Con el anuncio de la implementación de circuitos viales en esta ciudad capital, nuevamente se volvió a hacer ruido en torno a este tema, que no es nuevo ni desconocido, pero que no se ha podido mitigar ni mucho menos resolver, sino por el contrario, cada día se agudiza y se agrava más y más.
Debe ser, para las autoridades, en primer término, pero también para la población, en segundo término, una prioridad su observación, análisis y consecuentemente su atención, pero son tantas y espinosas sus aristas, son tantos los intereses que confluyen, los costos y lo costoso que ello implica, que mejor se ha optado por darle la vuelta y dejar las cosas en paz, aunque el mal crece y se torna cada vez más complejo.
Y no es para menos, pues Xalapa ha tenido un crecimiento demográfico exponencial en los últimos 10 años, al grado de que a la fecha su población oscila entre los 500 y 600 mil habitantes.
Otro factor importante que ha contribuido a ello, es el hecho de que la capital del estado, de un tiempo para acá, ha registrado un auge inusitado en la instalación de diversas empresas, industrias y comercios, que generan fuentes de empleo y que por ende atraen a mucha gente de las poblaciones aledañas, misma que demanda servicios, entre ellos el de transporte para trasladarse de un sitio a otro.
También está la dinámica propia de los nuevos tiempos que se viven, lo que hace que en la mayoría de las familias sus integrantes, casi todos, si no es que todos, trabajen, requieren de más medios de transporte y se ven en la necesidad de adquirir un mayor número de vehículos para satisfacer sus necesidades.
A ello hay que sumar otras cuestiones, que caen en la inconsecuencia y en la falta de conciencia:
En primer lugar, la población no tiene el buen hábito de caminar, pues sólo el 20 por ciento de los xalapeños se desplaza a pie y el 70 por ciento restante lo hace en un medio de transporte automotor, que además de representar un enorme gasto de dinero, provoca contaminación ambiental, auditiva y da pie a otros problemas de salud como es estrés.
En segundo lugar, en los últimos años se ha actuado con mucha inconsecuencia, pues se abrieron muchas rutas del transporte urbano y se dieron concesiones para taxis a diestro y siniestro.
Con ello Xalapa está no sólo trastocada, sino ahogada, por los más de 200 mil vehículos que a diario transitan por sus calles, las mismas con las mismas condiciones de hace muchas décadas, y por más de 7 mil taxis locales y muchos cientos que son de fuera y que prestan sus servicios aquí, sin ser su jurisdicción.
Cómo se ve, el de la vialidad es un monstruo de 100 cabezas, pero al que tarde o temprano se tiene que enfrentar, atacar y superarlo, pues de no ser así, acabará con la ciudad.
Es verdad que se han hecho intentos por remediar en parte esta situación, como fue la construcción de los puentes y circuitos viales en el sexenio pasado, como fue el intento de establecer ejes viales por parte del ayuntamiento anterior, pero se debe y se tiene que reconocer que de muy poco han servido o de plano no sirvieron estas acciones, pues ahí están otra vez los terribles congestionamientos viales, justo en esas obras.
Hoy, nuevamente, vuelve a causar ruido este tema, este asunto que es un grande y grave problema.
Y lo más seguro es que pase lo mismo que en anteriores intentos, porque no nada más se trata de implementar acciones de tránsito de barrido al barrido, sino que también es una cuestión de cultura, de consecuencia y de cambios en la planificación e infraestructura urbana, que forzosamente requiere derrumbar para volver a edificar, para ampliar calles y demás, y ello implica mucho dinero, problemas de todo tipo, y no se ve en lo inmediato al valiente que tomará al toro por los cuernos.
Nada más. Porque lo demás es darle vueltas a la Tierra y caer en el mismo lugar.