Son innumerables las acepciones que se le dan a la palabra “amor”. Desde la más mundana que se refiere a la relación de pareja, la relación sexual, la puramente carnal. De ahí está también, en cuanto al “amor” de pareja, el enamoramiento que ya implica algo más allá de lo meramente sexual. En este ya podríamos ir considerando el correctamente llamado “amor platónico”, aquel que permanece en el mundo de las ideas, sin que haya necesariamente relación física, y que puede ser hacia una mujer o hacia un hombre, en éste último caso la amistad. Esta concepción ha sido tergiversada por algunos por error o por llevar agua a su molino, al afirmar que Platón era homosexual; para nada. Es un error o una tergiversación intencional para justificar la homosexualidad.
Decía que se puede ir incluyendo el amor platónico por aquel, que aunque sigue siendo de pareja, no tiene ninguna esperanza o pretensión de materializarse; como el de Petrarca por Laura o el de Dante por Beatriz.
Confusión se crea cuando utilizamos amor como sinónimo de pasión o deseo vehemente que podríamos ejemplificar, tal vez, con ¿”Romeo y Julieta”? Pues hay quienes afirman que si los papás Montesco y papás Capuleto hubiesen accedido a la relación, el matrimonio no hubiera durado ni tres meses, ¿será? Dejémoslo en la mente inmortal de Shakespeare. Sin embargo, en esencia, no se trata de una historia (tragedia) de amor si pretendemos el ideal del término. Es una gran pasión, sí, un deseo intenso que se fue exacerbando cada vez más por la oposición, por los obstáculos que el destino, la fatalidad, y no tanto las personas, le fue poniendo en el camino.
Está el concepto de amor aún más elevado, el que sentimos por un hijo, por los hermanos, los padres, por un buen amigo; y en los espíritus superiores, éste se extiende hasta el amor por el prójimo, es decir, amor por toda la humanidad. En cuanto al mayor de los amores hacia seres humanos, que suele ser el que se siente hacia los hijos, vale la pena mencionar el juicio que expresa León Tolstoi en el sentido de que debemos amar el alma de un hijo antes que su físico. Así siempre nos preocuparíamos – dice el gran novelista ruso – en su bienestar espiritual primero, antes que de sus necesidades y deseos materiales, y así, no sufriríamos demasiado si ese hijo llega a morir antes que nosotros.
De esta clase de amor existe un texto que es lo más hermosos y edificante que se ha escrito hasta la fecha. En su primera epístola a la naciente iglesia de Corinto, Grecia, san Pablo dice: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará” (1 Co. 13: 1-8). Es evidente que aquí, el gran Saulo de Tarso, ya cruza la frontera hacia la perfección, es decir, hacia el amor divino.
Está finalmente el amor perfecto, que es únicamente el amor de Dios hacia nosotros; porque el de nosotros hacia Él será siempre imperfecto por más santa que sea la persona. Y aquel amor perfecto quedó bellamente plasmado en ese un poco trillado versículo, por su uso frecuente a veces sin meditar en su profundidad y hermosura, Juan 3: 16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

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Protección a periodistas

Es inconcebible, en verdad una aberración, que haya personas que le están pidiendo al Fiscal del Estado, Luis Ángel Bravo Contreras, que NO diga que una de las líneas de investigación que se siguen en el caso del secuestro y asesinato de la reportera de policiaca del El Sol de Orizaba, Anabel Flores, es el de sus posibles vínculos con narcotraficantes. O sea que a los detractores del gobierno del estado no les interesa la verdad, ni la angustia de los familiares ni el periodismo; sólo buscan pretextos para poder lanzarse contra su adversario ideológico el gobernador Javier Duarte.
El ser empleado de algún medio de comunicación no exime a las personas de actuar mal. Bastante daño le hacen a Veracruz (que no sólo al gobierno) alegando que “19 periodistas han sido asesinados durante este sexenio en el estado”, haciendo una mañosa mezcolanza en la que incluyen a quienes murieron por motivos puramente personales, en asaltos comunes y hasta en pleitos de cantina, sin hacer a un lado a los que, efectivamente, tenían vínculos con el crimen organizado. Mala obra le hacen al verdadero periodismo, pues si llega a suceder que algún buen periodista sufra un atentado, en efecto, por su posición crítica, ya no se va a distinguir de los otros. Y si a esto agregamos la insidia de organismos globales como Amnistía Internacional que por “casualidad” siempre tienden a la izquierda…
Pero esperemos más de todo esto en estos tiempos de campañas de todos y contra todos. Democracia electoral, al fin, que desata todos los demonios habidos y por haber, en la que caben (si no es que es obligatorio) hasta el insulto y la calumnia (¿habrá moderación por ser entre primos la contienda?) con tal de vapulear al adversario y lograr esa mayoría de votos que garantice, en este caso, una diputación local y la gubernatura, con el supersueldo que lleva consigo. ¡Ah no!Se me olvidaba que están en campaña por el deseo de llegar a servir al pueblo ¿verdad?; perdón.
Y hasta el próximo sábado, si Dios lo permite.

raulgm42@hotmail.com