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Edgar Spinoso
2014-03-31 - 11:49
Todo un argüende mediático resultó la crucifixión del oficial mayor de la SEV, Edgar Spinoso.
Luego de un deslizamiento informativo que aludía “ceses fulminantes”, “manotazos en la mesa” y el “¡ahora sí!” en contra del arriba aludido y otro, éste sí pillo de siete suelas, Gabriel Deantes, las aguas recobraron su nivel y con un usted disculpe se regresa a la “normalidad democrática”.
En el último lustro alterné un par de veces con Edgar Spinoso.
En la era de la Fidelidad lo vi en un acto público muy echado, no para adelante, sino para atrás. Lejos de las luminarias, más lejos de los periodistas y acaso lo que no podía evitar para llamar la atención es que tenía un porte que en nada se acercaba a lo jarocho: pelo rubio y profusamente rizado, estatura alta, ojo claro y elegante vestir.
De todos conocida, su estrechísima amistad con Javier Duarte.
Son amigos desde que el hoy gobernador andaba picando piedra consiguiendo una comisión que le diera unos centavos o corriendo tras una beca –misma que le autorizaría el propio Edgar– que le permitiera, sin tanta penuria, ir a la Complutense, donde encontraría su destino sentimental.
Ya con el duartismo en pleno detentó una subsecretaría en Finanzas, pero al cabo de breve tiempo regresaría a la Oficialía Mayor de la SEV, donde atendía los miles de reclamos y solicitudes de los nueve de cada 10 servidores del gobierno que cobran en la SEV.
Edgar Spinoso, hasta donde justifica el propio gobernador, fue un hombre que cumplió un ciclo y que al concluir es relevado. Sin embargo pareciera que no se la acaba con tanto madrazo periodístico, pero como él mismo comenta: “¡Los dichos se prueban!”.
En realidad a este joven la vida no le ha sido fácil. Como decía José Ingenieros: “Mucho sol da mucha sombra”.
Su tío fue el legendario y bragado Roque Spinoso Foglia, acribillado el 25 de noviembre de 1984, cuando regresaba de una fiesta familiar acompañado de su primo Sergio Spinoso, delegado de Tránsito en Cardel; otro primo, César Spinoso Corral, y un tipo apodado “El Ronco”.
Edgar sólo tuvo dos jefes, Fidel y Javier, y hasta donde la lógica política lo indica, presuntamente nunca acometió acción alguna que no tuviera el conocimiento y autorización superior.
Sin embargo te alejas o te alejan del poder al que serviste sin condiciones en muchas ocasiones de día y de noche y eres el más corrupto, el más indeseable y todos tus amigos que juraron dar la vida por ti si alguien osara tocarte un pelo, hoy se te voltean… ¡Ni te conocen!
Así es la política.
Tiempo al tiempo.

*Premio Nacional de Periodismo

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