José Luis Amaya Huerta

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En plena Guerra Fría, cuando los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Soviética se encontraban en plena carrera armamentista por la hegemonía mundial, la Revolución Cubana que derrocó a la dictadura militar de Fulgencio Batista y llevó al poder a Fidel Castro fue un símbolo para los movimientos de izquierda en América Latina y el mundo, que marcó a varias generaciones de la segunda mitad del siglo XX.
Las ideas de libertad, igualdad y justicia social que trajo consigo el triunfo de la Revolución en la isla caribeña fueron la génesis de un cambio cultural que influyó en el pensamiento, la política, la literatura y la música de toda Latinoamérica y por supuesto, de México.
En las décadas siguientes, Cuba fue una fuente de inspiración para una corriente intelectual y cultural vinculada a la izquierda que se dedicó a difundir las ideas y los valores revolucionarios en toda América.
En el caso de México, la izquierda revolucionaria paulatinamente pasó de la clandestinidad a la lucha electoral, aunque en condiciones sumamente desiguales dado el férreo control político-electoral del viejo partido hegemónico.
En este contexto, en Cuba emergió la figura del cantautor, guitarrista, poeta y político cubano Silvio Rodríguez Domínguez, nacido en San Antonio de los Baños, Cuba, el 29 de noviembre de 1946, y conocido como El Aprendiz o El Escaramujo, considerado el mayor exponente de la música cubana surgida con la Revolución, conocida como la Nueva Trova, sitio que comparte con otros reconocidos cantautores como Pablo Milanés, Noel Nicola y Vicente Feliú.
Silvio Rodríguez vivió su infancia en la época de transición entre el gobierno dictatorial de Batista al inicio y triunfo de la Revolución, con la que colaboró desde sus inicios, como publicista, dibujante, escritor, compositor, militar y político.
Su carrera musical la inició ejerciendo como conductor de televisión, para luego integrarse al Grupo de Experimentación Sonora, dirigido por Leo Brouwer, hasta consolidarse como solista.
Con más de cuatro décadas de carrera musical, ha escrito al menos 560 canciones y publicado más de veinte álbumes, siendo uno de los cantautores de mayor trascendencia internacional de habla hispana.
En las postrimerías del siglo XX, la isla lo eligió junto con Ernesto Lecuona como el mejor compositor cubano del siglo, y a nivel internacional fue galardonado, junto a Joan Manuel Serrat, como el mejor cantautor hispanoamericano de la segunda mitad de siglo y en 1997 como Artista Unesco por la Paz.
Ya en el siglo XXI, Silvio Rodríguez recibió el premio ALBA en 2010 y el Doctorado Honoris Causa por las Universidades Nacional Mayor de San Marcos, del Perú; Veracruzana, de México, y Nacional de Córdoba, de Argentina.
Entre sus discos más relevantes se destacan: Días y Flores (1975), Al final de este viaje (1978), Mujeres (1978), Rabo de nube (1980) y Unicornio (1982).
He aquí una de sus canciones más icónicas, “Pequeña serenata diurna”, conocida popularmente como Vivo en un país libre:
Vivo en un país libre/ Cual solamente puede ser libre/, En esta tierra, en este instante/, Y soy feliz porque soy gigante/. Amo a una mujer clara/Que amo y me ama/Sin pedir nada O casi nada/ Que no es lo mismo, Pero es igual./ Y si esto fuera poco/Tengo mis cantos/ Que poco a poco/ Muelo y rehago/ Habitando el tiempo/ Como le cuadra/ A un hombre despierto/. Soy feliz/ Soy un hombre feliz/Y quiero que me perdonen/Por este día/ Los muertos de mi felicidad/. Y si esto fuera poco/Tengo mis cantos/ Que poco a poco/ Muelo y rehago/ Habitando el tiempo/ Como le cuadra/ A un hombre despierto/ Soy feliz/Soy un hombre feliz/Y quiero que me perdonen/Por este día/ Los muertos de mi felicidad.
Como mexicano, luego de la derrota del viejo partido hegemónico en el año 2000 y el triunfo del Movimiento de Regeneración Nacional dieciocho años después, el cual fue refrendado en 2024, puedo cantar con orgullo, como Silvio Rodríguez: vivo en un país libre.

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