Francisco Cabral Bravo
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La pobreza es la peor enfermedad de nuestro tiempo. Sin embargo, por muchos años ha sido romantizada por la élite de nuestro país a través de sus poderosos medios de comunicación. ¿Quién no recuerda las películas protagonizadas por Pedro Infante como Nosotros los pobres, o los melodramas Los ricos también lloran y María Mercedes? Historias que manipulan las conciencias, y para que los más humildes olviden las contradicciones de clase. Por sí mismo, nuestro pueblo está influido de la creencia religiosa porque "de los pobres es el reino de los cielos". En la masa popular, permea la idea de que la verdadera pobreza corresponde a "la pobreza del espíritu"; y que, por tanto, es mejor ser pobre porque los pobres son más felices, los ricos están vacíos y se la pasan triste sufriendo por tanta riqueza.
Seguro, apreciable lector, que se le viene a la mente una escena de película que los miembros de una familia humilde y sencilla se sientan a la mesa a compartir felices sus alimentos mientras el rico está solo en su mansión, quien al no soportar más, acude al lugar pobre donde es bien recibido y se queda con sus anfitriones para compartir su felicidad y comprender "el significado de la riqueza". ¡Pamplinas! ¡Cuentos y más cuentos! Las cosas se deben decir como son: en México, la desigualdad ha llegado a niveles insoportables porque un puñado basto de magnates y sus familias se han quedado con la riqueza nacional; los pobres deben comprender que su pobreza es resultado de esta desigualdad y que los ricos son ricos, porque explotan a los trabajadores, como vampiros que chupan la sangre hasta dejarlos secos, embrutecidos e inservibles.
Los ricos disfrutan de los manjares que caen de sus mesas.
Magnates, ricachones explotadores, que gustan de ostentar su riqueza y, como se afirma coloquialmente, "contar dinero delante de los pobres".
¿Los ricos también lloran? ¡A quién le importa! Para las masas populares, no queda más camino que educarse con urgencia para discernir mejor y no confundir las trinquiñuelas de sus enemigos de clase. En México urgen acciones que detengan la cruel desigualdad en que vivimos y que se manifiesta en todas las privaciones de nuestra vida diaria, ser pobre no tiene nada de bueno; pero la pobreza no es un estado natural. En efecto, contra lo que cotidianamente se repite, los hombres no son iguales. Unos son dueños de medios de producción, que son muchos y muy grandes; tierras, aguas, minas, edificios y naves, transportes, máquinas, herramientas, materias primas etc. Otros hombres no son dueños de nada de eso, solamente de su fuerza de trabajo, de su energía transformadora, y, para sobrevivir, obligadamente, tienen que venderla a los dueños de los medios de producción. Estos la compran y pagan por ella su valor, es decir, lo que el empleado, obrero, o la obrera necesita para sobrevivir, obligadamente, tienen que venderla a los dueños.
Es una cadena perpetua.
Cerca de un millón de hogares en México tuvo que hacer algo que "hubiera referido no hacer" para poder comer, esto, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, del INEGI.
De las más de 15.4 millones de familias en el país tuvieron dificultades para satisfacer sus necesidades alimentarias el año pasado, 959 mil 608 pidieron limosna, mandaron a trabajar a los niños o recurrieron a "prácticas socialmente no aceptadas" con tal de alimentarse. La pobreza sigue siendo uno de los principales problemas del país. A querer o no, estamos pagando esa deformación profesional: practicamos la crítica de la pobreza y, en respuesta se nos aplica la pobreza de la crítica. El problema básico del país, la matriz, de donde nacen y se alimentan casi todos los graves problemas, aparentemente independientes entre sí, nos aquejan, era y es la pobreza. Lo más común es que los ricos de hoy hayan nacido en un hogar rico también. No es una opinión, es una verdad hasta medida. Es decir, lo más común es que un rico nace y no se hace. La otra cara de la moneda es que, 75% de los mexicanos que nace en los hogares más pobres permanecerá en la pobreza durante toda su vida, nunca saldrá de ahí. Es decir, la pobreza en México se explica, sobre todo, por el origen de las personas, por la cuna en la que nacen.
En otro contexto de no pocas cosas debemos tener mucho cuidado en nuestro itinerario vivencial. Evitar ser presa de pecados, errores o tentaciones, no es fácil. Es humano. Sin embargo, una de las peores y más desagradables, por mucho, es la mediocridad.
"La mediocridad no se imita". Es una frase novelista y dramaturgo francés Honoré de Balzac lo dice todo. Caerse, trompicarse, desviarse del camino, equivocarse, fallar, son todas acciones que nos asaltan cuando nos lanzamos al descubrimiento de nuestro ser, y parte del proceso natural existencial.
Las únicas personas que no se equivocan son aquellas que deciden no hacer nada. Que permanecen en la inacción, que deciden siempre permanecer en las butacas del teatro de la vida y que jamás se animan a subir al escenario y deciden "actuar" y ser protagonistas de su propia obra.
Esa inacción y miedo a lanzarse al ruedo, es el peor error que podamos cometer. Se resume en ser un adorador de la mediocridad. Son lo mismo quienes son tibios de corazón. "Serán vomitados" nos dicen la sagradas Escrituras. Es más probable que alguien que ha bajado a los infiernos de su propio ser, pueda tener un despertar de conciencia, que un miedoso, timorato y tibio de corazón. La mediocridad es prácticamente un sinónimo de la pendejez. ¡Que Dios te libre de los pendejos! Es peor un pendejo mediocre que alguien malo. En cambio, la maldad tiene inteligencia. Planea, urde, intriga, ejecuta. Hay orden, dirección, objetos. Pero cuando el mediocre tiene poder, es un chivo en cristalería.
No hay nada. Es un ser sin mapa de navegación y preso de sus resentimientos, complejos, traumas y envidias. De la mediocridad no se saca nada. Los mediocres más antipáticos son aquellos que tienen la necesidad de humillar a alguien para sentirse importante.
Están también aquellos que siempre les dicen que sí al jefe. Nunca se atreven a contradecirlo, con tal de no perder su cercanía. Lo peor, es que hay personajes a quienes les gusta tener a estos falsos aplaudidores a su alrededor. Lo he visto, mucho, sobre todo en política y la administración pública.
Aquellos que no dan todo, que no juegan en la cancha de la vida, poniendo el corazón y el alma es doloroso, frustrante y lamentable. La mediocridad es asquerosa. Para los mediocres no hay recuerdo.
Critican, pero no se atreven a alzar la voz. Juzgan, pero no son capaces de proponer algo positivo. Aspiran pero la envidia corroe sus entrañas. Señalan en las sombras del anonimato, pero son cobardes. Son inútiles, pero existen. La ignorancia es un libreto, la soberbia su alimento, la mentira, su bebida, la hipocresía, su disfraz, el insulto, su argumento, la necedad, su maquillaje, el conformismo, su sinfonía, el olvido, su espacio y el fracaso, su destino.
El fracaso tiene mil excusas.
En otro orden de ideas en enero de 1960 en la escuela primaria rural Cuauhtémoc, en el poblado de El Saucito, en San Luis Potosí, el secretario de Educación pública, Jaime Torres Bodet, le entregó a María Isabel Cárdenas Ruiz los primeros dos libros de texto editados por la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos: "Mi libro de primer año y mi cuaderno de trabajo de primer año". Desde 1962 aquellos libros tuvieron en la cubierta la imagen bellísima de Victoria Domelas: la modelo que el pintor Jorge González Camarena transmitió en La Patria, y cuya efigie pasó por las manos de millones de niños mexicanos.
Vestida con una inmaculada túnica blanca, Victoria sostenía un libro en la mano derecha y la bandera mexicana en la izquierda. En el libro se leía que ella representaba "La Nación mexicana avanzando el impulso de la historia y con triple empuje cultural, agrícola, industrial, que le da el pueblo".
Los libros decían en su página primera que existían muchos libros en el mundo, pero que estos habían sido hechos "especialmente para ti”. Se recomendaba cuidarlos. En esos libros había poemas de Amado Nervo, María Enriqueta, de Gabriela Mistral, de Leopoldo Lugones, de Juan Ramón Jiménez, de Porfirio Barba Jacob, de Juan de Dios Peza y de Juana de Ibarbourou.
Había relatos de Heriberto Frías y de Guillermo Prieto. El propósito de Jaime Torres Bodet y Martín Luis Guzmán era dar a los alumnos a través del arte y el conocimiento, "un pedazo de infinito" e inculcarles el amor a la Patria. Educar, de origen latín, es guiar o conducir en el conocimiento. La primera educación es en el hogar, y posteriormente en la escuela. Al efecto, se requiere de un plan de estudios que indique la orientación del individuo en su desarrollo integral pleno.
Los diputados del Frente Amplio Opositor han acordado emprender una acción de inconstitucionalidad porque la elaboración de los nuevos libros del texto de la llamada Nueva Escuela Mexicana ni cumplen con el artículo tercero constitucional, ni se elaboraron conforme a la Ley General de Educación. Así que la polémica va a la Corte. Hay dos problemas, el jurídico, y el de contenidos.
El artículo tercero establece que: "Toda persona tiene derecho a la educación. El Estado- federación, estados, Ciudad de México y municipios, impartirá y garantizará la educación inicial, preescolar, primaria, secundaria, media superior y superior. La educación se basará en el respeto irrestricto de la dignidad de las personas, con un enfoque de derechos humanos de igualdad sustantiva.
Establece que será laica, se basará en el progreso científico, luchará contra la ignorancia, los fanatismos Y los prejuicios. Los textos de la SEP no cumplen con estos requisitos constitucionales, desaparecen las materias, se establecen Campos formativos.
Se coloca a la comunidad sobre el individuo y sus libertades, su contenido es antidemocrático.
Es un despropósito querer hacer de los niños agentes de un cambio social. Tienen una visión neocolonial cuando México es un país moderno y multicultural.
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