José Luis Amaya Huerta

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En los últimos años se ha venido registrando en México una recomposición del sistema de partidos, sobre todo a raíz del proceso de transición democrática generado en las últimas décadas, la cual hizo posible la competencia electoral en condiciones de mayor equidad y la alternancia en el Congreso de la Unión y en la Presidencia de la República.
Después de la etapa del partido hegemónico, antes de 1988, cuando el PRI ganaba todos los puestos, con la ciudadanización de los órganos electorales en la década de los 90, principalmente con el consenso logrado en la reforma electoral de 1995, se logró que el gobierno sacara las manos de las elecciones y que hubiera una competencia político-electoral real.
Esto llevó a que en 1997 el PRI perdiera la mayoría en el Congreso de la Unión y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, esta última ante Cuauhtémoc Cárdenas y el PRD, y en el año 2000 se registrara la primera alternancia en la Presidencia de la República, ante el PAN.
En ese momento había tres grandes partidos políticos en México, el otrora partido gobernante, PRI; el PAN, que gobernó el país durante dos sexenios, el de Vicente Fox, de 2000-2006, y Felipe Calderón, de 2006-2012, y el PRD, que refrendó el triunfo en la Jefatura de Gobierno en el año 2000, con Andrés Manuel López Obrador, en 2006, con Marcelo Ebrard, y en 2012, con Miguel Ángel Mancera.
Con el triunfo de Enrique Peña Nieto, en 2012, el PRI logró regresar a la Presidencia de la República, registrándose la segunda alternancia en el país.
En el caso del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas fue tres veces candidato presidencial (1988-1994 y 2000) pero no logró el triunfo electoral; sin embargo, a partir de 1997, las condiciones de mayor competencia electoral permitieron una relativa distribución del poder público entre los tres grandes partidos.
Por su parte, Andrés Manuel López Obrador fue candidato presidencial en 2006 y 2012 por el PRD, sin éxito, y en este último año comenzó la conformación de su nuevo partido, Morena, con el que contendió en 2018 y obtuvo el triunfo electoral registrándose la tercera alternancia en la Presidencia de la República.
El triunfo de Morena en las elecciones presidenciales de 2018 le permitió ganar también la mayoría del Congreso de la Unión y varias gubernaturas, entre ellas la Ciudad de México, de dónde desplazó al PRD, hasta hacerse durante los últimos seis años de la mayoría de los gobiernos de los estados, espacios donde gobernaban el PRI y el PRD, principalmente.
Seis años después, en las elecciones presidenciales de 2024, Morena refrendó el triunfo electoral en la Presidencia de la República, con la Doctora Claudia Sheinbaum Pardo, así como la mayoría del Congreso de la Unión y de las gubernaturas en disputa, entre ellas la Ciudad de México, Veracruz, Puebla, Morelos, Tabasco y Chiapas.
Los resultados electorales no solo le dieron la mayoría de los cargos públicos a Morena, sino que le quitaron el registro al PRD y dejaron al PRI en su momento de mayor debilidad electoral desde los tiempos de Peña Nieto. Solo el PAN logró mantenerse vigente como una oposición competitiva, sobre todo en algunos estados, como Guanajuato y Yucatán.
En este contexto, resulta más que evidente que en el corto plazo se dará una recomposición en el sistema de partidos en México, en principio porque luego de la desaparición del PRD, las corrientes internas buscan conformar un nuevo partido buscando una alianza con la llamada Marea Rosa, integrada por agrupaciones ciudadanas que apoyaron a la coalición que postuló a Xóchitl Gálvez.
El problema es que, en el espectro político e ideológico del país, las corrientes agrupadas en torno al PRD procedían de la izquierda, mientras que la Marea Rosa, en su mayoría de clase media alta y baja, estarían más orientadas al centro y a la derecha. Prueba de ello es que su voto favoreció principalmente al PAN y al PRI, pero no al Sol Azteca. Por eso perdió el registro.

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