Agustín Contreras Stein

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LOS ACONTECIMIENTOS generados por la violencia en algunos Estados de la República, como Jalisco, Guanajuato y Chihuahua, entre otros, representan, para el resto de los mexicanos, independientemente de la imagen que se muestra a nivel internacional, la falta absoluta de un verdadero estado de derecho, así como el pleno desinterés del gobierno federal, para actuar decididamente y controlar, de una buena vez, estos hechos, rescatando la tranquilidad, la paz y la seguridad que demanda constantemente la ciudadanía de todo el país.

En todo México, hay dolor y huele a muerte, porque no cesan las desapariciones, los asesinatos, las violaciones, los robos, los asaltos, las amenazas, extorsiones, fraudes y toda una cauda de delitos que se cometen a la luz pública y en algunos casos, bajo resguardo de la misma policía, la cual, por estas razones y otras más, ya no son confiables para ningún habitante de la nación.

Todos los delitos, perpetrados a lo largo y ancho del territorio nacional, parecen contar con el apoyo gubernamental, por lo que esta situación se ha vuelto una verdadera crisis de confiabilidad, al grado de que muchos ciudadanos están buscando la manera de defenderse por sí mismos, pues nadie tolera que su vida esté constantemente en peligro, así como la de su familia y su patrimonio.

México, es un caos por todas partes, donde el dolor está presente en cada familia, más en aquellas donde les han robado la tranquilidad por no encontrar un ser querido o saber que la muerte se los ha arrebatado. Ese es el estado en que se encuentra actualmente el país, que poco a poco va perdiendo la esperanza de que algún día vuelva a disfrutar de la tranquilidad, la convivencia y la concordia, porque sabe que en estos momentos no cuenta con la garantía de seguridad que el Estado, está obligado a proporcionar. La corrupción en el gobierno, no en la sociedad, se une a todos estos acontecimientos que están minando constantemente al pueblo mexicano, donde también la pobreza se acumula y es más evidente la gran dificultad para poder subsistir dignamente.

Toda la nación vive su momento más crítico de la historia moderna, con un regresivo estado de violencia generalizada, causante del dolor y muerte por todos los rincones de la patria. Los hijos lloran la muerte de sus padres, los padres lloran la muerte de sus hijos, pero sufren más por aquellos seres que aún no han encontrado.

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LOS ATAQUES A CIVILES.

LA LUCHA ENTRE GRUPOS enemigos, por la razón que se quiera, en casi todo el país, ha pasado de simples venganzas de bandas organizadas, al ataque directo en contra de la población, cuyos efectos se están conociendo permanentemente y constituyen la más grave preocupación de la sociedad en general, la cual, comienza a mostrar justificada desesperación.

Ya no se trata de enfrentamientos entre grupos del crimen organizado, sino en acciones que van contra la propia ciudadanía que no tiene nada que ver en estos asuntos dirimidos por la competencia criminal. Tampoco se trata de casos aislados ni de las consecuencias por haberse encontrado en el momento y el lugar equivocados. No, se trata ya de un reto permanente y evidente en contra de la población y principalmente como muestra de la fuerza que tienen para enfrentar al gobierno y sus instituciones de seguridad.

Nos acercamos, paulatinamente, a estado fallido, donde el gobierno y su autoridad, han sido rebasados por la delincuencia, como una consecuencia de la estrategia gubernamental de “Abrazos, no balazos”.

Empresas y negocios, capitales nacionales y extranjeros, han comenzado a salir del país, y con ellos, buena parte de familias mexicanas, que van en busca de seguridad personal y de toda su familia.

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Y EL LUNES, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.