Francisco Cabral Bravo
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En el artículo tercero de la Constitución nos impusimos que no solo queríamos una democracia que fuera un sistema de gobierno, sino también uno de vida. Largo ha sido el camino de los mexicanos en la construcción de la democracia que hemos anhelado desde el movimiento revolucionario de 1910 y que quedó plasmado en nuestra Constitución de 1917. En el artículo tercero nos impusimos que no solo queríamos una democracia que fuera un sistema de gobierno, sino también uno de vida.
Por ello siempre estuvimos adelante de la visión formal o shumpeteriana de la concepción de la democracia para ubicarnos en la vanguardia de construir una democracia de forma armoniosa que fuera más allá de las elecciones, que nuestra democracia estuviera en permanente ascenso en el nivel de vida y de los derechos de todos los mexicanos. La crisis del modelo de desarrollo estabilizador y una mayor exigencia de participación por la sociedad, particularmente la clase media, trajeron una pérdida de legitimidad el régimen priista y éste se vio en la necesidad de crear una apertura política para "oxigenar" el sistema político.
Con la primera reforma política de 1977 se abrió un gran horizonte en el sistema político para incluir a todos y hacer del sistema electoral uno más representativo para las minorías, y más adelante, la arquitectura de un órgano autónomo para la organización de las elecciones confiable a todos los actores políticos (IFE, ahora INE), generando la liberalización política como método de apertura en un permanente espacio de reformas hasta culminar con la alternancia política del año 2000 en la presidencia de la República.
El pluripartidismo, imperante en el Congreso desde 1997, los llamados "gobiernos divididos", donde el presidente y su partido político no tuvieron mayoría en el Congreso, obligaron a la negociación política permanente, pero esta manera de hacer política nunca puso en riesgo la estabilidad ni la gobernabilidad en el país.
Sin embargo, los cambios acontecidos en las alternancias políticas, entre otros, generaron distorsiones en el sistema político, que junto a la última crisis financiera y económica de 2008 y acciones de corrupción e impunidad de la clase política y la cartelización de los partidos políticos, así como la inseguridad y la violencia generada por las bandas criminales, crearon las condiciones para que un populista del sistema accediera al poder con el voto popular.
Como dice Yascha Mounnk, "el ascenso de hombres fuertes iliberales puede muchas veces ser el preludio de un régimen autocrático: una vez silenciados los medios y abolidas las instituciones independientes es fácil que los gobernantes iliberales efectúen la transición desde el populismo hasta la dictadura" (El pueblo contra la democracia, Paidós, Colombia 2018). Vivimos en tiempos interesantes, propios de augurio chino. La democracia mexicana enfrenta el mayor riesgo de nuestra historia.
La política no puede seguir siendo entendida como el campo para aplastar al adversario e imponer las ideas propias, sino que trata del espacio que creamos entre todos para negociar un futuro mejor, a pesar de nuestras diferencias. Los abusos y tropelías de los regímenes anteriores, magnificados y enmarcados por el Presidente, a su conveniencia, le han permitido marcar una diferencia entre su llamado "humanismo mexicano" y una política tradicional que no sería más que la oportunidad que unos cuantos aprovechan para robar a su antojo. Un concepto que nuestros políticos, en los hechos, no han logrado desmentir.
Es preciso defender al INE, pero al mismo tiempo es fundamental volver a creer en la política. Defender la democracia es un concepto que en abstracto resulta inapelable, pero cuando la batalla se traduce en beneficios para los mismos partidos de siempre la situación se vuelve descorazonadora: de ahí la falta de interés y el abstencionismo. Salvemos al INE, con toda nuestra convicción, pero exijamos más de los partidos y sus diligencias, con la misma energía. La democracia no se trata de membretes, sino de ciudadanos: la democracia, en realidad, sólo podrá salvarse en la medida en que la sociedad vuelva a creer en la política.
En otro orden de ideas mientras se encontraba en la cárcel el italiano Antonio Gramsci revolucionó con sus escritos la lucha comunista, al proponer que para llegar al poder y modificar el orden social, se debería primero conquistar la cultura usando el lenguaje como arma estratégica, y machacar las ideas en tres campos de acción: las escuelas, los medios de comunicación y las leyes.
Menciono el antecedente, porque es exactamente lo que hace la diputada de Morena Aleida Alavez para imponernos su manera de pensar a todos los mexicanos, sobre todo a niños y jóvenes. No es casualidad que para lograr la aceptación de sus propuestas, como el aborto, el suicidio asistido, la ideología de género, entre otras, acuñe y machaque hasta el cansancio nuevos términos, que el filósofo español Alfonso López Quintás, experto en evidenciar la manipulación del lenguaje, definió como palabras talismán, porque resultan atractivas, suenan bien, aunque no entendamos plenamente lo que significan, ni sus implicaciones. Actualmente, en la Cámara de Diputados se analiza la modificación de 27 artículos de nuestra Constitución, un hecho histórico, bajo el nombre talismán de "Igualdad Sustantiva y Género". Bajo este megalodón legislativo, que de nombre suena bien y en el fondo apesta, se nos quiere hacer ver que solamente se trata de promover la paridad de oportunidades laborales entre hombres y mujeres, que es necesario, pero la verdad es otra.
Bajo esta iniciativa, Aleida Alavez quiere colar conceptos talismán como: autonomía reproductiva, que significa aprobar el aborto en menores de edad, sin conocimiento de los padres; derechos sexuales y reproductivos, que representan la promoción de la promiscuidad sexual como un derecho en menores de edad y, por supuesto, sin conocimiento de los padres o tutores; respeto a la identidad sexogenérica que busca censurar y castigar la libertad de expresiones de periodistas y comunicadores, así como los derechos políticos de quienes no coincidimos con su manera de pensar, incluso la misma iniciativa de Igualdad Sustantiva y Género busca imponer en las universidades públicas y privadas cuotas arbitrarias de diversas identidades de género, es decir, en caso de aprobarse esta ley, deberán existir en su cuerpo directivo y consejeros, personas dentro de la 160 opciones de género que anuncia la ONU, dejando totalmente de lado ganarse un cargo por las capacidades y competencias profesionales de mujeres y hombres, mas no por su comportamiento sexual. Aun cuando con enorme simpleza e, incluso, a veces con procaz altanería infame la descalificación y recalificación de Cuauhtémoc Cárdenas, el presidente sostiene que estos son tiempos de definición, lo evidente es un momento de confusión. Desconcierto y alboroto que, de persistir, compromete la estabilidad política y social, colocando en peligro la recuperación.
Tal confusión no sólo afecta al movimiento liderado por el propio mandatario, también a más de un grupo de la oposición partidista u organismo de la resistencia civil. Unos y otros se mueven y desgañitan sin desplazarse del sitio donde se encuentran y en su dinámica se complementan en el despropósito de quitarle, en vez de darle perspectiva al país.
La desesperación por conservar o conquistar el poder sin reparo ni decoro está haciendo presa a esos polos. Y, en su afán de arrogarse respectivamente la representación, encarnación y orientación del pueblo o la sociedad civil, espolean la posibilidad de un nuevo desencuentro nacional.
Y para finalizar el problema es grave.
Por mucho que siga diciendo que no tiene Plan B en su búsqueda por la candidatura presidencial, a estas alturas del partido todo mundo tiene claro que el senador Ricardo Monreal será el candidato de Morena en la Ciudad de México.
La posición se la ofreció directamente Andrés Manuel López Obrador, quien ya le notifico la decisión, incluso a Claudia Sheinbaum para que lo vaya procesando al interior de las fuerzas morenistas en la capital, que no acaban de digerir al Zacatecano.
Ahora se entiende por qué Monreal fue incluido repentinamente entre las corcholatas y, aunque se presentó a la pasarela de San Lázaro con los demás, ha dicho que no confía en las encuestas que organiza Mario Delgado para elegir al candidato presidencial.
También ha criticado las acciones que algunos morenistas realizan para promoverse anticipadamente, pasando por encima de la ley. Es decir, quiere marcar una sutil distancia de los radicales de la 4T, para ganar simpatías en otros sectores de población capitalina.
Aunque dijo que se organiza en los 300 distritos electorales del país, la realidad es que donde concentra la mayoría de sus eventos es en la CDMX. Tan no se está moviendo al interior, que ni su hermano Saúl, alcalde de Fresnillo, se ha movido, y eso que es un buen operador.
Antes de que Claudia oficializara a su equipo que Monreal entraría a la contienda por la capital, el equipo cercano del senador se había reunido ya para empezar a diseñar las estrategias de precampaña.
Este asunto cimbrará también a la alianza opositora, pues el Zacatecano les puede hacer un hueco.
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