Agustín Contreras Stein

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NO HAY la menor duda, ni para los nacionales, como para los extranjeros de qué en México, se vive, actualmente, un desorden gubernamental.

El estado de derecho ha sido vulnerado por el mismo presidente de la república, y seguido, consecuentemente, por los demás funcionarios de todos los niveles, incluyendo a los gobernadores de algunos Estados de la república, qué con base en el comportamiento del primer mandatario, también hacen lo que quieren, pasando, desde luego, por encima de las propias leyes y violando constantemente los derechos humanos de los más de ciento veintiséis habitantes de este país.

A todo lo anterior hay que sumar, indiscutiblemente, la exagerada acción de la violencia que ya se ha generalizado y que está minando, paulatinamente, la tranquilidad, seguridad, paz y concordia de todos los mexicanos, ante la falta de un verdadero orden en todo el territorio nacional.

La desesperación ha comenzado a aparecer en todos los sectores de la sociedad, que ya no aguantan la tibieza del gobierno federal y de todos los gobiernos en su respectiva esfera de poder. La delincuencia ha tomado, prácticamente, una buena parte del mando nacional, por lo que el presidente, ha tenido que compartir el poder, aunque no lo quiera aceptar, dejando que los grupos generadores de violencia e inseguridad, establezcan sus propias reglas y decidan, en muchos de los casos, lo que se tiene que hacer con respecto a la vida política y administrativa del gobierno.

Los más recientes acontecimientos suscitados en los Estados de Jalisco y de Guanajuato, no es más que la muestra palpable de lo que hemos venido comentando, es decir, el poder tras el poder, porque ni siquiera el ejército y la marina, en ejercicio de acciones de seguridad, ni tampoco los más de setenta mil elementos de la famosa guardia nacional, menos las policías estatales y municipales, han logrado detener la ola violenta que se ha desatado desde hace mucho tiempo y que en este momento está generando la peor crisis de estabilidad política, económica y social.

México, ya es un país anárquico, donde no se respetan leyes, no se respetan vidas, patrimonios, leyes, derechos humanos, hombres, niños y mujeres que todos los días están expuestos a ser tocados por el fantasma de la inseguridad.

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EDOMEX, PREÁMBULO POLÍTICO DEL 2024.

DENTRO DE UN PANORAMA político, prácticamente incierto, los diversos partidos políticos debidamente registrados para contender por la gubernatura del Estado de México, están destapando sus mejores piezas del ajedrez y muestran lo que tienen para buscar la victoria electoral. De este modo, Morena, confirma lo que mucho se dijo respecto de su candidata, Delfina Gómez Álvarez, a quien las encuestas internas la definieron ya como su representante. El PAN, no se quedó atrás y de inmediato propuso a Enrique Vargas del Villar. Luego Movimiento Ciudadano, se anima y lanza a Juan Zepeda. Por lo que corresponde al PRD, sin la menor muestra de fuerza política, se decanta políticamente por Omar Ortega, quedándose, en la espera política, el Partido Revolucionario Institucional, solamente con la indefinición entre dos aspirantes, Paulina Alejandra del Moral, y Ana Lilia Herrera Anzaldo, en una estratégica acción que le permita proponer a la mejor opción.

Ante este preámbulo de la vida política del Estado de México, queda pendiente, por así decirlo, si al final de cuentas, los partidos políticos que han acordado, con antelación, la unidad política dentro de Va por México, para apoyar a una sola versión política en este proceso electoral que se estará escenificando para dentro de diez meses, aproximadamente.

Aunque se ha hablado del enorme riesgo de integrar la coalición para este proceso electoral, todavía existe la posibilidad de que lleguen a los acuerdos finales y sea solamente un candidato que busque la gubernatura. Sería, en todo caso, un gobierno plural, ante un posible éxito electoral.

La moneda, por lo pronto, está en el aire.

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Y EL LUNES, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.