Finalmente, después de una serie de escarceos políticos, Mauricio Audirac es el valiente que le entra al reto de conducir las finanzas de Veracruz en la recta final, después de tan tormentoso sexenio heredero de tan señalada quiebra que rebasa los 45 mil millones de pesos.
La decisión de dejar a este controvertido político no fue fácil ni para Javier Duarte ni para el propio Audirac.
Las circunstancias, sin embargo, lo colocaron en tan espinosa situación para dar equilibrio a la segunda posición de importancia en el gabinete en el ojo de enclaves de poder enquistados en la menguada Secretaría de Finanzas y Planeación carente de dinero y planeación.
Los Aguirre y Abdalá tendrán en el nuevo titular un mando que los lleve de la mano de la transparencia, ya que Audirac, en efecto, no conoce los intestinos de Sefiplan, pero sí sabe de por dónde se escapan partidas que de origen llevan buen fin, pero que no regresan con las comprobaciones legales como han sido los casos de municipios y dependencias que los han malversado.
Al nuevo titular difícilmente se le podrá leer la buenaventura, ya que desde el Orfis y más recientemente en la Contraloría pasaron por su escritorio todos los quebrantos.
El punto es que llega este funcionario sobre el cual pesan cruces que lo han marcado. Durante su paso por el Orfis fue señalado de apoyar a localizados municipios y retener recaudaciones para manejarlas en función de localizados intereses políticos.
Y ya como contralor general las más localizadas censuras fueron enfocadas por la opacidad con que se manejó.
Sin embargo, habrá que reconocer que este funcionario siempre se manejó con carácter, sin desmentir o aclarar versiones que lo calificaban y denostaban, y a la vista de su jefe, el gobernador Javier Duarte, rindiendo resultados, que en política, es lo que importa.
Mauricio Audirac Murillo, egresado de Contaduría, enemigo acérrimo del cadáver político de Iván López Fernández y muy cercano a Alberto Silva, lleva la consigna de recomponer los estados financieros de la Secretaría que ocupará en el marco de un descomunal pasivo.
Audirac tiene la clara consigna de llevar a Veracruz a un sendero de austeridad extrema sin detener planes y programas en desarrollo, ni atorar el flujo de recursos destinados a proyectos sustantivos en materia de salud, educación y asistencia social.
Y para alivio de acreedores pagará hasta el último centavo a empresarios de la construcción y proveedores en rezago, siempre y cuando acrediten que las obras y prestaciones no fueron de humo.
El señor Audirac se saca, pues, el tigre de la rifa.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo