Hoy, 5 de enero, es un día muy, pero muy especial para la niñez en general, porque su corazón y su mente están fijos en el milagro y la fantasía que provocan esos 3 personajes míticos y mágicos que, por la noche, en la placidez de su sueño, les harán ésa tan esperada y ansiada visita.
Quien fue niño, y hoy está convertido en adulto y tiene el privilegio de volver a vivir esa grata e indescriptible sensación en sus hijos o en sus nietos, sabe de la felicidad, de la alegría que Melchor, Gaspar y Baltasar traen consigo para el día de mañana.
Pero hoy es un día de mucha inquietud, de mucha ansiedad, de mucha ilusión y mucha esperanza.
Y es que, tanto en las grandes ciudades como en las comunidades más pequeñas y alejadas, los pequeños reyes del hogar, por quienes se vive y se desvive, por quienes se vela y se desvela, viven un desasosiego inenarrable.
Van, vienen, revisan su cartita, ponen los zapatos detrás de la puerta o sus cajitas para que, a la medianoche, todos sus deseos se vean cumplidos.
Por la noche, momentos antes de irse a dormir, levantan su rostro, miran hacia el firmamento y buscan, curiosos e incisivos, la estrella que, refulgente, guía a los Reyes Magos, ésos personajes que, cuando nació el niño Jesús, hace ya más de 2 mil años, acudieron al pesebre para dejarle sus regalos.
Hoy es un día de mucha ilusión y esperanza para los pequeños, que no saben de las vicisitudes de los grandes, de los problemas que se viven, como la inseguridad, la sequía, el desempleo y la crisis económica.
Ellos esperan, con su corazón palpitante, despertar mañana y encontrar ahí, a su lado, el tan ansiado y anhelado regalo que por días, semanas o meses estuvieron esperando.
Cada 6 de enero los hogares, las calles, los parques y las escuelas, sobre todo, se ven inundados de risas, de alegría y de felicidad; de juguetes, de muñecas y muñecos, de juegos, de colores, de sonidos que son la delicia de todos.
Sin embargo en toda esta atmósfera de magia y fantasía, que todo lo envuelve y lo contagia, también hay puntos negros, pasajes o historias que laceran y causan dolor, tristeza y decepción.
Desafortunadamente en muchos hogares, como es el caso de los que se encuentran en las zonas marginadas y donde la pobreza es la constante, allí no llega la luz de esa estrella que alumbra y hace brillar, sonreír, esos rostros infantiles.
En esos sitios no hay la alegría que provoca este día; hay resignación pues los Reyes Magos rara vez se presentan.
No es justo que allá no se viva esa fantasía, esa magia de los Reyes Magos, por lo que, si alguien puede y tiene manera de hacerlo, hágale llegar su mensaje a Melchor, Gaspar o Baltasar para que esa ilusión se mantenga y permanezca viva.
No hay nada más placentero e incomparable que una sonrisa en una carita inocente.
Ver y sentir lo vivido, en otros, es volver a vivir.