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MOMENTO DE ACOTAR - Francisco Cabral Bravo
Hay límites, nadie salió con los zapatos sucios
2023-01-16 - 09:51

Francisco Cabral Bravo


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Hemos convertido nuestra existencia en un camino mezquino, monótono y sin sentido. La desperdiciamos persiguiendo objetivos insignificantes. Porque a nuestro "superficial" parecer, hay otra cosa mejor.


Ese ritmo trepidante, adrenalínico, voluble, hueco y vacío hace que a la última cosa que le dedicamos un pensamiento, sea a la muerte.


La impermanencia de nuestro ser ha sido guardada en el baúl de los recuerdos. Y nos rodeamos de bienes, objetos, comodidades, en muchos casos banales.


Nos convertimos en esclavos de la superficialidad y del vacío existencial. De lo que nos dicen los medios, la moda, el debe ser.


Pocos nos invitan a la autorreflexión. Y cuando alguien lo hace, es más fácil responder que es mejor ser pragmático. Que no hay tiempo para el misticismo. ¡Qué tema es más pragmático e incuestionable que la misma muerte!


Si estos días de enero constituyen un anticipo de cuanto ocurrirá el resto del año, este 2023 llevará por sello el del desconcierto, dejando la circunstancia nacional bajo dominio de la incertidumbre y colocándola a las puertas de la inestabilidad.


Buenas y malas noticias se entremezclan sin acabar de definir cuáles de ellas establecerán su potestad en el curso de los acontecimientos. Esto, en el marco de la polarización prevaleciente que todo exagera en un sentido o en otro, aboliendo el matiz en la reflexión y la acción política, puede llevar el cierre del sexenio y, con él, al concurso electoral del año entrante a escenarios complicados en extremo, por no decir, peligrosos.


Por el bien de todos es hora de entender, interpretar y encarar la realidad con mucha mayor objetividad, aplomo y serenidad, sin ánimo de encontrar en la ruina del contrario la posibilidad de fincar un imperio. Hora de exigir a los actores políticos, formales e informales, actuar con mucha mayor serenidad y mesura. El país y la nación están de por medio.


Cuanto se ha visto en los últimos días del año pasado y los primeros de este resume el elevado costo que dejan al Estado de derecho y la democracia, la impunidad criminal y la pusilanimidad política, así como el afán de acceder o conservar el poder al costo que sea.


La otra mancuernilla de la impunidad criminal es la pusilanimidad política que igual daño provoca a la democracia y al Estado de derecho.


Cuando en ejercicio de un pragmatismo ajeno a principios y volcado en el ansia de poder se solapa y tolera a aliados impresentables, a la postre, se sufren las consecuencias. Ahí, de un lado y del otro, tirios y troyanos se han hecho ojo de hormiga.


En nombre de la solidaridad han hecho de la complicidad un recurso para sostener o respaldar a personajes que, en más de un caso, podrían ser candidatos a ocupar una celda o, al menos, a aparecer en el cuadro de horror del más procaz cinismo. Ni unos ni otros apartan a aquellos a fin de generar una cultura política distinta.


En el vértigo de acontecimientos de estos últimos días y en la pugna por imponer la interpretación o la narrativa en torno a ellos, es notoria la fragilidad de la circunstancia, así como la incapacidad de los supuestos profesionales de la política para controlar variables en juego.


Insistir en la idea, por no decir, la exageración de que el país avanza a paso firme rumbo al infierno o el paraíso, según el extremo donde se milite, es un engaño que en la constante reiteración puede terminar por construir una realidad marcada por el desconcierto que conduce a la incertidumbre y, de ahí, a la inestabilidad. Más vale andar con pies de plomo.


¡BENDITA LITERATURA!


Que la lectura enriquece y ayuda a entender la posición del otro, lo han sabido siempre los gobiernos y líderes absolutistas que, a través de sus sensores y la quema sistemática de libros, han creído poder eliminar al otro, su huella y hasta su sombra. Sabiendo incluso que, en lo relativo al enemigo, conocerlo implica humanizarlo, entenderlo, y sólo por eso, verlo menos malo.


Poder trasladarnos a otras épocas y otros lugares, vestirnos con otra conciencia o padecer otros conflictos, nos enseña a conocer a otros pueblos y otras etnias. Y no sólo aprendemos de lo ajeno, sino también a conocernos mejor, nuestro pasado remoto y nuestros orígenes más inmediatos.


La lectura inmediata amplía el abanico intelectual de una persona, sus opiniones y su capacidad para la crítica. La lectura azusa el examen crítico de lo que se nos expone y ofrece, con la ventaja añadida de que ésa condición nos hace menos manipulables. Cuánto más leído es un pueblo, más difícil es adoctrinarlo.


Es cierto que éste es un criterio acumulativo. Ningún libro en particular nos puede dar el consentimiento absoluto; ninguno nos revelará toda la verdad de un modo mágico. Sin embargo, cada uno aportará una pieza y nos dejará su sedimiento, que irá conformando nuestra propia visión. Con este proceso en marcha, uno siempre llega a las mismas conclusiones "nada es absolutamente blanco o negro" y "nadie tiene, ni siempre, ni toda la razón". Otro efecto colateral de la lectura es que mejorará el modo de expresión, algo fundamental hoy. Leer enseña a comunicarse y nunca en la historia de la humanidad fuimos más dependientes de la comunicación. No hay duda de que sólo se aumenta la precisión y la riqueza de matices en el vocabulario, sino que se aprenden a enunciar y ordenar las ideas con una mayor claridad.


La literatura dispone de elementos propios que la hacen única e insustituible. Por ejemplo, la capacidad digresiva de Thomas Mann, basta leer con cierta concentración La Muerte en Venecia, esa intención no la encontramos en la película, por más que se trata de un trabajo excelso de Luchino Visconti. Valga apuntar que soy un enamorado de Silvana Mangano y que su sola presencia bastaría para arrobarme en la cinta, pero ni con esa prelación podría sustituirse por el libro.


Qué decir o cómo apuntar algo más sobre la profundidad de un personaje de Dostoievski o el encandilamiento retórico de un Juan Benet; éstos son sólo algunos de los elementos proporcionados en exclusiva por la experiencia literaria. La lectura de un libro de papel es una práctica íntima y espiritual, y nada es igualable a ese silencio y a ese estado de concentración absoluta en que nos sume un buen libro, el exterior desaparece y se nos abre el interior y sus paisajes majestuosos aún mundo insospechado. Leamos.


En el juego de las obviedades, la sorpresa no parece tener mucha relevancia. Hay acciones que no son producto de arrojar los dados y jugar con la suerte, en especial cuando se trata de entender el contexto político de nuestro país al iniciar un año que es decisivo para el futuro del actual gobierno. Baltasar Gracián, pensador español del siglo XVII, escribió que "todo lo dora un buen fin, aunque los desmientan los desaciertos de los medios", frase que aparece en uno de sus libros más reconocidos, el Oráculo manual y arte de la prudencia.


¿Qué cambio entre el año 2019 y el 2023? O tempora o mores, escribió Cicerón en su primera Catilinaria.


Es la suma de todas las bengalas que brillan en medio de una tormenta que ya se anuncia en los radares del ámbito político y económico del país.


Pero que no se quite el dedo del renglón: la educación debe ser el primer escalón con el que se traza el camino.


La elección de la nueva ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia es una buena noticia para proteger la autonomía y eficacia del INE. Su cultura judicial y su estilo sobrio y ajeno a la frivolidad política presagian que la Corte sea menos proclive a complacer al gobierno y menos sujeto de presión política.


 

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