdotes conocían el curso de los eclipses, los equinoccios, incluso con nombres que hoy nos resultan poéticos como el de “estrella de la mañana” conocida por ellos como Ah-Chicum-Ek’ nombre con el que conocemos a Venus, a las Pléyades las conocían como Tzab-ek que significa “estrella de cascabel”. Volviendo al equinoccio de primavera se le consideraba desde entonces con el renacimiento, a partir de ese momento los días comienzan a ser más largos, marca el inicio y reverdecer de la naturaleza.
El primer equinoccio de este 2022 será el 20 de marzo, esta efeméride astronómica se dará cuando el sol incide directamente sobre el Ecuador y el día y la noche son prácticamente iguales. Es la llegada de la primavera, aumenta la temperatura, el frío se retira paulatinamente del ambiente, es un día de fiesta, en nuestro país mucha gente busca “cargarse de energía” visitando el 21 de marzo las zonas arqueológicas, vestidos de blanco o colores claros. Es curioso saber que en la India en esa fecha en lugar de la celebración del día lo hacen en la noche con la llegada de la luna llena, su festividad se llama Holi, en ella los niños y adultos salen a las calles cantan y bailan mientras arrojan polvos de colores, los cerezos del Japón lucen esplendorosos y la gente acostumbra hacer parada bajo ellos para cobijarse y comer algo bajo su colorida sombra. Estamos a unos días del acontecimiento que debemos disfrutar.
Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores (REVECO).
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