Es inconcebible que la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) haya impuesto una multa de 20,000 francos suizos a la Federación Mexicana de Fútbol por el ya obligado y trascendental “¡puto!” que los mexicanos hemos adoptado como grito de batalla cada vez que despeja el portero del equipo contrario. Y ese futbolístico y corruptísimo organismo internacional no ha dado hasta ahora una explicación satisfactoria acerca del motivo de dicha sanción.
Si es porque la comunidad gay se siente agredida por el folclórico grito, los miembros de ésta no tienen que considerarse ofendidos, pues el patriótico desplante sería un insulto para ellos únicamente en el muy remoto caso de que el puteadísimo portero en realidad fuera homosexual.
La FIFA debería tomar en cuenta que, como la raza cósmica vasconceliana que somos, los mexicanos no discriminamos y somos tolerantes y respetuosos de la diversidad, pues ese “¡puto!” se lo sorrajamos a cualquiera, sin distinción de raza, nacionalidad o credo. Qué diferencia con los hinchas europeos que lanzan plátanos a los jugadores de raza negra para recordarles su simiesca ascendencia. Eso sí es discriminación; eso sí es condenable.
Se debe recurrir a todas las instancias internacionales para revertir esa sanción y multa, porque para el pueblo mexicano es más importante lo que le suceda a la Federación Mexicana de Fútbol que lo que pudiese suceder a la Suprema Corte de Justicia, al Tribunal Federal Electoral o al Congreso de la Unión con sus dos cámaras.
No es posible que bloqueen a nuestro país cada vez que lanza al mundo algo digno de exportación; porque en partidos en que nada tienen que ver mexicanos me ha tocado escuchar que el ya internacionalizado y huitzilopochtlesco “¡puto!” también lo gritan argentinos, colombianos y hasta bielorrusos y ucranianos. No se vale. Siempre hay quien pretende impedir que nuestro país sobresalga en algo. Mi hipótesis es que se trata de pura envidia, porque, repito, sigue sin haber explicación satisfactoria para haber sancionado y multado a México por algo que, aparte, le ha dado color y brillo a los torneos del deporte más popular del planeta.
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Y ya entrados en temas de lo que es prioritario para nuestro país en estos momentos de turbación social, económica, de seguridad, etc., México debería adaptarse a la modernidad de un mundo cada vez más globalizado y acorde con los tiempos y normas que establecen las tendencias internacionales.
Saco esto a colación porque si los hermanos de Guatemala eligieron como presidente a Jimmy Morales, nosotros deberíamos elegir a Eugenio Derbez o a Jo Jo Jorge Falcón (a Polo Polo no por excesivamente lépero). Esto podría traernos grandes beneficios porque si, por ejemplo, se llegase a necesitar una línea de crédito y hacer un trámite ante el Fondo Monetario Internacional, el presidente Derbez podría presentarse como el “óigame no” y hacer desesperar de tal manera a la tan femenina Christine Lagarde que, o lo ahorca y entonces los mexicanos podríamos recurrir a todas las instancias internacionales de derechos humanos habidas y por haber y hasta a la Corte Penal Internacional de La Haya, o de plano, con tal de deshacerse de él le suelte todos los miles de millones de dólares que nuestro país requiera.
También, por ejemplo, si acudieran a él representantes de la comunidad lésbico, gay, transgénero y mil etcéteras, el flamante primer mandatario podría bajar de los aposentos de Los Pinos coquetamente ataviado como el tierno y modosito Julio Esteban, y así poder resolverles de tú a tú sus inquietudes a esos animalitos de la creación.
Por su parte, si la opción del culto y consciente electorado fuese por Jo Jo Jorge Falcón, de manera similar podría adaptarse dependiendo de la personalidad con la que tuviera que entrevistarse. Sólo tendría que voltearse, restregarse el rostro y la cabeza y ya; un nuevo carácter y personalidad. Así, si tiene que tratar con John Kerry, por ejemplo, se voltea por un segundo, se restriega la cara y el pelo y surge una personalidad ad hoc para tratar con el poderoso secretario de Estado.
Aunque pensándolo bien, no hay por qué desperdiciar las dotes del gran Polo Polo y descartarlo a priori, con la única condición de que siempre esté junto a él algún elemento del Estado Mayor Presidencial con un matamoscas en la mano para someterlo cada vez que intente decir una leperada. Pero a fin de cuentas no hay mayor problema. Lo más que podría suceder es que le lance un “…inga tu madre” a Ángela Merkel cuando ella venga a nuestro país o él vaya a Alemania, o que le espete un sutil “vete a la ver…” a Barack Obama cuando éste le exija la extradición del Chapo después de su vigésima fuga y captura.
Porque después de todo, si absolutamente todo lo malo que pasa en México responde a las vicisitudes de la economía internacional como la baja del precio del petróleo y las devaluaciones intencionales de los chinos cochinos, ¿qué diferencia podría haber realmente entre Peña Nieto, Osorio Chong y Videgaray y Eugenio Derbez, Jo Jo Jorge Falcón y Polo Polo?
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Aquí en Veracruz – quién iba a pensarlo – por fin surgió un superhéroe de esos que pensábamos sólo existían en las historietas. El gran Fidel Kuri Grajales, diputado y dueño de los Tiburones Rojos de Veracruz, realizó el sueño de millones en México y alrededor del mundo, y se lanzó a darle una paliza al uruguayo naturalizado mexicano Edgardo Codesal, árbitro de árbitros del balompié azteca. Como hoy en día es obligación y a tantito de convertirse en norma jurídica, alguien tomó video del hecho y lo subió a You-Tube. Así que, aparte de que los americanistas tenemos un recuerdito no muy grato del vapuleado zopilote, no alcanzo a imaginar las manifestaciones de júbilo en la Plaza de Mayo, la Casa Rosada, Córdoba, Tucumán, etc., pues los argentinos no olvidan aquel penalti fantasma de la final del mundial Italia 90. Ahora sí que estoy de acuerdo con el fuero constitucional. Que ninguna autoridad se atreva a tocar al superdiputado y superpropietario del Tiburón.
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Sonríe a la vida; Cristo es más poderoso que todos los problemas.
Y hasta el próximo sábado, si Dios lo permite.

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