Desafortunadamente, el vivir en una economía que se rige fundamentalmente por la oferta y la demanda, mantiene, sobre todo a los productos del campo, en un vaivén, en un constante sube y baja de precios que no ayuda en mucho a la estabilidad, a una certidumbre económica en la gente que vive de y para generar lo que el grueso de la población consume.
Sin embargo también hay factores externos que contribuyen e inciden en este tipo de fluctuaciones, como son las medidas proteccionistas que países como Estados Unidos, el principal socio comercial de México, aplican para salvaguardar a sus productores agrícolas, o bien aspectos climáticos que repercuten en ciertas regiones del mundo y que siniestran las cosechas, lo cual obliga a subir los precios en el mercado internacional, como está ocurriendo precisamente con el maíz.
Pero, decíamos, en México, la mayoría de los productos que se extraen de la tierra, se rigen por la ley de la oferta y la demanda del mercado local.
Pero más bien lo que influye en su precio de venta y de compra es la oferta, porque por lo regular la demanda siempre está y es la misma, con sus respectivos altibajos determinados por ciertos eventos o circunstancias.
Esto quiere decir que cuando hay abundancia de un producto, regularmente su precio baja, y a veces se derrumba y arrastra al precipicio, a la quiebra, a los productores.
Caso contrario sucede cuando en el mercado hay poco producto y no es suficiente para satisfacer la demanda, porque entonces los precios suelen irse a las nubes, como pasa, por ejemplo, con el aguacate, las habas y otros tantos.
Un caso muy conocido es el del tomate, pues cuando no hay el kilo llega a valer hasta 30 pesos o más y entonces quienes lo producen y le pegan al precio llegan incluso a enriquecerse de la noche a la mañana, pero cuando hay sobreproducción pueden quedar en la ruina también de la noche a la mañana.
Al menos el año pasado y en lo que va de éste, este fenómeno en esta hortaliza, considerada la reina de las hortalizas, no se ha dado, pues se ha mantenido el precio en un punto de equilibrio y ello ha beneficiado a la población.
Sin embargo, los que sí están sufriendo, son los productores de limón del norte del estado.
En los municipios veracruzanos de Martínez de la Torre, Tecolutla, Papantla y otros del estado de Puebla, el bajo precio de este cítrico les está pegando pero en serio, pues de acuerdo con la información dada a conocer por un líder de productores de esa región, el kilo de limón se los están pagando a 25 centavos, lo cual no les permite sacar ni los gastos que hacen por el corte y lo están dejando perder en las huertas.
Es muy contrastante y paradójico todo esto, porque hace unos meses el precio del limón estuvo tan alto que hasta se le llegó a llamar el “oro verde”, pero, como es de suponerse, debido a la demanda que se tenía del exterior, a las exportaciones que se hicieron a otros países y que son cotizadas en dólares.
Hoy no hay venta al exterior, más bien la producción es para el mercado interno y como abunda y es temporada de invierno, pues los precios están para llorar.
Ni modo, es la consecuencia de vivir en un mercado en el que no hay una regulación de precios ni mucho menos una planeación de siembra.
Algún día se tendrá que aprender y hacer las cosas de esta última forma para poder tener certidumbre, continuidad y competitividad, aunque todavía esto va a tardar.