José Luis Amaya Huerta

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Al igual que en el Gobierno Federal, donde el presidente Andrés Manuel López Obrador ha reconocido el trabajo de su secretario de Gobernación y paisano, Adán Augusto López Hernández, de quien en más de una ocasión ha dicho que le aligera mucho la carga de gobernar, en Veracruz, el secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, también ha trabajado contra viento y marea para aligerarle la carga al gobernador Cuitláhuac García Jiménez.
Cada uno con su estilo propio, ambos secretarios – tanto a nivel federal como estatal - han buscado llenar el espacio político que su cargo representa – sabedores de que en política no hay vacíos pues estos tienden a llenarse - para contribuir a la gobernabilidad del país y del estado, y ayudar en ese sentido a sus respectivos jefes.
En Veracruz, desde el 1 de diciembre de 2018, Cisneros Burgos ha sido el hombre fuerte de la política interior del estado.
No solo le ha correspondido atender la problemática política y social de la entidad, a través de las diversas áreas a su cargo, sino que él mismo ha salido en defensa del gobernador cuantas veces lo ha considerado necesario o cuando la agenda del gobierno los ha confrontado con actores políticos de oposición o incluso de grupos al interior de Morena.
Habría que subrayar que la Secretaría de Gobierno – como lo es a nivel nacional la Secretaría de Gobernación - es el área donde se dirime y procesa buena parte de la problemática política y social de la entidad, y quien está al frente necesariamente debe tomar decisiones que no siempre dejan contentos a todos los grupos o actores políticos y sociales.
Así se entiende el axioma según el cual el ejercicio del poder desgasta.
Incluso, en gobiernos anteriores, se decía que la lógica política obligaba al titular del Ejecutivo del Estado a asumir una especie de papel de bueno ante la población, en tanto el Secretario de Gobierno – el segundo funcionario de mayor jerarquía en el organigrama político – debía aceptar el papel de malo, al asumir sobre sus hombros hasta donde fuera posible, el costo de las decisiones políticas y sociales del gobierno, sobre todo cuando éstas eran impopulares.
El 2 ha sido una especie de pararrayos que le aleja al gobernador buena parte de los problemas políticos de la entidad. Para decirlo en términos de López Obrador: “le aligera mucho la carga de gobernar”.
Desde esa perspectiva, Cisneros Burgos ha asumido y cumplido durante más de tres años, con el rol político que le tocó desempeñar en la actual administración estatal y ha sabido llenar las funciones que le correspondían, sin arredrarse ante el eventual costo político derivado de la toma de decisiones.
Pese a ello, el resultado está a la vista de todos.
Veracruz, en términos de gobernabilidad, es un estado tranquilo, donde los problemas políticos y sociales se han encausado para buscar soluciones políticas, generando consensos ahí donde las circunstancias lo han permitido.
En términos generales, salvo un único punto cuestionable relativo a la política laboral del gobierno, que les ha generado una imagen negativa entre la población al negarse a cumplir las resoluciones de los tribunales, Cisneros ha cumplido de manera aceptable con su trabajo.