Héctor Raúl Rodríguez Díaz

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Lo que está en juego en las elecciones del 2 de junio de 2024 es la oportunidad de los mexicanos y veracruzanos de elegir a un buen gobierno que trabaje para resolver los problemas sociales, con eficacia y eficiencia, y no solo para dar excusas o pretextos, como bien lo dice Pepe Yunes, precandidato de la coalición “Fuerza y Corazón por Veracruz”.
Y es que los mexicanos y veracruzanos llevamos cinco años padeciendo las consecuencias de haber elegido a un mal gobierno en 2018. Un gobierno que, no obstante haber recibido el respaldo de los ciudadanos, no ha sabido estar a la altura de las expectativas y ha defraudado la confianza y la esperanza depositada en las urnas.
A nivel nacional y estatal, Morena ha demostrado ampliamente que no sabe gobernar, porque antepuso las prioridades y agenda de grupo o de partido, a las prioridades y agenda ciudadana.
Lo anterior quedó claro en temas como el manejo de la pandemia de Covid 19, que fue desastroso y costó la vida de cientos de miles de mexicanos; o en la falta de empatía del gobierno de López Obrador para apoyar a los micro, pequeños y medianos empresarios, a los que dejó a su suerte durante la crisis sanitaria, lo que derivó en la pérdida de cientos de miles de empleos que tuvieron una consecuencia directa en la economía de millones de familias mexicanas, agravada después con el tema de la inflación y el alza desmesurada de precios de los productos de la canasta básica.
A la crisis de salud y economía, hay que sumar la crisis de inseguridad, que el actual gobierno no ha sabido enfrentar, o lo ha hecho con ocurrencias como el “abrazos, no balazos”, y el saldo lo han sufrido las familias mexicanas con más de cien mil homicidios, además de miles de desaparecidos y feminicidios, y miles de desplazados por la violencia en diversas zonas del país.
Frente a esta grave problemática social, el gobierno de López Obrador ha respondido sistemáticamente con una narrativa claramente ideologizada para tratar de negar u ocultar la realidad con propaganda, y para culpar de sus errores e insuficiencias a los gobiernos del pasado, mientras avanza en su estrategia de militarizar al país y someter a los poderes y organismos autónomos, como la Suprema Corte de Justicia, el Instituto Nacional Electoral, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación o el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información Pública, perfilando un gobierno de corte autoritario, en detrimento de los derechos y libertades ciudadanas.
En Veracruz el gobierno morenista tampoco ha cumplido con las expectativas de los ciudadanos.
La administración de Cuitláhuac García será recordada por haber encarcelado a cientos de veracruzanos a través del delito de ultrajes a la autoridad, que fue derogado por la Corte, y por utilizar a las instituciones de procuración y administración de justicia para perseguir y lastimar a los veracruzanos.
El mal gobierno estatal se ve reflejado en la imagen que hoy en día proyecta el palacio de gobierno de Xalapa, el cual pasó de ser la casa de todos los veracruzanos, que debería ser de puertas abiertas, para convertirse en una mazmorra secuestrada por una camarilla cuyos accesos se mantienen cerrados con cadenas y candados.
Por lo anterior, lo que está en juego en las elecciones del 2 de junio de este año será elegir entre un buen o mal gobierno en lo administrativo; entre un buen gobierno capaz de defender la autonomía e independencia de las instituciones que garantizan nuestros derechos y libertades democráticas, y otro que ha mostrado ampliamente, como es el caso de Morena, su intención de controlar a los tres poderes y organismos autónomos para instaurar un modelo de gobierno de corte dictatorial como en Cuba o Venezuela.
En este punto resulta evidente la importancia de la elección del 2 de junio de 2024 y de que los ciudadanos se informen, participen y se involucren en el proceso electoral para defender sus derechos y libertades democráticas.
Habría que recordar que gracias al proceso de ciudadanización del INE en la década de los noventa, mediante el cual los ciudadanos le quitaron al gobierno el control de las elecciones, fue posible la alternancia en la Cámara de Diputados cuando la oposición ganó por primera vez la mayoría del Congreso de la Unión, y la Presidencia de la República en el año 2000, con el triunfo de panista Vicente Fox.
Desde entonces, la alternancia es parte de la normalidad democrática y de la cultura política de los mexicanos, como se confirmó en 2012 y en 2018, cuando con el poder de su voto castigaron a los gobiernos en turno ante realidades agobiantes.
Por eso puede decirse con certeza que en 2024 la decisión será de los ciudadanos, para hacer valer su derecho a tener un buen gobierno: un gobierno de los ciudadanos, para los ciudadanos y por los ciudadanos, que dé resultados sin excusas ni pretextos, y defienda a las instituciones que garantizan nuestra democracia como un sistema político y social para que nuestras familias puedan vivir en paz y en libertad.

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