Pese a que la economía mexicana no ha alcanzado los niveles de crecimiento que se han pronosticado, se está organizando una nueva andanada contra los empresarios, al pretenderse un rebalanceo en las cuotas al Seguro Social, que encarecerán entre un 5% y un 17.5% los pagos que tendrán que hacer a esa institución, cuando aún no se recuperan del susto que les produjeron los nuevos impuestos de la reforma fiscal.
La Coparmex ha puesto el grito en el cielo por esta pretensión del gobierno federal, que se intenta realizar cuando los empresarios apenas están en proceso de adaptación a las nuevas reglas y exigencias fiscales aprobadas el año pasado.
Y no es que los impuestos no sean necesarios, sino que, como bien lo explicó el economista Hilario Barcelata en un brillante artículo escrito el año pasado, es un grave error elevar los impuestos cuando la economía se encuentra en recesión, ya que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) viene cayendo de manera constante desde 2010.
“Si la producción está cayendo (visible en el PIB) significa que las empresas están vendiendo menos, que muchas no se pueden sostener y están cerrando y por ello, están provocando desempleo. Un incremento de los impuestos en este contexto, agudiza ese problema por dos causas: Primero porque los impuestos reducen el ingreso disponible de las personas, lo que hace que disminuya su nivel de consumo. Ello propicia una mayor caída de las ventas, reduce aún más la producción de bienes y servicios, e incrementa más el desempleo”, explicaba Barcelata.
También, “en la medida que las empresas también tienen que pagar más impuestos, su capacidad para mantenerse en el mercado se ve amenazada porque aumentan sus costos, ya que una mayor porción de sus ingresos deberá destinarse a cubrir esas contribuciones. Y si bien esto no les causa mucho problema cuando la producción y las ventas van al alza, cuando están en recesión, el incremento impositivo las aniquila.
Es decir, el aumento de impuestos en recesión es una medida “procíclica”, porque profundiza la etapa recesiva del ciclo económico y lo que se requiere es una política “anticíclica” es decir, fortalecer la demanda y la inversión con una baja de impuestos”, apuntó, en los días de la reforma hacendaria.
Eso fue el año pasado, pero en el actual las cosas no van mejor.
En un análisis de la semana pasada, donde critica el triunfalismo en los pronósticos de crecimiento, el también economista Carlos Luna Escudero nos recuerda que para 2014 otra vez las voces oficiales nos recetan cifras alegres.
Y agrega: “Al inicio del año la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) pronosticaba primero un crecimiento en el PIB del orden del 4.0%, que luego bajó al 3.9%, señalando que las reformas estructurales, un mayor gasto público, un incremento en la actividad industrial y una mayor demanda de bienes mexicanos, impulsarían el crecimiento, y que éste se incrementaría gradualmente hasta alcanzar niveles del 5% para 2018”.
Sin embargo, Luna afirma que ello es irreal porque durante los dos primeros meses del año, México mantuvo débiles señales de crecimiento, se incrementó el déficit de la balanza comercial y el consumo interno se ha visto restringido por un menor ingreso disponible, como consecuencia de los aumentos en impuestos aprobados en la reciente reforma fiscal, que se confirma con un repunte de la inflación.
Por si lo anterior fuera poco, don Andrés Beceiro afirmó hace poco en una reunión con la organización Otero Ciudadano, que al Seguro Social lo están arruinando las pensiones de sus propios trabajadores, porque además de que se jubilan con el 100% de su salario, les otorgan un elevado porcentaje adicional, cuyo monto en este instante no recuerdo, ni encuentro la anotación, ni me contesta quien pudiera sacarme de la duda, pero que al oírlo me pareció escandaloso… o fabuloso, si eres trabajador del IMSS.
Pues ¿a dónde vamos a llegar así?
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