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¿Ahora los empresarios?
2013-09-09 - 13:51
Independientemente de que tengan o no razón los profesores al manifestarse con la porfía que se les ha visto en toda la semana, es digno de registrarse que son las protestas más grandes de tiempos no electorales realizadas por gremios laborales, y fuera de aquellas demostraciones épicas que estaban sustentadas en la ideología de los movimientos de izquierda de hace más de 40 años.
Sólo en los libros de historia y en artículos hemos leído sobre aquellas épicas protestas de los ferrocarrileros, en los años 58 y 59 del siglo pasado, apoyadas por los telegrafistas, los profesores, los petroleros, los telefonistas, los electricistas, y los minero-metalúrgicos, en una unificación de los trabajadores como no se ha vuelto a ver, apoyada también por estudiantes pero firmemente reprimida por el gobierno, y que se considera desembocó en una derrota para el sector laboral.
Los nombres de Demetrio Vallejo, Hernán Laborde, Valentín Campa, Otón Salazar y otros, suenan como antiguos resabios de luchadores irreductibles, comprometidos con las causas de sus representados, pese a los peligros, las amenazas y las vías de hecho que emplearon tanto Adolfo Ruiz Cortines como Adolfo López Mateos.
Acá, en plena etapa contemporánea, los profesores no tienen aquellos liderazgos casi mesiánicos, pero han logrado mantener una fuerte oposición a la llamada “reforma educativa”, que en realidad debería llamarse “reforma laboral sobre el sector educativo”.
Lo que sí es notorio es que han rebasado a sus dirigencias formales, porque mientras los secretarios generales de los sindicatos han acudido al llamado del Ejecutivo en Veracruz y hacen toda clase de campaña informativa, las bases mantienen suspendidas las clases y han hecho más que notoria su presencia, que no ha podido ser ignorada por la sociedad.
Aun sin acabarse de desleír el conflicto magisterial, ayer el presidente Enrique Peña Nieto presentó su propuesta de reforma fiscal, su cuarta batalla. Abre un nuevo frente de combate, ahora con los empresarios, porque según las informaciones que están circulando por la tarde noche, omitió afectar a la mayor parte de la población con un incremento del IVA a alimentos y medicinas y lo mantiene en la misma tasa general del 16 por ciento; creará un seguro de desempleo en el país (bien), además de una pensión universal (bien) y eliminará la exención en el IVA a los servicios de educación (ojo, universidades privadas).
El cine se encarecerá (mal por los cinéfilos), ya que se limitará la exención a los espectáculos públicos sólo al teatro y circo y se gravará con el IVA a los demás espectáculos (de por sí cobra caro Cinépolis…).
Viajar costará más. Se eliminará la exención al servicio de transporte público foráneo de pasajeros, pero el trasporte público terrestre de personas, prestado exclusivamente en áreas urbanas, suburbanas o zonas metropolitanas, se estima que debe permanecer exento en todas sus modalidades, incluyendo al servicio ferroviario.
En cambio, se crean impuestos especiales para los refrescos, los combustibles con contenido de carbono, los plaguicidas, los chicles y los alimentos para mascotas. También se reduce el deslizamiento en el precio de los combustibles.
Al parecer los que resultarán afectados son los que ganan más, porque la reforma plantea elevar la tasa del impuesto sobre la renta (ISR) de 30 por ciento a 32 por ciento para personas físicas y gravar con un 10 por ciento las ganancias en Bolsa y dividendos; también homologar la tasa fronteriza con la del resto del país (¡ya era hora! ganan en dólares y pagan menos).
Las particularidades sobre la reforma hacendaria irán conociéndose a medida que sean estudiados los documentos que la integran, pero ojalá que no veamos ahora a los empresarios sumándose a las protestas de los profesores en las calles.
A ver qué pasa.
columnaprospectiva@gmail.com

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