Héctor Raúl Rodríguez

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La memoria histórica tiene un peso específico en el sentimiento del pueblo mexicano. Eso lo sabe bien el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien desde el 1 de diciembre de 2018 ha gobernado el país echando mano de los símbolos de la historia patria.
Morelos, Juárez, Madero, Cárdenas y últimamente, a raíz del debate de la fallida iniciativa de reforma eléctrica, López Mateos, han sido nombrados con frecuencia en el discurso presidencial y en la narrativa de la llamada Cuarta Transformación.
En ese sentido, le guste o no a los apologistas a sueldo del actual régimen, el nombre de Luis Donaldo Colosio Murrieta, asesinado el 23 de marzo de 1994 cuando era candidato del entonces partido gobernante a la Presidencia de la República, está presente en el imaginario colectivo de los mexicanos. Colosio no solo forma parte del Panteón mexicano, sino del proceso de transformación de las instituciones y del propio sistema político del país.
Tal como ocurrió con Madero, Villa, Zapata, Carranza o el propio Obregón, a pesar de la teoría del asesino solitario, la muerte de Colosio no puede aislarse del contexto de la “tremenda” lucha por el poder, como el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari definió a la disputa política por el proyecto de nación.
La reforma del poder planteada por Colosio en aquel memorable discurso del 6 de marzo de 1994, en la que proponía un presidencialismo sujeto estrictamente a sus límites constitucionales y republicanos, sigue siendo una tarea pendiente hasta nuestros días. Su pronunciamiento a favor de una reforma electoral - que se concretó en el gobierno de Ernesto Zedillo - contribuyó a la apertura del sistema político, a la ciudadanización de los órganos electorales y a dar mayor impulso a la competencia electoral.
Veintiocho años después del magnicidio, Colosio sigue vigente en la memoria histórica de los mexicanos. Por eso, el nombre de su hijo, el joven alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas, ha despertado simpatías a lo largo y ancho del país y amplias expectativas rumbo a las elecciones presidenciales de 2024, como se ha visto reflejado en las encuestas difundidas hasta la fecha.
Y es que, Luis Donaldo Colosio Riojas gobierna - con una visión de futuro - la capital del estado de Nuevo León, el segundo centro de negocios y finanzas del país, con una población de más de un millón de habitantes y eje de la segunda zona metropolitana más poblada de México, donde se encuentran las empresas más importantes. Se trata, además, de la ciudad con mejor calidad de vida de la nación y la 113 a nivel mundial, y es el epicentro industrial, comercial y económico del norte de la república.
Como a él le gusta subrayarlo, Colosio Riojas comenzó su carrera política a ras de piso, mirando de frente a la gente cuando les pidió su voto para ser diputado local por Movimiento Ciudadano, el partido que lo llevó a la alcaldía de Monterrey, y que dirige a nivel nacional el actual senador y ex gobernador de Veracruz, Dante Delgado Rannauro.
Aún faltan varios meses para que se definan los candidatos a la Presidencia de la República en el 2024, pero el perfil de Colosio Riojas – un joven abogado formado en las aulas universitarias y enfocado hacia el futuro - y el nombre y la imagen de su padre en la memoria histórica de los mexicanos, hacen de él un fuerte prospecto para las elecciones.
Tiene razón el ex canciller Jorge Castañeda cuando afirma que, eventualmente, Luis Donaldo Colosio Riojas podría ser un factor de unidad de MC, PAN, PRI y PRD, en torno a un proyecto alternativo de nación como el que demanda y merece el México del siglo XXI.