José Luis Amaya Huerta

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La gobernadora electa de Veracruz, Rocío Nahle García, ha sido muy clara en el planteamiento de que en la entidad cuidarán al partido que se fue construyendo con los principios y esperanzas de millones de veracruzanos, que han creído y confiado en que es posible desterrar la corrupción y la impunidad de la vida pública del estado.
Por eso en su calidad de titular del Poder Ejecutivo del Estado, el cargo más alto al que puede aspirar un veracruzano en la entidad, como lo será a partir del próximo 1 de diciembre, Nahle García ha dado a entender que en Veracruz, Morena se reserva el derecho de admisión, y esto vale sobre todo para aquellos que han hecho de la traición y el oportunismo un modo de vida.
Y es que, a raíz del anuncio de la expulsión del Partido Acción Nacional, PAN, del senador Miguel Ángel Yunes Márquez, y de su padre, el ex gobernador panista Miguel Ángel Yunes Linares, desde la Ciudad de México ellos mismos han hecho crecer la versión de que serán incorporados al partido gobernante, como premio por haber traicionado a su partido y haber votado a favor de la reforma al Poder Judicial.
Más que un hecho consumado, en el fondo lo que esa versión revela es el grado de orfandad política y la desesperación en que se encuentran los Yunes del Estero, luego de que perdieron toda credibilidad y su capital político frente al millón 200 mil electorales que los llevaron a la senaduría, pero que hoy los repudian y los acusan de traidores en todas las plazas públicas del país.
De ahí que tienen razón quienes se cuestionan, más allá de un voto en el senado, ¿qué pueden aportar a Morena los ahora expanistas?, además del evidente descrédito y la imagen de corrupción y pragmatismo que han construido a lo largo de su trayectoria política.
En este marco hace bien la gobernadora electa de Veracruz en pintar su raya y advertir que en la entidad deben cuidarse las formas y respetarse a la militancia que ha trabajado durante años para construir y consolidar a Morena, como para abrirle sin más, la puerta a personajes que representan todo aquello contra lo que han luchado.
Incluso, suponiendo sin conceder, que los dos polémicos personajes fueran admitidos en Morena, los de casa saben que también terminarán traicionándolos, pues ese ha sido su modus operandi, como lo hicieron en 2003 al pasar del PRI al PAN, y como lo hacen ahora. Ese es parte de su ADN, y quien traiciona una vez, traiciona siempre.
No obstante, en los últimos días han surgido versiones descabelladas en el sentido de que, de concretarse el arribo de los Yunes al partido, la ex secretaria de Energía del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, podría salir de Morena y declararse gobernadora independiente. Nada más alejado de la realidad.
En principio, porque Rocío Nahle se encuentra en casa. Desde la izquierda, ha sido leal y ha acompañado a López Obrador en su camino hacia la Presidencia de la República, y desde siempre ha estado al lado de la hoy presidenta electa, Claudia Sheinbaum.
Además, la mandataria electa es una mujer de principios, fundadora del partido, y su nombre y convicciones no pueden ponerse en tela de juicio.
Menos por los que cambian de casaca según sus intereses y a quienes todo Veracruz y el país entero conocen muy bien y ya han puesto en el lugar de la historia que les corresponde.

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