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Año nuevo, vida nueva
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2016-01-02 - 08:50
¡Qué hermoso es despertar sobrio y sano el 25 de diciembre y el uno de enero! Con cierto placer malicioso y un tanto egoísta siento ahora la superioridad de mi situación sobre tantos que padecen la infame resaca, la terrible “cruda” producto de haber ingerido alcohol como cosacos (la verdad no sé si los pobres cosacos realmente tomen tanto, pero así suele decirse). Lástima me dan también, principalmente por iniciar el año con cuerpo y mente ignominiosamente intoxicados; y si nos atenemos a una predisposición psicológica por la fecha, o hablando más claro, la superstición de los propósitos y todo lo que implica premonitoriamente el primer día del nuevo año, ya dieron neciamente al traste con el augurio de los siguientes 12 meses al marcarlos simbólicamente con una desproporcionada alcoholemia.
El “feliz año nuevo” se convierte en simple hipocresía, en solo palabras vacías, provocadas por la euforia efímera del enervamiento etílico. Los ojos enrojecidos e irritados, vista distorsionada y borrosa; dolor de cabeza, sueño sin poder conciliar el descanso, y aquellos que ilusamente postergan los síntomas volviendo a alcoholizarse en el tradicional recalentado.
Y esto por sólo hablar de los que tuvieron la suerte de no verse involucrados en accidentes como choque de autos, atropellamientos, riñas, ser detenidos y… hechos frecuentemente mortales, sólo basta leer las páginas rojas de los periódicos el día dos de enero. Efectos también directos como congestión alcohólica o pancreatitis etílica, o simplemente la denigrante cruda moral por haber dicho o hecho necedades la noche anterior por los efectos de las bebidas alcohólicas… y lo digo por experiencia propia. ¡Qué bello es estar sobrio y sano la mañana del primer día del año!
Dense la oportunidad y vivan al natural; no consumas alcohol ni otras drogas. (¡Y todavía quieren legalizar la marihuana!).
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Por más que algunos nos empeñemos en pensar que los días 31 de diciembre y uno de enero son simples días como cualquiera otros, lo cierto es que todos ya estamos influidos psicológicamente a considerar el cambio en el número de año, 2015 a 2016 en esta ocasión, como un parteaguas en nuestra vida personal, familiar y hasta de nuestro país y del mundo.
Nos sorprenderíamos de cuántas personas, hasta las más consideradas como racionales, ecuánimes, cuerdas, inician el año ciñéndose un calzón rojo; saliendo a la acera frente a la puerta de casa con maleta en mano y algunas otras curiosas tradiciones que supuestamente atraen lo que tanto anhelamos todos (y ahí sí me incluyo): salud, dinero y amor.
Están los excesivamente pesimistas que sólo tienen ojos para lo negativo y no pueden vislumbrar más que un negro porvenir. A los que atemorizan un siguiente año de aumentos de precios, violencia de la delincuencia organizada y de la desorganizada; violencia política con los izquierdistas bloqueando calles y carreteras, robando autobuses de pasajeros y hasta pipas de gas y gasolina, con los “inocentes” aspirantes a maestros lanzando piedras y bombas molotov contra nuestros soldados y policías, y luego luego yendo a hacerse las víctimas y acusar al gobierno de “represor”. A nivel internacional un Ejército Islámico decapitando y ametrallando a todo aquel que no profese la religión de Mahoma y proclame que “¡sólo Alá es grande!”; el distanciamiento entre Estados Unidos y Europa occidental y Rusia y China haciéndose cada vez más grande, donde los menos optimistas auguran tarde o temprano una terrorífica tercera guerra mundial, en fin…
Sin embargo – y no lo digo como consuelo de ingenuos -, si acudimos a una hemeroteca y verificamos los periódicos de hace décadas para acá, todo eso (aumentos de precios, guerras, violencia delincuencial común y violencia política, desempleo, tensión internacional) siempre lo ha habido; algunos años con mayor intensidad, otros con menos; pero siempre han estado ahí todos esos problemas. Cualquier año que escojamos: ¿1920? ¿1940? Verifiquen y van a ver.
Cada año a unos les va bien, a otros mal y otros siguen rutinariamente igual. Como recomienda el greco-romano Epícteto, en lo que dependa de nosotros, adelante, con todo; en lo que no dependa de nosotros, aceptarlo y ya. Y eso que sí depende de nosotros es mucho más de lo que pensamos. Observemos y nos daremos cuenta de que los disciplinados, los sobrios, los voluntariosos, los con iniciativa, los luchones, nunca se andan quejando de la suerte, ni andan buscando chivos expiatorios para descargar la culpa de las propias deficiencias, sean personas, el gobierno, las crisis, etc.
La celebración de la noche vieja y el año nuevo conlleva un dispendio psicológico y económico aún mayor que el del 24 y 25 de diciembre; pareciera que la beatitud de la Navidad hace contenerse a algunos del destrampe total, cuando la celebración es esencialmente la misma, pues los años de nuestra era se siguen contando por nuestro Señor Jesucristo. Hubo un intento ridículo (ridículo aunque impregnado de sangre y terror) de cambiar la cronología durante la Revolución Francesa; pero no les duró el gusto a los anticristos; Napoleón restauró la cronología cristiana.
El año nuevo, empero, trae consigo expectativas de bienestar y prosperidad, como ya mencioné, por el ambiente psicológico que se percibe los días 31 de diciembre y uno de enero. Buenos propósitos que en su mayoría quedan sin cumplirse; esperanzas que se van diluyendo conforme avanzan inexorables los días y se olvida por completo el entusiasmo de las celebraciones decembrinas y del inicio de año tras la última fiesta, el día de reyes (aunque algunos la pretenden prolongar y estirar hasta la tamaliza del dos de febrero, pero bueno…), pero los que suelen endeudarse para todas estas celebraciones, por supuesto que tardarán más en olvidar.
Y respecto a esto último, amerita comentario la irresponsabilidad de una buena parte de la población que representan las inusualmente largas filas en el Monte de Piedad y demás casas de empeño estos primeros días del año; porque las deudas fueron adquiridas por diversión (principalmente en bebidas alcohólicas), y no por necesidad.
Y hasta el próximo sábado, si Dios lo permite.

raulgm42@hotmail.com

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