José Luis Amaya Huerta

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El ex gobernador Dante Delgado Rannauro, actual dirigente nacional de Movimiento Ciudadano, suele decir a todo aquél que quiera escucharlo que su partido ganará la Presidencia de la República en 2024, pues afirma que son la tercera opción frente a los proyectos que representan, por un lado, Morena y la coalición Juntos Haremos Historia, y por el otro, la alianza Va por México, del PRI, PAN y PRD.
Con un discurso por demás optimista, muy propio de la literatura de autoayuda, el ex gobernador sustituto de Veracruz basa sus cálculos triunfalistas en el hecho de que su partido ya gobierna dos de los estados más ricos del país, como Jalisco y Nuevo León, así como dos o tres capitales importantes, como Guadalajara, Monterrey y Campeche.
De manera deliberada, Dante olvida – o pretende olvidar – que en esa misma línea discursiva de autoafirmación, muy parecida a los famosos mantras de Karime Macías, del “yo merezco abundancia”, también Ricardo Anaya repetía una y otra vez que ganaría la Presidencia antes de las elecciones de 2018, y la realidad y la historia demostraron que la fuerza solo le alcanzó para obtener un lejano segundo lugar, y eso que entonces el PAN gobernaba no dos, sino más de seis estados y varias capitales importantes, y mantenía una fuerte presencia en uno de los sectores más ricos del país, el empresarial.
Lo anterior significa que el senador y dirigente nacional del MC sobreestima en gran medida su fuerza y posibilidades políticas a nivel nacional, conocida como es aquella anécdota que le atribuyen, de que hay que tirarle flechas a la luna para que éstas lleguen lejos, aunque sabe de antemano que nunca darán en el blanco.
Dante no solo magnifica su fuerza y presencia política real, sino que su tozudez y negativa para formar alianzas con los partidos grandes, como el PAN, el PRI o PRD, que lograron arrebatarle posiciones importantes a la coalición Juntos Haremos Historia en un enclave estratégico como la Ciudad de México, ha sido interpretada por sus adversarios como una calculada postura de esquirol para restarle votos a la oposición y favorecer al partido gobernante.
Por otro lado, la estrategia del dirigente del MC de ofrecerle sus siglas a ciudadanos, artistas y mirreyes, con cierto arraigo o popularidad en sus regiones, a veces le ha funcionado y a veces no.
Habría que decir que lo que le redituó triunfos en Jalisco, Nuevo León o en la capital de Campeche, no lo hizo en Quinta Roo, donde tuvo que recular en su intento por postular al polémico actor Roberto Palazuelos, ni en el caso de Veracruz, donde postuló a Paquita la del Barrio a la diputación local por Misantla, o en Xalapa, donde impuso al ex rector de la Universidad Veracruzana, Raúl Arias Lovillo, como candidato a la alcaldía, desechando sin miramientos a Luis Sardiñas, un operador político nato que ya había realizado un trabajo a ras de piso en las colonias xalapeñas.
Y habría que subrayar este último caso pues pinta de cuerpo entero al ex gobernador y deja en evidencia su estilo de hacer política a lo largo de su trayectoria. La soberbia y el pragmatismo con los que mueve sus piezas y cambia de prioridades son ampliamente conocidas en Veracruz, pues antepone siempre sus cálculos políticos y sus intereses, por encima de la labor de promoción y proyección de los cuadros políticos que le son afines.
Prueba de ello es que en Veracruz, Dante no tiene un candidato propio para contender por la gubernatura en 2024 y tendrá que recurrir a su estrategia de ofrecerle la candidatura a un líder político externo, y si no lo encuentra o no se la aceptan por negarse a hacer alianzas, tendrá que habilitar a un mirrey como en Nuevo León o a un artista y mirrey como quiso hacerlo en Quintana Roo.
Ése es el perfil deseable de Movimiento Ciudadano.